La relación de sucesos de aquella jornada de Enero de 1839, un sábado de hace casi doscientos años, en el Puerto Príncipe que se hacía a sí mismo, es un testimonio muy singular que aludimos desde esas misivas de nuestro Lugareño, y que a no dudarlo siguen edificándonos desde la completísima colección(1) que las compilara en 1951.
Remitida al que fuera su paisano Marón Ramos, es un compendio siempre interesante de hechos y sucesos. El Lugareño se identifica de entrada con un Guatibirón, especie de Martín pescador que revoletea sobre las confiadas aguas en busca de sus diminutas presas. Y la imagen no puede ser más objetiva.
Dice en su misiva:
Yo soy el Guatibirón del Camagüey, tú lo sabes: nadie me necesita, nadie me persigue: nadie me teme, a nadie temo; pues como ya no hay Caimanes en el Tínima y en el Hatibonico, el peligro de revolotear y de cazar a la flor del agua se ha disminuido… Apenas tengo que precaverme cuando ocurre alguna grande creciente por si trae algún caimán de paso por allá por la embocadura del río San Pedro, suspendo el vuelo por un momento, por evitar que el caimán me aceche y zas adiós Guatibirón(…) vivo solitario, uraño, libre y aparezco cual fugaz meteoro ya sobre el charco de Triana, ya sobre el de Carrasco, (…) ora en contra, ora a favor de la corriente cazando al vuelo aquí la larva y el gusanillo, allí el insecto que se atreve a introducirse en mi jurisdicción. Así me nutro de inmundicias si quieres, pero me nutro y me divierto y cuento con que por muchos años no me faltarán alimento y diversión sobre las aguas del Camagüey.
A renglón seguido comienza su relación del día con novedades de la otrora ciudad que bien valen ser escuchadas, un compendio de lindezas al por mayor, y otras hierbas, de aquella ciudad siempre mediterránea y a veces, no pocas, muy pagada de sí misma. Lo que se nos cuenta, empero la distancia del tiempo, nos vuelve a conmover por su actualidad, como decía Cicerón: “o tempora, o mores”:
Hemos tenido unos exámenes de escuelas y colegios que nada tienen que envidiarles a los de esa gran capital(…) entre los chiquitines había nenés capaces de examinar a los tres cuartos de los concurrentes; a lo que atribuyo que muchos de los que debían de haber concurrido no aportasen ni por esa calle(…) Nuestra gente de cuño viejo va abriendo los ojos, y conociendo que la aristocracia del talento y de la educación es la única que puede brillar y hacer papel en este siglo, en que los burros siempre serán burros por más oro que les echen encima, y al cabo tirarán la patada(…).Nuestra imprenta, ya tu lo ves, se enriquece de día en día con sólo haber chapeado las maniguas y bejuqueras que estorbaban la entrada de los rayos del sol. Al momento que se ha despejado el terreno ha brotado por encanto la pandilla de articulistas, como brota el palmiche en las rosas de los potreros. No bastan ya dos Gacetas: bien pronto habrán tres, lo cual equivale en el termómetro intelectual a un tercio más de calor del que teníamos el año pasado, y esto a pesar de las profecías que anunciaban la decadencia de la Imprenta camagüeyana. Verdad es que algunos articulistas juran retirarse por éste o aquél motivo; pero tú sabes que nuestros juramentos son como los de las mujeres de parto, mientras dura el peligro. La comezón de escribir es irresistible, principalmente para los de castas locuaces que cuando no tenemos de qué, ni de quién malhablar, hablamos de nosotros mismos. No me vuelvas a preguntar de quién es el artículo tal: léelo y por el fruto conocerás al árbol (…).Te acuerdas de aquellas rampas de la calle de tu casa, que están como bocas de viejas?. Pues bien ahora se van a refaccionar. Las rampas… Las lomas de tierra y cascajo que cada egoísta de este vecindario arrimaba a su quicio o pared, para que el pobre vecino cargase con el diluvio de las aguas o para que los caminantes nos volviésemos cabras, también se rebajarán sin remedio y las calles quedarán niveladas, como que el sistema de nivelarlo todo eses el gran sistema reinante del siglo: nivelar los entendimientos por medio de la educación pública; nivelar las riquezas abriendo y honrando los caminos y canales de la industria: nivelas hombres y mujeres para que haya más matrimonios, y no sea grande obstáculo la altura de unos y la bajeza de otros…En esta seca deben quedar concluidos los dos puentes de Sta. Cruz y la Fundición, la Plaza del Recreo y un famoso aljibe que se está construyendo en la casa de Gobierno. Debe darse principio al camino de hierro, y dicen que al Nuevo Teatro. No te incomodes ni te intranquilices con los cuentos que les oyes a esos pájaros de paso que van y vienen al Camagüey sólo a murmurar. Si te dicen que los más lechuguinos, es decir los que están a la vanguardia del progreso son los que menos contribuyen para el camino de hierro, y el teatro, y la Plaza y los puentes y las rampas, y las escuelas públicas, y todo lo demás; desmiéntelos y asegura con firmeza que todo camagüeyano es tardío, pero seguro(…).
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Cartas del Lugareño. (Gaspar Betancourt Cisneros) Compilación y Prólogo de Fernando de Córdoba. Ministerio de Educación, Dirección de Cultura. La Habana, 1951. (Sábado 26 de Enero de 1839.) p. 203
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