“Soy lo que escribo”
MMH
Acaba de fallecer este viernes 6 de mayo en la ciudad de Miami el gran intelectual cubano Matías Montes Huidobro, recién haber cumplido 91 años de una fructífera vida dedicada a las letras. Con su desaparición física se nos va uno de las autores cubanos más versátiles y productivos de todos los tiempos, para quien el acto de escribir estuvo indisolublemente ligado con el de existir. Cultivador de tan disímiles géneros como el teatro, la poesía, el cuento, la novela, la crítica, el ensayo, la investigación teatral, desde muy joven sintió la necesidad de expresarse a través de la escritura, neccesidad que lo acompañaría por el resto de su vida hasta el momento de su muerte.
Este cubano nacido en la ciudad de Sagua la Grande, que decidiría abandonar Cuba en un temprano 1961 ante lo que ya veía que se avecinaba, que llegaría a ser académico de la Universidad de Hawai e invitado en otras instituciones de los Estados Unidos, que participaría en gran cantidad de eventos tanto dentro de territorio norteamericano como en el extranjero, se convirtió por derecho propio en una de las figuras más destacadas de la intelectualidad cubana en el exilio.
En la abundante obra de Huidobro encontraremos exhaustivas investigaciones sobre autores españoles y cubanos, tesis y conferencias que presentó ante diferentes auditorios tanto de estudiantes como de eruditos y en todos se impuso no solo por su profundo conocimiento y rectitud en la investigación, sino además por el siempre presente toque de humorismo y cubanidad que nunca lo abandonó y que seria el sello personal de toda su obra sin importar del género que se tratara.
Desde 1949, año en que conociera a quien fuera su compañera por toda la vida, fallecida hace tan solo algunos meses atrás, Yara González-Montes, formaron ambos una pareja imprescindible en el mundo académico e intelectual cubano-americano. Si bien él fue el docto profesor universitario, investigador y escritor, ella también lo acompañó por el camino pedagógico, de la investigación y del ensayo. El Doctor en Padagogía en la Universidad de la Habana, ella de Filosofía y Letras de la misma universidad y de Lenguas y Literatura Hispánicas de la Universidad de Pittsburgh, así como ambos ostentaban el título de Profesores Eméritos de la Universidad de Hawai, tuvieron a bien no solo ser una unida pareja sentimental en la vida, sino también en sus motivaciones y ambiciones literarias. Pocas parejas pueden presumir de tan fuerte alianza, una que en verdad ha sido indestructible y que los mantendrá unidos a través de la eternidad.
Con la partida de Montes Huidobro la literatura cubana pierde a uno de sus más fieles hijos, pero sobre todo los escenarios cubanos pierden a una de sus figuras más importante después de Virgilio Piñera -aunque se que Matías no estaría de acuerdo con esta opinión- debido a lo fecundo de su obra teatral y a la calidad de ella, lo cual se evidencia a través del tratamiento y concepción dramática de las mismas, la construcción y complejidad psicológica de sus personajes y porque sus piezas tratan temas que pueden presentarse enmarcados dentro de la realidad nacional cubana, pero serán poseedoras de connotaciones universales, como bien lo señalara Max Enrique Ureña, por lo que sus obras son de vigencia intemporal.
La obra teatral de Huidobro es apuntada por esa otra importante figura que fuera el primero en investigar y promover el teatro cubano del exilio, José A. Escarpanter, con una seña de identidad definitoria; “...la experimentación constante como una de las características de su creación dramática”.
No toda dicha obra dramática ha contado con la suerte de ser llevada a los escenarios, tanto los de su Cuba natal como los de su Miami de adopción, ambos están en gran deuda con ella. Muy pocos directores cubanos se han interesado por montar sus obras, algunos bajo el pretexto de ser ‘complicadas’, pretexto baldío, otros las han ignorado olímpicamente, lo que pone en evidencia una sentencia que era de escuchar frecuentemente de labios del propio Matías: “No hay peor cuña que la del mismo palo”. Esperemos que a partir de este momento cambie este lamentable panorama y los escenarios se pueblen de esos complejos personajes de las obras de este destacado autor. Ya que nuestro teatro cubano de ambas orillas nunca le ofreció el homenaje que se le debía en vida, al menos y como resulta habitual, hagámoselo ahora que ya no está con nosotros. Nunca será tarde.
