Fernando y Alberto Alonso
Foto/Revista INRA. Febrero 1960
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Una "escuela" es algo claramente reconocido y coherente. Cuando hablamos de escuelas históricas podemos decir, sin vacilación que Ekaterina Maximova sigue la escuela rusa y Claire Sombert la francesa, para hablar de bailarinas presentes en el festival. La rusa tiene un gran "ataque" que podemos llamar "atletismo clásico", los movimientos son amplios, generosos. La francesa tiene elegancia y gran lógica en el desarrollo del detalle. El estilo ruso debe su origen a la danza francesa llevada a Rusia por Didelot, Duport y Petipa, combinada con la fuerte técnica de la escuela italiana, llevada por el maestro Cacchetti y Pierrina Legnane. Esos dos estilos influidos por el temperamento ruso y los dones naturales de ese país con gran tradición en bailes folklóricos, ha producido la Escuela Soviética que se desarrolla por un contacto nuevo con un publico muy numeroso.
Una escuela depende del físico y del temperamento nacionales, y de las condiciones sociales en que surja. La fuerza del clasicismo está en que constituyó un idioma que puede ser hablado con varios acentos: Hemos visto en el festival bailarines que no pertenecen a escuela alguna pero que han ensayado el estilo soviético, que no les encaja ni por tradición ni por temperamento.
Es posible discutir la Escuela Cubana con más comprensión, pero sin intentar fijar una fórmula. El físico cubano es excepcionalmente flexible. Las bailarinas giran desde las caderas, tienen un enorme alcance y sus espinas dorsales son muy flexibles. Ninguna otra compañía podría realizar los movimientos requeridos por ese interesante, difícil y bello ballet Espacio y Movimiento. Está concebido para mostrar los dones característicos particulares de las bailarinas cubanas. Una combinación muy inteligente de neo-clasicismo y danza popular. En los clásicos puros el "adagio" es más lento en "tempo" que en los otros. Aquí todo movimiento es acabado. He visto una tibia y sensual cualidad latina, la cualidad de gente que se despereza bajo el soL El equilibrio de estas bailarinas es especialmente notable. Creen tener suficiente tiempo para disfrutar del movimiento en toda su plenitud. Están disciplinadas en común con todas las escuelas y, cosa rara, hacen de cada pequeño papel uno importante. Dentro de la disciplina se les ha permitido pensar por sí mismas.
Un detalle único del ballet cubano es la integración de razas. Esto todavía no ha producido efecto notable en la escuela, pero seguramente lo producirá. En qué dirección exactamente, no lo sé. Pero influirá e inspirará a los coreógrafos modernos a buscar direcciones físicas y dramáticas que nunca antes se pretendieron.
Agregará una dimensión nueva a un arte muy viejo. En fin: existe una escuela cubana de ballet, la más joven nacida en unos 300 años de historia y que ya puede reconocerse sin lugar a dudas.
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