Nació, en Camagüey, el 24 de mayo de 1882. Comenzó sus estudios musicales, por vocación, a la edad de nueve años, y a los diez ya mereció figurar en la orquesta de la "Sociedad Popular de Santa Cecilia", de la que fue nombrado miembro de mérito. A los doce provocó la admiración de sus oyentes con la ejecución, en la flauta, de varias difíciles obras de concierto, y a los veintidós llegó a ser considerado como uno de los más notables flautistas de América. Interrumpió sus estudios, a la edad de quince años, para lanzarse al campo de la guerra y combatir por la libertad de su patria, y a su regreso de la lucha heroica tuvo que sostener lo que le imponía la vida, con sus dificultades de orden económico; y para resolver éstas, organizó orquestas de baile, cuyos productos aplicaba a la subsistencia de su familia y a los gastos originados por sus estudios musicales, que reanudó con entusiasmo.
Fundó, organizó y dirigió la Banda Infantil de Camagüey; recorrió la Isla como director de compañías de zarzuela, y como tal laboró igualmente en el teatro "Marti", de esta capital, y fue a México al frente de una compañía cómico-lírica cubana. Durante algunos años fue primer flauta en las orquestas de las más importantes compañías de ópera italiana que actuaron en esta ciudad, y tuvo el honor de ser acompañante musical de varias eminentes sopranos ligeras pertenecientes a aquellas compañías.
Desempeñó una plaza de profesor en el Conservatorio Nacional, del maestro Blanck, hasta que ingresó en el Ejército de la República, como primer teniente, y fue encargado de organizar la Banda musical del Campamento de Columbia, realizado lo cual mereció el nombramiento de subdirector de la excelente Banda del Estado Mayor, plaza análoga a la que tuvo en la "Banda Cuba".
Si valiosa y plausible ha sido su actuación como instrumentista, director y pedagogo, más lo es su labor de compositor inspirado y fecundo, probado por la calidad y el número de sus obras, entre las cuales citaremos sus originales y lindas criollas, en cuya colección figuran A Carmela, El mambí, Cubanita, Soy cubano, etc., coronadas por el éxito y cultivadas después por otros notables compositores; el poema sinfónico La Vida, la obertura Martí, la marcha fúnebre Patria, a la memoria de Antonio Maceo; la marcha Inocentes, a la memoria de los estudiantes fusilados en 1871; el Himno Universitario, con letra de Gustavo Sánchez Galarraga; Marchemos a Berlín, canto heroico, con letra de Oscar Ugarte, y una gran diversidad de otras composiciones, como oberturas, suites, zarzuelas, potpourris, marchas, boleros, danzas y pequeños poemas melódicos populares, de genuino sabor cubano y de fina factura artística. Muchas de estas producciones han recorrido e! mundo, impresas en discos fonográficos Víctor, compañía con la cual tiene celebrado contrato e! maestro Casas, que es también uno de los más eficaces divulgadores de la radiofonía en Cuba, como propietario de la Estación "2-L. C.", y fabricante de los acreditados Rollos Nacionales para pianolas.
Mereció los primeros premios en el concurso de composítores veríficado, en la Habana, por acuerdo del Ayuntamiento, con motivo de unos festejos carnavalescos, durante el período administrativo del alcalde municipal Sr. Julio de Cárdenas, y también obtuvo otro primer premio la "Banda Cuba" de la que entonces era subdirector.
Posee diplomas y medallas de los Ayuntamientos de la Habana y Cienfuegos, fue nombrado presidente honorario de unas fiestas musicales celebradas por el Municipio de Bayamo, y ha sido distinguido justicieramente con diversas condecoraciones en el Ejército, entre ellas, la del Mérito Militar.
Todos estos hechos prueban definitivamente la excelente calidad artística y moral del simpático maestro Casas, cuyo celo por la pureza de la música cubana consta en el siguiente pensamiento suyo:
Encierra tanta belleza melódica y ritmica, la música cubana, que es una verdadera desgracia la degeneración actual, llevándola hasta el monótono son.Siendo, como es, nuestra música tan sentimentalmente melódica, con un ritmo tan vario como bello, cualidades que han permitido escribir páginas hermosas a nuestros mejores compositores, cuyas obras nos prestigian en todas las épocas, es una verdadera lástima no sostener una campaña de mejoramiento contra esa invasión de obras de "componedores y remachadores" que dicen tan poco en favor de nuestra cultura.La ignorancia no solamente corrompe lo que crea, sino que infiltra el virus degenerante a los que asimilan su producto, dando motivo para que se imiten esas creaciones sin ton ni son por los cerebros no bien organizados.
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Tomado de Cuba Musical 1929
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