Con respecto al resto de su amplia obra literaria, Huidobro fue autor de numerosas novelas y cuentos, reunidos estos últimos en diferentes volúmenes, así como de varios libros de poesía, obras con las cuales recibió algunos reconocimientos como el de su novela “Desterrados del fuego”, por el que recibiría la única mención del concurso convocado por el Fondo de Cultura Económica en 1975 y el Premio Café Gijón de novela en 1999 por “Esa fuente de dolor”, en el 2001 por “Conciertos para sordos” y en el 2002 por “Parto en el cosmos”. En cuanto a otros premios, en Cuba obtuvo una mención por su inicial intento dramático en 1949, “Las cuatro brujas”, en la primera edición del Premio Prometeo, donde no fue otorgado premio alguno y en 1950 durante la segunda edición del mismo se alza con el máximo honor del citado concurso por la obra “Sobre sus propias rocas”, obteniendo también en 1960 el Premio Nacional de Teatro José Antonio Ramos por su texto dramático “Las vacas”, habiendo quedado finalista de los premios Planeta, Alfaragua, Ateneo de Santander, Letras de Oro y Cáseres de Novela Corta, hechos que le hacia exclamar con esa fina ironía que lo caracterizaba que su obra era ‘finalista’. Una muy importante distinción obtenida en el año 2017, fue el Premio Enrique Anderson Imbert, entregado por la Asociación Norteamericana de la Lengua Española, en reconocimiento al estudio, investigación y promoción de la lengua de Cervantes en los Estados Unidos. También entre los importantes reconocimientos recibidos está el que le fuera otorgado por el Cuban American Cultural Institute con sede en Los Angeles, otorgándole ‘La Palma empinada’, obra del artista David Rosales recibida en el año 2000 y que guardara especial significado para él.
A su labor de incansable creador literario tenemos que sumarle la de editor, mediante la cual fundó junto a su esposa Yara, la Revista Caribe en 1976, que fuera costeada con sus propios fondos hasta que dicha publicación pasó a otra manos que la han mantenido hasta nuestros días. De igual manera creó la Editorial Persona alrededor de 1987, con el objetivo de preservar el patrimonio cultural cubano. Para los años 1995, 1998 y 2001 salen a la luz los Anales Literarios con importantes monográficos dedicados a la dramaturgia, la poesía y la narrativa cubana, mientras que para el año 2000 crea Pro Teatro Cubano con la intención igualmente de promover y preservar el teatro cubano.
Imponiéndose un nuevo reto literario, como era su costumbre, en el año 2018 ve la luz el primer tomo de sus memorias bajo el título de “Mi vida detrás del telón”, publicando el segundo volumen para el 2020, mientras que el tercero y último sería publicado en el pasado 2021, donde recoge con lujo de detalles, no solo los acontecimientos que marcaron su vida familiar, personal e intelectual, sino que al parejo nos va ofreciendo una mirada muy certera y analítica de la sociedad y la política de la Cuba que le tocó vivir. Lo mismo hará con todo el ambiente que le rodeará ya instalado en los Estados Unidos, tanto desde el punto de vista académico como social, pero ello ‘sazonado’ con ese gracejo mitad cubano, mitad español que arrastra por herencia familiar, el cual le permite incluir al humor y a la ironía en cada momento, haciendo de su lectura un grato disfrute.
