Foto/Rodrigo de la Luz
--------------
La Luna firma su propio recorrido.
Sólo ella pudo avizorar en los andenes
los enigmáticos trazos de la hormiga,
descifrar la huella insigne de los árboles,
escuchar la canción que deshabita
en las palabras.
La Luna se apresuró sobre los rieles
donde a veces se enrolla la esperanza,
enderezó el garabato feroz de la escritura
e iluminó al malabarista
que imitandola, giraba hacia
el recinto circular.
Gravitatoria sobre antiguas fábricas,
sobre solemnes edificaciones,
sobre vallas, pasquines, rótulos,
e inmensos epitafios.
Luna, de la inmoralidad y de la muerte,
de la mortaja y del orco;
donde estorbaban las palabras de poeta.
Luna, que en reflejo del espejo parpadeaba,
y cuál un ciego
cruzó el oscuro laberinto de la patria.
Luna, que iluminaba la avenida
tras el opaco acto del farol:
Previsora y suicida,
como una mancha rauda
que se repite en la línea de la mar.
Luna, que en la ventana de los magos
eras la fuerza sobrenatural.
La súbita quimera del viajero.
No comments:
Post a Comment