Carlotica para mí fue una mujer santa, no santurrona, siempre se adelantó a su tiempo. Lectora incansable siempre al día en cuestiones sociales y teológicas.
Muy preocupada por la juventud. Dios quiso que viviera con su madre frente al Instituto y esto le daba la oportunidad de acercarse e invitar a todos los jóvenes que conocía a participar de cuanto evento tenía noticia a nivel nacional e internacional en los cuales, según ella, debíamos participar. Así fuimos a la Asamblea de Pax Romana en La Habana representando a la JEC, Juventud Estudiantil Católica.
Nos facilitaba libros y revistas, como Paris Match a la que estaba suscrita. Puede decirse que el francés era sus primera lengua ya que era la que siempre hablaba con su madre.
Divertidisima, caminaba mucho y muy rápido. Su cabello era muy fino y lacio. Era imposible que se viera despeinada pero siempre cargaba un peinecito y lo usaba frecuentemente. Tenía los ojos azules y se pintaba a diario. No puedo decir que se ‘maquillara’ porque se daba unos brochazos y listo.
Muy fiel a la Iglesia, asistía a Misa a diario, sin dejar por eso de cuestionar la posición de la jerarquía en diversos asuntos. Estuvo en Roma alguna vez. Conocía y ayudaba a todo el mundo sin alardes.
La detuvieron por colaborar con el MRAP y la sancionaron a 2 años de reclusión domiciliaria en la causa 51 de 1971. Esta causa se conoció popularmente como la causa de los católicos.
A pesar de muchos intentos de amigos y familiares, Carlotica se negó a salir de Cuba donde permaneció hasta su muerte el 21 de enero de 2021.
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