Hay autores a los que persigue un raro y triste sino que es el ver ignorada su obra, olvidado su nombre y este autor fue uno de ellos, algo de lo que se quejara en muchas oportunidades en conversaciones, escritos, eventos públicos y que hasta otros intelectuales se encargaran de remarcar como en algún momento hizo el investigador y académico cubano Carlos Espinosa Domínguez al referirse al silencio de los medios en torno al arribo de los 70 años de este autor y decir: “...ni una línea en las publicaciones de la diáspora, ni un solo homenaje, en dos palabras, nada de nada...estoy hablando de un escritor, que como muchos otros dentro de la cultura cubana extramuros, cuenta con una obra hecha, aunque felizmente no concluida, que le ha ganado un sitio en nuestra literatura que muy pocos se atreverían a impugnar.”
Tal vez la muerte sorprendió a Montes Huidobro -estoy seguro- enfrascado en algún nuevo proyecto de trabajo que ha quedado inconcluso y que tal vez no sepamos nunca su temática y su género, aunque me atrevería a afirmar que estaría más cerca de la narrativa que del teatro, del cual se había alejado algo en los últimos tiempos, decepcionado por el poco interés, que como ya apunté anteriormente, veía entre los teatristas cubanos por llevar sus obras a las tablas y empeñado en dejar salir toda la energía literaria que lo embargaba y consumía, que fue el motor que impulsó su vida.
A continuación, a manera de confirmación y muestra de todo lo antes dicho a propósito del volumen y la variedad de la obra de Matías Montes Huidobro, hemos querido ofrecerles una relación lo más pormenorizada posible, aunque no en orden cronológico, acerca de su obra literaria:
Teatro:
- Las cuatro brujas.
- Sobre las mismas rocas.
- Los Acosados.
- La botija.
- Las caretas.
- Gas en los poros.
- El tiro por la culata.
- Las vacas.
- Las paraguayas.
- La garganta del diablo.
- La soga.
- Lección de historia.
- La madre y la guillotina.
- Ojos para no ver.
- La navaja de Olofe.
- Fetos.
- Oscuro total.
- El verano está cerca.
- Su cara mitad.
- La puerta perdida.
- Un objeto de deseo.
- Tirando las cartas.
- La sal de los muertos.
- Hablando en Chino.
- Sucederá mañana.
- Puro teatro.
- Funeral en Teruel.
- La Avellaneda, una y otra vez.
Poesía:
- La vaca de los ojos largos.
- Nunca de mi te vas.
- Un salmo quisiera ser.
- Bilongo.
Novela:
- Desterrados del fuego.
- Un bronceado hawaiano.
- Segar a los muertos.
- Cartas de cabeza.
- Parto en el cosmo.
- Una saga yoruba.
- Caravaggio: juego de manos I y II
Cuentos:
- La anunciación y otros cuentos cubanos.
- Ratas en la isla.
- Una locura cibernética.
- El hijo noveno.
Ensayo e investigación:
- Persona, vida y máscaras del teatro cubano.
- Persona, vida y máscaras del teatro puertorriqueño.
- La distorsión sexo-lingüística en Angel Ganivet.
- El teatro cubano en el vórtice del compromiso.
- El teatro cubano durante la República.
- La narrativa cubana entre la memoria y el olvido.
- El laud del desterrado.
- Del areito a la independencia.
- José Antonio Ramos. Itinerario del deseo.
- El discurso femenino: conducta del Eros.
- Cuba detrás del telón I, II, III y IV
- Celebrando a Virgilio Piñera I y II (en colaboración con Yara González-Montes).
Finalizo esta líneas de homenaje a quien tanto nos entregó a cambio de nada, quien nos honró con su amistad, quien perdonó el que no le estrenara una obra estrenándome yo como director teatral en estas algo áridas tierras miamenses, con la publicación de un poema salido de su pluma.
“A un perro en Pompeya”
Cerrado al sol
en puertas y ventanas
el corazón se opone a que lo abra…
La lucha ya pasó,
queda el recuerdo
de lo que no ha pasado todavía.
Así me siento yo
al fin de la jornada.
Aunque palabras hay
que son la vida.
Lic. Wilfredo A. Ramos
Crítico de teatro y danza
Miami, Mayo 7, 2022
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