Tuesday, August 31, 2021

Gala de clausura del XXVI Festival Internacional de Ballet de Miami (por Baltasar Santiago Martín)


El domingo 15 de agosto de 2021, el Fillmore Miami Beach del Teatro Jackie Gleason descorrió sus cortinas para dar paso a la Gala de Clausura del XXVI Festival Internacional de Ballet de Miami, la cual se inició con la entrega del premio “Crítica y cultura del ballet” a mi persona, Baltasar Santiago Martín –autor de esta reseña–, el cual recibí de manos del Maestro Eriberto Jiménez, director del Festival, y agradecí con las siguientes palabras en inglés y luego en español:
(…) quiero dedicar con toda razón este Premio “Crítica y Cultura del Ballet”, que recibo en el día de hoy con tanta alegría y emoción, al Maestro Pedro Pablo Peña, porque sin su pasión y entrega no estaríamos celebrando esta vigésimosexta edición del Festival Internacional de Ballet de Miami –y yo no hubiera podido escribir mis reseñas desde 2000 hasta la fecha–, y a mi inolvidable madre, Elsa Garrote Rodríguez, a quien debo mi pasión por el ballet y la ópera; también a todos los bailarines y personas involucradas con el mundo del ballet y de la danza (…)
Baltasar Santiago Martín –autor de esta reseña–, al recibir el premio de manos del Maestro Eriberto Jiménez, director del Festival.
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El desfile dancístico comenzó con el dúo del ballet La bohème –coreografía de Laurent Deschamps para “El vals de Musetta” de la ópera homónima de Giacomo Puccini–; el cual comenzó con la interpretación al piano de la hermosa partitura por el Maestro Isaac Rodríguez, para luego continuar con la versión orquestal, donde Marizé Fumero y Arionel Vargas, de Ballet de Milwaukee, brillaron como los protagonistas de esta tan parisina y bohemia historia de amor, tanto en lo técnico como en la caracterización de sus personajes.

La brasileña Blanca Teixeira y el argentino Lucas Erni, del Ballet de San Francisco (bajo la dirección artística de Helgi Thomason), escogieron el adagio del pas de deux del segundo acto de El lago de los cisnes, con música de Chaikovski y coreografía de Marius Petipa, para revivir el primer encuentro entre Sigfrido y Odette

La pícara Kitri de la Gala de las Estrellas regresó ahora como la princesa convertida en cisne por el maléfico brujo Von Rothbart, que ha recuperado la forma humana por un breve tiempo, y Blanca lo tuvo muy presente, al no exagerar el port de bras como hacen algunas bailarinas, pues solo hubo un leve aleteo reminiscente al inicio del adagio, que bailó de principio a fin con gran lirismo, poesía y belleza, con hermosos arabesques, secundada por Lucas, quien la partneó y la secundó con toda la sutileza y elegancia que este adagio demanda, cargadas incluidas.

A continuación, Arts Ballet Theatre of Florida repitió su selección previa del sábado 14 de agosto: Chaikovski pas de deux, con música de dicho compositor y coreografía de Vladimir Issaev (director de Arts Ballet Theatre of Florida) sobre la original de Dolgushin, a cargo de Ramina Tanaka y Moegi Matzuzawa, que volvieron a sortear el pas de deux con musicalidad y rigor técnico, tanto en el adagio como en sus respectivas variaciones, a mi juicio, hasta mejor que la noche anterior.

Ramina Tanaka y Moegi Matzuzawa, 
en Chaikovski pas de deux.
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Dimensions Dance Theater of Miami, dirigida por Jennifer Kronenberg y Carlos Guerra, sí decidió ofrecer algo diferente a Adiemus, con Around Midnight, música de Erno Dohánnyl (Serenade in C Major, Opus 10) y coreografía de Yanis Pikieris, con Selah Jane Oliver y Fabián Morales como la pareja protagonista, quienes mostraron un gran acople, dominio técnico y una gran belleza plástica durante toda su presentación.

Les siguieron Amanda Rose Hall, del Ballet de Magderburgo, y Josué Gómez, del Ballet Real de Birmingham, de nuevo con el pas de deux del ballet La llama de París, coreografía de Vasili Vainonen y música de Boris Asáfiev, donde Amanda borró todas la imprecisiones de la noche anterior, y al prometedor adagio sí le siguieron variaciones mucho más seguras de su parte, sin perder la punta al concluir sus giros y se lució de nuevo con sus piqués intercalados con pirouettes y sí pudo concluir sus fouettés, aunque no clavada en el lugar, mientras que Josué brilló aún más esta noche con sus audaces double cabrioles devant (saltos de tijera con las piernas hacia detrás, casi horizontal, con “batido” de los pies), grand jettés y raudos giros con la pierna a 90 grados.

