En el año de 1916 una nueva tormenta política ensombreció el panorama de la República de Generales y Doctores; el General José Miguel Gómez, desconoció el resultado electoral que había dado la victoria en las urnas al General Mario García Menocal y como era su costumbre se alzó en armas; el 11 de febrero de 1917 los liberales o miguelistas se fueron al monte en las provincias de Villa Clara, La Habana, Camagüey y Oriente.
Nuevamente los mambises se enfrentaban en una lucha fratricida sin respetar la constitución, ni tener en cuenta el peligro de anexión que flotaba como una Espada de Damocles sobre la nación.
En Santiago de Cuba los liberales controlaron sin esfuerzo la guarnición del Cuartel Moncada y ocuparon militarmente la ciudad, apresando al Gobernador y otras autoridades locales.
El 8 de marzo ocurrió algo insólito, fuerzas liberales y de la Guardia Rural salieron en operaciones al campo y dejaron abandonado el Cuartel Moncada, el cual fue saqueado por opositores; ese mismo día los buques de guerra norteamericanos que estaban fondeados en la bahía desembarcaron tropas y ocuparon lugares estratégicos, asumiendo el control del orden público en la ciudad.
El 15 de marzo llegaron de la Habana tropas del Ejercito Nacional que pusieron fin al alzamiento liberal en la ciudad y restablecieron el control constitucional, por lo que los marinos yanquis retornaron a sus barcos.
La sociedad santiaguera no parece haber sufrido una gran conmoción a consecuencia de los sucesos de la Chambelona, como se le llamó popularmente al alzamiento liberal. Quizás porque ya para entonces los mambises habían demostrado su incapacidad para gobernar el país y se desmoronaba lentamente su leyenda.
Una mirada a los periódicos santiagueros de los meses que sucedieron a la Chambelona, muestra el rápido retorno a la vida normal.
El carnaval de julio de 1917, parece haber sido esplendido. Una crónica sobre el mismo apunta lo siguiente:
El paseo monopolizó la gran animación. Un gran cordón de coches, autos, carrozas y vehículos de diversas clases y formas, que partieron del parque Céspedes recorrió las calles de Heredia, Lacret, General Portuondo y Estrada Palma. En los edificios, las aceras y boca calles, un numeroso publico presenció el desfile. La mayor concurrencia estuvo en el parque Céspedes, el atrio de la catedral, los hoteles Casa Granda y Venus, el Club San Carlos, el Centro Gallego, el Ayuntamiento y las residencias particulares cercanas. La batalla de serpentinas y confetis fue muy intensa. El pavimento de la calles quedó cubierto totalmente de una capa de múltiples colores.
El jurado para otorgar los premios a las vidrieras y carrozas mejor engalanadas, estuvo integrado por prestigiosas figuras locales como José Joaquín Tejada, José Bofill, Carlos Segrera y el dominicano Luís Desangle.
Seguramente no se escucho más la Chambelona, ahora asociada a la violencia desatada por los liberales.
El enfrentamiento armado entre liberales y conservadores parecía sepultado en el olvido, lo cual era una señal inequívoca de la perdida de prestigio de los políticos y anunciaba la proximidad del fin del monopolio del mambisado.
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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.
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