Wednesday, September 29, 2021

Martí y los toros (por Carlos A. Peón-Casas)


Las principales referencias sobre el mundo taurino que el Apóstol conoció de primera mano en su estancia española, nos llegan por un artículo suyo confiado al diario neoyorquino The Sun, con relación a una peculiar “corrida” a celebrarse en aquella ciudad en Julio de 1880.

La inusual experiencia conocida como “Charlotada” la organizaba un avispado hombre de negocios, a quien Martí identifica como Mr. Bergh, y los protagonistas del ruedo, aunque auténticos, y bajo el patronazgo de un tal Sr. Fernández, harían sus mejores esfuerzos pero con comedimientos extremos

El acto sería una imitación hasta donde se quisiera de la auténticas corridas de la Madre Patria, según ya empezaba apuntándonos el articulista:
La corrida… sólo puede ser el pálido reflejo de una genuina corrida de toros española porque Mr. Berg no quiere que los animales sufran (…)

El extraño placer que produce una corrida de toros tiene su origen en los padecimientos del toro, en su terrible furia ciega, en el peligro de los hombres y en el espectáculo de caballos ensangrentados que se arrastran por la arena. Es la emoción que nace de las agonías de la muerte, del olor a sangre, y del aplauso febril que saluda el toro que hiere o mata a sus perseguidores, y agujerea con sus cuernos ensangrentados los cuerpos de los caballos muertos. Es el gran tumulto, esta feroz originalidad que crea este placer salvaje(1).
El artículo es entonces más que la recreación del hecho, la ilustración oportuna para el público de la gran urbe del Hudson de las verdaderas y emotivas experiencias que el propio articulista conoció de primera mano. El color y la viveza de aquellas verdaderas puestas escénicas que resultaban las corridas de la España siempre ancestral, dejan el sabor inigualable de una experiencia que los neoyorquinos jamás saborearían.

