"Un acontecimiento importantisimo del cual pueda depender la pronta terminación de la guerra ha tenido lugar durante el período quincenal que hoy reseñamos. La muerte de un hombre cuya alma pertenece a Dios y cuya memoria a la historia, como dijimos al ocuparnos personalmente de este suceso, ha venido a llevar la dispersiòn y el pánico a los rebeldes del Departamento Central. Ignacio Agramonte, titulado generalísimo de los insurrectos del Camagüey ha muerto en un reñido encuentro con nuestras tropas...
La pacificación del Camagüey, hemos dicho más de una vez, es la pacificación de la Isla de Cuba. En el Camagüey ha tenido la insurrección su principal núcleo de fuerza, en el Camagüey se constituyó esa parodia de gobierno rebelde que fijó en Guáymaro (sic) sus reales; en el Camagüey se lanzaron al campo casi todas las principales familias que residían en Puerto Príncipe (...) en el Camagüey se levantaron reductos y trincheras, que tenían por fortalezas inexpugnables, los partidiarios de Cuba libre, y del Camagüey, por fin, se han surtido y surten de carnes y viandas los insurgentes del resto de la Isla...
Ignacio Agramonte era la personificación en la actualidad del movimiento separatista, y muerto él no queda en la insurrección cabecilla alguno de suficiente prestigio para remplazarlo (...) La completa derrota de los ochocientos hombres que mandaba Agramonte, la flor y nata de sus secuaces, habrá producido un efecto terrible, máximo con la muerte de su renombrado jefe..."(Diario de la Marina. Mayo 15, 1873)
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