Eres más linda tú, más hechicera
cuando abrazas la intrépida bandera
de tu tierra natal;
el machete colgado a tu cintura,
aumenta tu magnífica hermosura
maravillosamente tropical.
Si te pudiesen ver nuestros guerreros,
con más tesón, si cabe, sus aceros,
esgrimieran tal vez;
pues tu belleza, que al pasar arrolla,
lo tiene todo para ser criolla;
¡arrogancia, nobleza y altivez!
Junto a tu diestra, mórbida y pequeña
más hermosa aparece nuestra enseña,
blanca, azul y punzó.
Mientras tú la sostengas en la mano,
será tu admirador todo cubano,
pero tu esclavo nadie más que yo!
Al mirar tus undívagos cabellos,
y que hay en tus pupilas más destellos
que del Sol en la luz;
ante tu imagen célica y radiosa
- ¡perdóneme la patria! - más hermosa
que mi bandera me pareces tú...
Tampa, 8 de agosto de 1898
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