Debido a los avatares por todos conocidos del virus de la covid, demoró en llegar a mí el segundo tomo de la monumental obra de Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria. Desde el primer tomo dedicado a las participantes en la Guerra de los Diez Años, ya sea acompañando a sus esposos o como enfermeras, se advierte la enjundiosa investigación de la autora.
No obstante, el segundo tomo, continúa sin desmayar y aún lo aumenta la línea investigativa seguida por la escritora. Se sabe que la historia, y sus libros, los escriben fundamentalmente hombres y, con más razón, se hacía necesario e imprescindible rescatar para la verdad histórica, aquellas figuras ocultas tras la sombra de chalecos y bombines.
Se ejemplifica muy bien con las palabras del diario del coronel Cosme de la Torriente ante la valentía de la capitana Luz Noriega: “Tiene mucho valor esa señora, pero no sé si es por lo mucho que me choca verla en la fuerza, el caso es que no me agrada(1)." Y aunque no deja de referirse a su juventud, belleza, y su valor, ese “no me agrada” es la expresión del patriarcado dominante en el siglo XIX. Muestras como la anterior nos bastan para demostrarnos la importancia de la investigación de Fernández Soneira.
Otro mérito del libro es el capítulo II “La mujer negra en la sociedad y en la guerra” que inicia con una foto de una esclava negra, ama de leche con un bebé blanco en sus brazos; aspecto destacable del tomo son sus innumerables imágenes que apoyan los temas tratados: desde imágenes de la manigua, retratos familiares o individuales.
Se muestra una tabla con los nombres de mujeres negras que contribuyeron a la Guerra mediante dinero o sus propiedades. Y un acápite importante es el dedicado a la familia del conocido patriota Juan Gualberto Gómez a través de su madre Serafina Ferrer, hija de una negra carabalí; y de su esposa, Manuela Benítez, nacida en Cádiz, quien lo conociera cuando él se hallaba prisionero en Ceuta.
Un detalle importante es que la portada del libro ostenta la foto de Rosa “La Bayamesa”, insigne mujer que participara en las dos guerras, valiosa por su trabajo como enfermera y por sus conocimientos de las plantas medicinales.
Y así, muchas más a las que su condición social las relegaba a las peores labores y al olvido; pero que la autora Teresa Fernández Soneira ha buceado en archivos, bibliotecas y fuentes inimaginables para desempolvar a estas mujeres negras, mayoritariamente menospreciadas.
El tercer capítulo se dedica al nefasto episodio de la Reconcentración engendro creado por el ambicioso Valeriano Weyler apodado “El Carnicero”. Una muestra de los horrores que sufrió el pueblo cubano, en especial las provincias occidentales, es transcrito a través de las cartas de la patriota Magdalena Peñarredonda a don Tomás Estrada Palma; y apunta la autora: “Luego de meses de sufrir la infame Reconcentración, sin comida, ni agua, ni baños; sin cuidados de salud, edificios donde cobijarse y ropa, los reconcentrados murieron de hambre, deshidratados y la viruela en proporciones alarmantes(2)." Además, este capítulo lo acompaña un espeluznante testimonio gráfico.
Hasta al Santo Padre se escribió pidiendo clemencia y terminar con el genocidio, como lo hizo la cubana Elena Mayolini de Valdés. También se muestra una tabla con la cantidad de defunciones causadas por la Reconcentración en las distintas provincias.
Concluye este capítulo con los nombres de las patriotas que se dedicaron, al terminar la guerra, a socorrer a los huérfanos, entre ellas, María Cabrales de Maceo, Aurelia Castillo de González y las hermanas Rosalía y Marta Abreu.
El capítulo IV, “La labor humanitaria de mambisas, religiosas y enfermeras” resalta la figura de aquellas mujeres, ya fueran de congregaciones religiosas femeninas, mambisas o que dedicaron su empeño a los hospitales de sangre.
De estas valerosas mujeres aparecen reflejadas, entre otras, la capitana Adela Azcuy, Rosa Castellanos “La Bayamesa” quien ya había colaborado en la Guerra de los Diez Años; Isabel Rubio, Regla Socarrás, y Mercedes Sirvén Perez-Puelles, farmacéutica, y la única mujer que alcanzaría el grado de comandante.
Exhaustivo el estudio sobre las religiosas y sus congregaciones que se dedicaron a socorrer a enfermos y heridos mediante la transcripción de importantes documentos. Se destacan las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl; las Siervas de María de los Desamparados, ministras de los enfermos; y el Instituto de Religiosas del Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús. En todas ellas se mencionan nombres imprescindibles de religiosas consagradas a sus votos.
En el capítulo final “Que la Patria os contempla orgullosa” nos dice la historiadora: “Reseño en este capítulo por orden alfabético, a las cubanas meritorias producto de mis investigaciones de esta etapa pre-independentista de nuestra historia. Las numerosas mujeres que marcharon al exilio, constan en el volumen III de esta obra(3)”. De esta forma desfilan una serie de mujeres poco conocidas u olvidadas como es el caso de América Arias, cuyo nombre aun lleva un hospital de maternidad. Se dedica un espacio a la familia Bolaños-Fundora entre otras, y llama la atención la figura de Elena Borrero, opacada por su hermana Juana; las mujeres de la familia de Martí, en fin, sería interminable destacar las grandes figuras redimidas por Fernández Soneira.
Resulta arduo reseñar una investigación tan meticulosa y profunda, de la que es difícil sustraerse. Sus últimas páginas, como importante complemento, transcriben un emotivo texto del “hermano del alma” de Martí, el médico Fermín Valdés Domínguez, “La Noche Buena”; y con la promesa de su autora de continuar en el tercer volumen con las patriotas en el exilio. Al estudio lo acompaña una Cronología de la Guerra del ’95, la Bibliografía y un Índice Onomástico.
Libro de imprescindible consulta para quien desee acercarse a un tema tan poco estudiado como es la participación de las cubanas durante la Guerra de Independencia, es lamentable que ejemplares de este no puedan encontrarse en las bibliotecas cubanas por separaciones que nada tienen que ver con las excelentes investigaciones de nuestra historia patria.
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- Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 199.
- Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 148.
- Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 262.
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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niñosLos perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.
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