En el año de 1993, sobrevivíamos en medio del ruido y el polvo que generaba la muerte de la Unión Soviética y el Campo Socialista; caían estatuas y muros y se desintegraban países; en medio de aquel caos que nos empujó dentro del túnel del “Periodo Especial”, a Joel James se le ocurrió la idea de que la Casa del Caribe convocara a un Congreso Mundial sobre el tema de la muerte.
A todos no pareció una locura, pero Joel tenia una gran capacidad para argumentar y convencer, primero lo hizo con nosotros y luego con funcionarios locales y del ministerio de Cultura que sin mucho entusiasmo apoyaron o toleraron aquella locura de la Casa del Caribe.
Elaboramos una convocatoria y un afiche y lo circulamos internacionalmente. El evento se desarrollaría tres días a fines del mes de junio, precediendo el Festival del Caribe que se año estaba dedicado a México.
El programa estaba pensado en términos de una presencia de ponentes santiagueros, algunos invitados nacionales y la participación internacional que respondiera a la convocatoria.
Unos días antes de la inauguración del congreso nos dimos cuenta de que lo de mundial era un fracaso, pues no había respondido nadie a la convocatoria, ni un solo extranjero.
Entonces me fui al Hotel Las Américas donde estaba instalada la delegación mexicana que había venido para participar en el Festival. Me reuní con los mexicanos y les explique lo más diplomáticamente que pude la situación. Como el tema de la muerte es muy importante en la cultura mexicana y allí habían muchos antropólogos, logramos improvisar una serie de intervenciones que insertadas en el programa salvaron el carácter internacional del evento, al punto de que creo que muy pocos se dieron cuenta de aquella suerte de mexicanizacion del mismo.
El Congreso se inauguró en el salón de los Vitrales de la Plaza y mientras Joel hacia su discurso inaugural, estalló una tormenta y se fue la corriente en el local produciendo cierto desconcierto, lo cual pareció un mal augurio; pero en realidad todo funcionó bastante bien, pues el equipo de la Casa del Caribe tenia a la sazón una experiencia notable en la organización de eventos.
El programa académico estaba pensado en términos de ofrecer una amplia variedad de miradas sobre el tema de la muerte; hubo ponencias de varios especialistas en medicina y un sacerdote católico; así como reflexiones en torno a la visión de la muerte de protestantes, santeros, paleros y espiritistas; también se abordó el tratamiento del tema en los campos del derecho y la literatura. Pienso que precisamente las dos ponencias que más impacto causaron fueron una sobre la pena de muerte en Cuba, tema polémico en la época y otra sobre el cuento de Onelio Jorge Cardoso titulado: Francisca y la Muerte, que para sorpresa de todos motivó interesantes comentarios de la hija de Onelio que se encontraba en el público.
En realidad aquello que inicialmente pareció una locura de Joel James, resultó un espléndido ejercicio de pensamiento interesante y original.
La clausura del congreso fue en un salón de la tercera planta del Teatro Heredia, después de la Relatoria, el actor Andrés Caldas disfrazado de la muerte hizo una intervención un tanto esotérica, tras la cual todos los participantes, visiblemente impresionados, bajaron detrás de Caldas, que creo llevaba una vela encendida en la mano, por una estrecha escalera oscura hasta la primera planta del Teatro. ¡Así con un poco de magia terminó el Congreso Mundial sobre la Muerte!
El Festival del Caribe, unos días después, borró de la memoria el Congreso Mundial Sobre la Muerte, en parte por que la cultura mexicana hizo un despliegue fastuoso en lo intelectual y artístico; quizás porque muchos querían en su subconsciente olvidar la muerte que de cierta forma el congreso había invocado.
Algunas de las ponencias presentadas en el congreso se publicaron luego en la revista Del Caribe y la editorial Oriente publicó un pequeño libro que incluía tres miradas sobre el tema de la muerte, a partir de textos de Joel James, el Padre Joan Rovira a la sazón Rector del Seminario San Basilio Magno y un médico y sacerdote habanero de un culto sincrético.
Cuando un día alguien escriba la historia de la cultura santiaguera en aquellos años, tendrá en estos textos publicados una prueba de aquel olvidado evento que forma parte de la extraordinaria obra de Joel James como promotor cultural y pensador.
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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.
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