Con el estadillo social en Cuba, con los civiles exigiendo libertad y un “basta” al régimen cubano, ¿usted cree que este movimiento social se repliegue tras las medidas que está poniendo el gobierno para frenarlos? ¿O usted cree que la gente no se va a rendir tan fácilmente?
En este momento hay dos fuerzas muy grandes en tensión. Por una parte, creo que mi pueblo se ha cansado definitivamente de la farsa social de un país feliz y orgulloso de su sistema político. Creo que es un momento en el que la gente siente profundamente que es necesario un cambio radical, un cambio de sistema y no sólo cambios puntuales. Por otro lado, están el miedo y el instinto de conservación. La represión del gobierno ha sido y está siendo brutal y muy agresiva. Están literalmente sembrando el terror. Y eso tiene también mucha fuerza. Siendo realistas, cualquiera de las dos fuerzas podría imponerse, pero pase lo que pase, yo sí creo que vamos definitivamente hacia un cambio social y político. Podrá demorar más o menos, pero el gusto por la libertad ha entrado ya en nuestras venas.
En la rueda de prensa llevada a cabo el pasado 13 de julio, el Canciller de Cuba Bruno Rodríguez mencionó que Estados Unidos dificultó la adquisición de respiradores y equipo médico contra la COVID-19, a su vez, obstaculizó la prevención, el tratamiento y la inmunización de los cubanos frente al virus. Según estas afirmaciones, ¿qué medidas sanitarias han ido adaptando para que los fieles puedan volver a la Misa, recibir los sacramentos, poder tener una formación en la fe y apoyar a los enfermos que lo precisen?
Los Estados Unidos no niegan a Cuba la posibilidad de adquirir suministros médicos, eso no es verdad. Por otra parte, el responsable de que la inmunización en Cuba se retrasara ha sido el propio Gobierno, que rechazó la oferta de un plan de vacunación ofrecido a toda América Latina por defender la creación de sus propias vacunas en un momento donde era evidente que el proceso de desarrollo de sus candidatos vacunales se demoraría. Si Cuba hubiera aceptado la oferta de vacunación que se le hizo, la inmunización contra el Covid -19 en Cuba hubiera comenzado al menos seis meses antes.
En muchos lugares las autoridades sanitarias han decretado el cierre de las iglesias y el cese de toda acción pastoral que implique reunión de personas. En algunos lugares se acaba de autorizar la apertura de las iglesias con un aforo del 50%, manteniendo las medidas de seguridad que ya conocemos: mascarilla durante las celebraciones, desinfección y distanciamiento social.
¿Qué retos se esperan en la evangelización para los fieles católicos en Cuba?
Cuba es un pueblo que hace muchos años le dio la espalda a Dios. Y cuando un pueblo le da la espalda a Dios, no puede caminar. El reto mayor de Cuba hoy es ayudar al pueblo a volver su rostro a Dios, a abrir al corazón al Dios que lo ama y no lo ha abandonado.
Creo que el reto mayor de la Iglesia hoy es ayudar a la gente en un proceso de conversión que no sólo destierre odios y rencores, comprensibles pero inútiles, sino que ayude a las personas a proyectar sus vidas desde el Evangelio. Si el cubano de hoy no acoge a Cristo en su corazón, la Cuba del mañana podrá ser muy diferente, pero no conducirá al pueblo a la vida.
(Ver entrevista completa en Zenit)
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