Así sigue el texto martiano:
Los neoyorquinos no irán a la plaza, medio locos de excitación, comiendo naranjas y bebiendo buen vino de botas de cuero. No llegarán al anfiteatro gritando y cantando desde los techos de los ómnibus. Los ricos no viajarán en ese vehículo encantador, la calesa, cuya estructura polvorienta es halada por seis mulas animadas, cubiertas de cintas y de campanitas tintineantes y es conducida por un andaluz patilludo en un traje de lentejuelas y un pañuelo violeta, amarrada la cabeza. Hoy los palcos no estarán llenos de damas en mantillas negras cada una con una rosa roja en los cabellos y con una rosa `prendida en el lado izquierdo del pecho. Los hombres prontos a morir no responderán a los gritos de aquellos que están acostumbrados a estos derramamientos de sangre. Los infelices no entrarán en la arena, alegremente vestidos, con caras risueñas y corazones desfallecidos, después de rezar a la Virgen, ni agitarán las manos a sus amantes esposas, a sus madres temblorosas y a sus padres viejos(2).
El público de la gran urbe neoyorquina no vería mucho más. Para saber de veras de que irían aquellos lances tendrían que estar en Madrid, para ver la esplendidez y la tragedia del acto verdadero de torear:
Cuan esplendida y terrible es una corrida de toros en Madrid. El anfiteatro se llena por completo tres horas antes de la corrida. Se pagan los más altos precios por los asientos. Personas carentes de dinero lo buscan prestado para ir a la corrida. Todo el mundo bebe, come y grita. Chistes picantes cosquillean en los oídos de las jóvenes más distinguidas(…) Los espectadores silban, aplauden, se abofetean, y los cuchillos brillan en el aire. Al fin el presidente de la Fiesta entra en su palco. Frecuentemente asiste el Rey. Está acompañado por la Reina. Agita su pañuelo…Suena la trompeta. Un oficial en traje de Felipe IV sobre un corcel cabriolador llega hasta el palco del presidente, que deja caer en su sombrero de plumas la llave del toril o corral donde están encerrados los toros. Se va galopando y tira la llave al jefe de la cuadrilla de los toreros(3).
Lo que sigue del rito que acontece en aquella enfebrecida plaza Martí lo sigue narrando con el brillo de su realista pluma:
Todos los toreros, conspiradores de la muerte, saludan al presidente. El jefe es llamado el espada. Cada espada cuenta con su cuadrilla. Se mueve lenta y graciosamente, brillando sus trajes a la luz del sol.. Los chulillos cuya misión es distraer y cansar al toro por el movimiento incesante de sus pequeñas capas, y los banderilleros que, que clavan sus banderillas en su piel, siguen a Frascuelo, Lagartijo, Machio, Arjona, y el viejo Sanz, los grandes matadores que son halagados por las mujeres y saludados por los hombres(4).
Se acerca Martí en su relación al minuto ya esperado cuando el toro, actor y victima indiscutida del acto, emerja de su encierro:
Una puerta maciza al final de un corredor estrecho y oscuro, se abre y sale el toro. Para enfurecerlo se le ha mantenido en un encierro oscuro, sin alimento o agua, y ha sido torturado por aguijonazos de pica. Cegado por el torrente de luz, aterrado por los gritos que lo reciben, indeciso a cuanto a su primer ataque, se detiene, escarba con cólera la arena, baja la cabeza y mira ferozmente a sus enemigos(5).
La pormenorizada faena, tiene entonces un minuto de expectación con la arremetida ciega del toro contra los caballos de los picadores, y la acción impertinente de los banderilleros que lo aguijonean con sus dardos sin piedad. El matador aguarda su minuto de gloria escudado en los segundos. El toro, pieza sacrificial del acto, se resiste, pero puja aun por su vida:
Aunque las patas débiles del toro apenas pueden sostenerlo aunque los chorros de sangre corran por su cuerpo, y aunque llene la plaza con sus bramidos de dolor, una banderilla de fuego es arrojada contra su cuello. Al penetrar el dardo en la carne se enciende la baqueta. El olor de la carne quemada llena el aire y un humo negro sube en espirales desde su cuello ensangrentado(6).
El minuto sacrificial está cerca:
El matador generalmente sigue a los banderilleros. Esconde la espada en una muleta roja. En su mano derecha lleva la montera, una hermosa gorra redonda y se dirige graciosamente hacia el palco presidencial ante el cual ofrece su víctima. Al Rey, A la Reina! A las hembras andaluzas(7).
El minuto final ha llegado y Martí lo describe con magistral verbo , nada así verán los neoyorquinos por esta vez:
El matador le señala a la cuadrilla el lugar donde desea matar al toro. Los chulillos agitan sus capas ante el hocico del cansado animal(…) El espada lo deslumbra con los rápidos movimientos de una capa carmesí, el toro engañado se abalanza hacia el paño y el espada le da una estocada en el corazón. A veces la espada falla su golpe, hiere al toro en el cuello...Ninguna lengua puede pronunciar palabras más feroces que los epítetos lanzados al matador por la multitud defraudada… Se pensaría que iban a matar al matador. Le silban, y arrancan pedazos de lanas de los asientos para arrojárselos. Pero si el paso tiene éxito, tabacos, sombreros, capas y hasta los abanicos de las damas oscurecen el aire…(8)
La función neoyorquina no verá ese final, ni el minuto en que el toro ya muerto sea arrastrado fuera de la plaza, tampoco el toril se abrirá hasta ocho veces para dejar salir otros tantos especímenes que serán sacrificados, por otras diestras espadas, como si sucede en las corridas auténticamente españolas.

Martí resume para el lector del diario lo que no será la corrida neoyorquina de ningún modo:
Cuando un toro hiere a dos o tres matadores y mata a diecisiete caballos, su fotografía esta en gran demanda. Todo el mundo la compra. Su cabeza es vendida a gran precio, y acaba por adornar el cuarto de algún amante del deporte. Tal es una corrida de toros española en toda su desnudez. Afortunadamente Mr. Berg nos salvará de semejante exhibición en Nueva York(9).


-----------------------
  1. La Corrida de Toros. José Martí. The Sun, 31 de julio de 1880. (Texto original en Inglés). En Revista Carteles. Año 34-No.5 Febrero 1ero de 1953. p. 88 y 138.
  2. Ibíd
  3. Ibíd
  4. Ibíd
  5. Ibíd
  6. Ibíd
  7. Ibíd
  8. Ibíd
  9. Ibíd

No comments:

Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!

Gaspar, El Lugareño Headline Animator

Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!