Tuesday, September 21, 2021

(Carteles. Julio-Agosto, 1920) La fauna en los labios Un poema de Sergio Acebal.




Personas hay que al hablar
van diciendo por lo claro
su oficio o su profesión,
porque cuando están hablando
mezclan algunas palabras,
sin darse cuenta, en el diálogo.
por las cuales se deduce
su ocupación en el acto.

Si es un marino el que habla,
dice algún término náutico;
si es doctor habla de ciencias,
aunque no quiera probarnos
con sus palabras, que ostenta
un título; y si es mecánico,
también se !e van palabras
relativas al trabajo.

Este caso psicológico, 
o como quieran llamarlo,
a mi modo de entender
no tiene nada de extraño,
porque siempre tengo en cuenta
lo que dijo un grande sabio:
que "el hombre es un animal
de costumbres" y está claro:
de tanto hacer una cosa,
tenemos que acostumbrarnos.

Yo conozco un individuo
que tiene hace veinte años
una gran pajarería
y a fuerza de andar con pájaros,
los nombra a cada momento
aunque no vengan al caso.

Y así, de aquesta manera,
si ha de emplear un vocablo
que en algo se le parezca
al nombre de un pajarraco
en vez del vocablo dice
el pájaro que ha pensado.

Nunca al hablar se preocupa
porque el que le está escuchando
tenga que hacer deducciones;
él compone así sus párrafo
y si lo entienden, al pelo,
y si no, vayan al Diablo.

Cierta noche que tenía
deseo de darse un trago,
arrimose a una cantina
y así dijo: -A ver, muchacho,
una guinea aromática,
que al momento te la pavo.

El cantinero entendió
y una ginebra, en el acto
le puso, pero al pagar,
después de haberla tomado,
de una peseta que dió
le devolvió diez centavos
y él al ver el vuelto exclama,
dispuesto a dar un escándalo

- No, señor; no pavo real:
faisán solamente pago.

Pero como un real valía,
el cantinero, entre tanto,
trataba de convencerlo
diciéndole: - Está usté errado,
un real vale la ginebra,
es lo que siempre cobramos.

Y él gritó: - ¡Sijú y como!
¡Yo no he venido del campo!
Ese real que usté me cobra,
no soy bobo, papagayo,

Es jugador sempiterno
y hasta- cuando está jugando
nombra las aves que lleva
siempre en su vocabulario,
diciendo: - Me juego el loro
y los billetes de banco
porque me lo pide el cuervo
y tordo me importa un rábano.

¿Que lo pierdo? Lo perdiz;
y si Ud.; quedó arruinado
me voy a París o alondra
a trabajar sin descanso;
y si por desgracia mía
allá no encuentro trabajo,
pues me tórtola cabeza
y se acabó, ¡que canario!

Y en fin, lector, cierto dia
yo me puse a criticarlo,
diciéndole que callara
y me gritó: - ¡No me gallo!
¿Para qué tengo la oca
sino para hablar, canastos?

A mí lo mirlo me da
que me critiquen los sabios.
Me río del zun zun cordan
y hasta de los literatos.

¿Qué me equivoco y que meto
algunas veces la pato?
Es totí no te interesa,
pues al mejor escribano
puede írsele un gorrión
sin que resulte un milano.

Y tuve que desistir
de seguirlo criticando,
porque se puso furioso
y dijo en tono de guapo:
- Si vuelves a criticarme,
saco el cuclillo y le mato.

Dí, lector, si esto no es
tener la Fauna en los labios.

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