Amanda Rose Hall y Josué Gómez, 
en el pas de deux del ballet La llama de París.
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Petar Dorcevski, del Ballet de la Ópera de Ljubljana (Eslovenia), del cual es co-director artístico junto con Renato Zanella, salió a escena a defender Voyage, coreografiado por el propio Zanella para una partitura de Wolfgang Amadeus Mozart; un interesante solo en que Petar se vale de su torso desnudo, con su blanca camisa abierta, para transitar por los diversos estados de ánimo inherentes a un hombre común: por momentos travieso y hasta juguetón, y luego pensativo y nostálgico, con sus dudas e ilusiones, como si cuestionara su destino.

Petar Dorcevski, en Voyage
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El Ballet de Filadelfia, dirigido por Angel Corella, también decidió no repetir el pas de deux El cisne negro de la noche anterior, sino ofrecer algo muy diferente: Quiet of Love, coreografiado por Sabrina Bosco y como música el Concierto de Varsovia, del compositor inglés Richard Addinsell, con un arreglo moderno de Richard Clayderman.

Una Sydney Dolan vestida de gala y un Sterling Baca con su torso desnudo lograron un impacto visual tan rotundo como la preciosa música a la que dieron vida, gracias a su indudable arsenal técnico y expresivo, en una entrega absolutamente superlativa.

Después de esa Quietud del amor paradójicamente tan apasionada, Daynelis Muñoz e Ihosvany Rodríguez, del Ballet Clásico Cubano de Miami, bajo la dirección del Maestro Eriberto Jiménez, nos volvieron a trasladar al Medio Oriente con el pas de deux del ballet El corsario (coreografía de Petipa y música de Adolfo Adams), donde esta vez sí Ihosvany estuvo impecable (aunque no se cubrió los tatuajes con maquillaje), por lo que ahora, ya sin ninguna objeción, edito mi reseña del sábado 14 de agosto:
Tras un vistoso adagio muy bien partneado, con giros totalmente centrados y una perfecta cargada “caminada” sin titubeos, ambos se lucieron también en sus variaciones.

Daynelis Muñoz e Ihosvany Rodríguez,
 en el pas de deux del ballet El corsario
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Ihosvany, a quien le celebro su actuación tan en personaje como el esclavo Alí –mas no así sus ostensibles tatuajes–, hizo alarde de sus saltos con volteretas en el aire, raudos giros y una media diagonal de grand jettés, amén de sus masculinos entrechats, mientras que el desempeño de Daynelis fue (de nuevo) inobjetable, con toda la pirotecnia que su rol demanda: diagonal de piqués con pirouettes intercalados, y luego fouettés clavada en el lugar adornados del mismo modo, para cerrar ambos con una coda ‘bordada’.
Jennifer Lauren y Rainer Krenstetter, del Miami City Ballet, dirigido por la Maestra Lourdes López, repitieron el adagio Un sueño de las noches de verano, coreografía de George Balanchine y música de Félix Mendelsohn, “donde hubo un partneo muy preciso y centrado por parte de Rainer para la grácil, elegante y delicada Jennifer”, tal y como escribí sobre ellos en mi reseña de la Gala de las Estrellas del sábado 14 de agosto.

Jennifer Lauren y Rainer Krenstetter,
 en Un sueño de las noches de verano
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También Katherine Barkman y Gian Carlo Pérez, del Ballet de Washington, dirigido por Julie Kent, volvieron a bailar Diana y Acteón, un pas de deux con música de Ricardo Drigo, y coreografia de Agripina Vagánova sobre la original, donde ambos volvieron a brillar como en la noche anterior, por lo que me cito:
Katherine estuvo pendiente en todo momento de su rol de la cazadora Diana, y satisfizo la exigente coreografía con total bravura, con bellos arabesques, sostenidos balances y jettés elegantes y precisos; y unos fouettés “clavada” en el lugar, intercalados con pirouettes, en el apogeo de su variación.

Gian Carlo hizo girar a su compañera con total verticalidad –como debe ser–, y su variación fue absolutamente deslumbrante, pues a sus saltos no les faltó altura ni, incluso, volteretas acrobáticas casi horizontales. Sus vertiginosos giros, a su vez, resultaron también impresionantes; en fin, una muy feliz muestra actual de la excelencia de la Escuela Cubana de Ballet que, combinada con la ‘Americana’, dejó el escenario muy candente, tras la “huida” de Acteón perseguido por la vengativa Diana” (que es la que lanza flechas, no Acteón).
Katherine Barkman y Gian Carlo Pérez,
 en el pas de deux Diana y Acteón
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Y así llegó a su final esta Gala de Clausura del XXVI Festival Internacional de Ballet de Miami –y esta reseña que tan gustosamente escribo–, no sin antes agradecer al Maestro Eriberto Jiménez y a todos los bailarines y personas involucradas con el mundo del ballet y de la danza por su esfuerzo y sacrificio para mantener vivo el arte dancístico y en general el arte y la cultura en libertad en esta ciudad.


¡Patria y Vida!
¡Viva Cuba Libre!


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 30 de agosto de 2021

Fotos: Simon Soong





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