Mons. Petit, perteneció a la generación de obispos cubanos (pre Raúl Castro) que llamaban a las cosas por su nombre, en privado y en público. (JEM)
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Hombre de Dios
por Mons. Antonio Rodríguez (padre Tony)
Texto tomado del Facebook de Palabra Nueva
Mons. Alfredo Víctor Petit Vergel (1936-2021) nació el 24 de julio de 1936. Su padre era un prestigioso otorrinolaringólogo. Poeta, declamador y agradable relator, que había estudiado en el Colegio de Belén de La Habana. Dio al hijo su mismo nombre. Su madre era enfermera y se llamaba Guillermina.
La residencia familiar estaba fijada en una casa de la calle San Miguel, cercana al magnífico local de la Agrupación Católica Universitaria, actual escuela de Psicología de la Universidad de La Habana.
Los dos primeros grados de la enseñanza primaria los cursó en un colegio privado laico, en el cual se impartía la asignatura de Religión y, de esta manera tomó la Primera Comunión en la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen en esta ciudad. El padre le dio a escoger el colegio religioso donde deseaba cursar sus estudios. El niño Alfredo pidió estudiar en el Colegio La Salle, del Vedado, en el cual llegó a graduarse de Bachiller en Ciencias y Letras.
En el curso de 1954 ingresó en el Seminario El Buen Pastor de Arroyo Arenas. Allí cursó hasta primer año de Teología, pero al finalizar este curso, en 1959, el administrador apostólico sede plena de La Habana, Mons. Evelio Díaz Cía, envió tres seminaristas para estudiar la Teología en la Universidad Gregoriana de Roma. Estos eran los futuros sacerdotes Alfredo Petit, Carlos Manuel de Céspedes y el ingeniero Luis Casabón.
Los tres seminaristas cubanos fueron ordenados sacerdotes el 23 de diciembre de 1961 por el cardenal italiano Antonio Samoré en la capilla del Colegio Pio latinoamericano en Roma. El padre Petit concluyó su tercer curso de Teología en la primavera de 1963. Su tesis versó sobre Teología dogmática. Enseguida obtuvo el permiso gubernamental para regresar a Cuba y ya en ese verano fue nombrado por Mons. Evelio Díaz, párroco del Sagrario de la Santa Iglesia Metropolitana Catedral de La Habana. Poco después fue a residir al arzobispado de La Habana con el propósito de acompañar al solitario arzobispo.
En la tercera semana de junio de 1966 recibió una citación pare presentarse en el segundo llamado de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), que estaban situadas en distintos territorios de la antigua provincia de Camagüey. Desde lo que fuera en ese momento el Jardín forestal de La Habana fue trasladado en un ómnibus Leyland, junto a un testigo de Jehová y el resto de los asientos del vehículo ocupado por presos comunes del Castillo del Príncipe, hasta un campamento de Camagüey. El ómnibus era custodiado por algunos militares. Los presos comunes lo trataron con mucho respeto, porque era un sacerdote.
Al llegar al campamento, la cerca perimetral de este no estaba construida. Al padre Petit y a otro recluta se les asignó levantarla con alambres de púas. Ambos la tuvieron que hacer sin guantes protectores. Cuando finalizaron, las manos de ambos estaban destruidas.
Los militares de su unidad le permitieron conservar La Biblia. En la UMAP desarrolló una hermosísima labor sacerdotal: la celebración clandestina de la misa en el cañaveral cercano al campamento. En horas de la noche, los católicos del albergue se reunían con el padre Petit para la celebración eucarística. La liturgia de la Palabra, utilizando la Biblia del sacerdote, se hacía a la luz de una linterna. Después continuaban la liturgia eucarística a oscuras, celebrada de memoria por el padre Petit, quien conservaba el vino embazado en frascos de medicinas y las hostias que cautelosamente su mamá le llevaba a la unidad.
A principios de 1967 hubo una orden militar por medio de la cual eran sacados de la UMAP aquellas personas mayores de 27 años de edad. Los tres sacerdotes reclutados en el segundo llamado, los padres Jaime Ortega y Armando Martínez, ambos de la diócesis de Matanzas, y el padre habanero Petit, estuvieron entre los beneficiados por esta orden militar. El padre Petit retornó a su familia en la segunda quincena de marzo. A los pocos días, el arzobispo Evelio Díaz le confió la parroquia del Salvador del Mundo en el Cerro. Allí estuvo hasta julio de 1984 y realizó una hermosa labor pastoral, sobre todo con jóvenes y enfermos de los hospitales aledaños.
En febrero de 1970 el nuevo arzobispo, Mons. Francisco Oves, lo nombró canciller de la arquidiócesis de La Habana. En este cargo estuvo hasta 1975. El 13 de septiembre de 1976, el propio arzobispo comunicó la noticia de que el Papa San Pablo VI honraba al padre Petit y a cuatro sacerdotes habaneros más con la dignidad de capellán de honor. Desde ese momento se le podía llamar Monseñor.
En febrero de 1980 el administrador apostólico sede plena de La Habana, Mons. Pedro Meurice lo nombró nuevamente canciller de la arquidiócesis. En julio de 1981, la Conferencia Episcopal de Cuba nombró a Mons. Petit rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio, al mismo tiempo continuaba siendo párroco del Salvador del Cerro. Al concluir su labor en el seminario en julio de 1984, el nuevo arzobispo habanero, Mons. Jaime Ortega le confió la parroquia de San Francisco de Paula en la Víbora. El 15 de noviembre de 1991, el Papa San Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de La Habana, responsabilidad en la que estuvo hasta finales de abril de 2016 cuando el Papa Francisco, por motivos de edad, aceptó la renuncia que cinco años antes le había presentado al Papa Benedicto XVI.
Mons. Alfredo Petit recibió la ordenación episcopal de manos del arzobispo Jaime Ortega el domingo 12 de enero de 1992 en la Catedral de La Habana. Los obispos co-consagrantes fueron los monseñores Pedro Meurice y José Siro González Bacallao.
Al ser obispo auxiliar de La Habana, el arzobispo Ortega lo nombró Vicario General y le encomendó la Vicaría de Víbora, Calabazar, Santiago de las Vegas, Rincón, el Centro sur habanero y la Isla de la Juventud, además, dirigió la comisión episcopal de ecumenismo e impartió clases de Derecho canónico en el Seminario de La Habana. En julio del 2012, el cardenal Ortega lo nombró vicario judicial de la arquidiócesis de La Habana, responsabilidad que mantuvo hasta hoy. Impartió también clases de Patrología (1974), Ecumenismo (1978) y de gestión parroquial en años más recientes.
El 27 de agosto de 2017 cesó como párroco de su querida iglesia de San Francisco de Paula.
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Parroquia San Francisco de Paula.
La Habana.
Fotos/Palabra Nueva Yarelis Rico Hernández
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