Fotos/ Neidys Hernández
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Homilía del Card. Juan García Rodríguez en la Misa de Acción de Gracias por los Cien Años de la llegada de las Hermanas del Instituto de María Auxiliadora a Camagüey y Cuba. Catedral de Camagüey. Diciembre 7, 2021. Queridos hijos e hijas, estimadas hijas de María Auxiliadora, que por cierto para tener cien años se ven muy bien. Estimados hijos e hijas de San Juan Bosco. Con el salmista damos gracias a Dios por inspirar al padre Felipe de la Cruz y a Dolores Betancourt Agramonte el sueño de hacer presentes a las hermanas salesianas en Cuba, hecho realidad dicho sueño hace cien años.
Con el salmista damos gracias a Dios por los Colegios Dolores Betancourt, frente al Obispado; María Auxiliadora de Nuevitas; María Auxiliadora de la Avenida de los Mártires; María Auxiliadora de Guáimaro y el Colegio de El Carmen.
Con el salmista damos gracias a Dios por las hermanas salesianas difuntas, por aquellas que están enfermas y las que hoy, sin descanso, hacen viva la Palabra de Dios, el catecismo y las obras de misericordia corporales y espirituales.
Todos los ex-alumnos y ex-alumnas han de cantar, por lo recibido: te damos gracias, Señor.
Damos gracias a Dios a estas Hijas de María Auxiliadora por enseñar lo que hemos de creer, confiar en Dios Padre, creador de la maravillosa familia humana y que nunca nos dejará abandonados.
Ustedes, queridas Hijas de María Auxiliadora, nos predicaron con la vida y palabras el Evangelio de Cristo, el Hijo de Dios, que envió desde la eternidad hecho hombre en el seno virginal de María, nacido en la cueva de Belén. El mismo Jesús pasó haciendo el bien, sanó a los enfermos, consoló a los afligidos, perdonó a los pecadores, murió en la Cruz, suprema prueba de amor, resucitó y vive para siempre junto a Dios Padre en la casa del cielo.
Damos gracias, queridas Hijas de María Auxiliadora, que nos manifiestan con su presencia el Espíritu Santo, quien nos fortalece para vivir el amor, la paz, la reconciliación. Damos gracias a las Hermanas Salesianas por prepararnos para recibir los Sacramentos de la iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía; y nos ayudan a vivir la gracia de los Sacramentos de la Penitencia, la Unción de los Enfermos y el Matrimonio, natural, fiel, fecundo, sacramental.
Damos gracias por las Hermanas Salesianas que nos indican el camino de los Diez Mandamientos, por cual camino nunca nadie se ha perdido. Si alguien no recuerda estos Diez Mandamientos, que son la síntesis de millones de leyes que hay en el mundo para el que pueblo sea feliz, Mons. Willy está dispuesto a obsequiarles el Catecismo en el que se nos explica cómo vivir los Diez Mandamientos.
Damos gracias a las Hermanas Salesianas porque nos enseñaron a hacer bien la señal de la cruz, nos enseñaron el Padre Nuestro, el Ave María, el Gloria al Padre y muchísimas oraciones bellísimas.
Damos gracias a las Hermanas Salesianas que nos enseñaron lo que hemos de esperar: la Vida Eterna y plena de amor en la casa del cielo; y también para llegar a esa Vida Eterna, nos enseñaron el horror al pecado, a la violencia, al alcoholismo, al robo, al aborto, al abandono de los viejitos; todo lo cual es llorar y hacer llorar. Y si nos arrepentimos habiendo hecho el mal, aunque sea en el último momento de la vida como el buen ladrón, nos lleva al eterno arrepentimiento de Dios, que es el Cielo.
Los ex-alumnos salesianos y ex-alumnas salesianas, por favor de pie. Lo que recibieron en sus escuelas, lo que oyeron, lo que vieron, anúncienlo a sus esposos y esposas, a sus hijos y nietos, a sus nueras y yernos, a sus vecinos. Algunas ex-alumnas de Nuevitas dicen que eso es imposible, pero Sor Hilda nos cuenta que cuando quedó fundado el Colegio Dolores Betancourt en el año 1931, las monjas fueron al barrio de la Belén, allí había unos chiquillos malcriados que tiraban piedras al alumbrado público, tocaban todas las puertas de las casas y salían corriendo, lanzaban fango a las paredes, robaban gallinas; entre esos chiquitos un tal Paquito, capitaneados por un tal Osvaldo Gumercindo. Las salesianas con su testimonio de enseñanza, corrección amorosa y la oración, transformaron a esos chiquillos y hoy hay algunos sacerdotes aquí presentes. Para Dios no hay nada imposible, un corazón duro si recibe constantemente amor, se ablanda.
Estimados ex-alumnos y ex-alumnas salesianas, preparar un arbolito y un nacimiento entre toda la familia desde los mayores hasta los más pequeños es enseñar y disfrutar lo que ustedes aprendieron. Que el Señor les conceda, con el auxilio de san Juan Bosco y santa María Mazzarello, a la hora de partir a la casa del cielo, dejar aquí unos hijos y nietos católicos practicantes, y repletos de amor a Dios para ti y para todos.
Es esta ahora nuestra oración personal y silenciosa.
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