Los Desengaños. Memorias de un lugar(1).
por Carlos A. Peón-Casas.
El título alude a un sitio inserto en el pedazo de la geografía del Camagüey. Pero lo es también de un libro que Ángela Sánchez Ticshler, camagüeyana de origen, aunque asentada por años en los Estados Unidos, nos regala con inusitada pasión por ese minuto de su infancia y juventud que no quiere olvidar.
Se trata entonces más que una experiencia memoriosa de una parte de su existencia familiar camagüeyana, de un compendio de otras nociones de historia y anales muy apegadas al discurrir del Camagüey total, aquel del que se separó intempestivamente para no volver jamás.
La autora describe un lugar que fue antiguo ingenio azucarero del siglo XIX: El Desengaño ubicado en las extensiones de la llanura del Camagüey en el entorno sureste de la bahía de Nuevitas.
Pero igualmente, a lo que fuera luego una “finca rústica y potrero del mismo nombre con 53 caballerías, 159 cordeles de tierra equivalente a 70 hectáreas 84 áreas 50 centareas”(2). Un fundo que fuera parte de otro mayor conocido como Nuevitas de Becerra. Y que fuera luego herencia de su padre Adolfo Sánchez Miranda(3).
Hoy día el lugar no es reconocible. La actual carretera a Santa Lucia, borró las huellas del antiguo camino que conducía hasta el sitio original. Lo más próximo a sus inmediaciones sería el que fuera tan conocido y próspero Rancho King. Las ruinas del ingenio que fue, fueron presumiblemente dinamitadas en busca de un tesoro inexistente.
Pero la historia de aquella propiedad tendría larga data en la historia familiar de la autora, descendiente en línea directa de Pedro José Sánchez Dolz, quien viera la luz en la ciudad puerto de Cádiz en España, hijo de Bernabé Sánchez -Pereira y Sánchez- Pereira, y quien luego se asentara en otro puerto, el de Nuevitas, Cuba.
De aquel surgiría, en suelo nuevitero, una progenie que mucho tendría que ver con la prosperidad del Camagüey más raigal.
La autora recorre en su texto aquellos primeros minutos:
La Nuevitas donde Pedro paso sus años de adultez, y justo antes de la llegada del ferrocarril, estaba muy ligada a otros puertos como el de Nueva York y quizás hasta el de Cádiz y otros puntos de la geografía cubana. Los arribos y salidas de los bergantines fueron el pulso del pueblo. El New York Times publicaba con regularidad despachos sobre las travesías de aquellos. El 28 de febrero de 1860 se reportaba que el bergantín de Pedro Sánchez Dolz y su capitán Ficket. 14 días a Nuevitas con cidra y molasas para J Molina y Co… velero para Peck and Church con piloto a bordo cuatro días con vientos fuertes del NO. Otro despacho con fecha del 29 de Marzo de 1863 acerca del mismo bergantín que debió ser propiedad de Pedro o nombrado en su honor por su hermano Emilio desde Nuevitas y arribando a Nueva York con mercancías. En los días de navegación cuando el viento determinaba las rutas. Nuevitas fue puerto de paso para barcos siguiendo la ruta Cádiz Nueva York…(4)
La autora nos sigue aportando nociones muy singulares del que fuera su ancestro, tan ligado a Nuevitas:
La tradición reporta que fue Pedro el que trazo las calles de la villa nuevitera. No se sabe si tuvo algún puesto jerárquico , pero que sí fungió como Vice Cónsul Británico de Nuevitas y Gibara en 1856, una posición sin remuneración, e igualmente fue agente de la Lloyd de Londres. Tuvo igualmente propiedades de tierra donde luego se construyó el ferrocarril del Bagá, en la porción sur este de la bahía y conectado con el pueblo de San Miguel del Bagá. Tenía su casa comercial en la calle que miraba a la bahía…(5)
Otros detalles nos llegan en la voz de la autora del que fuera su tatarabuelo Don Pedro José:
Hasta donde he sabido, Pedro José Sánchez Dolz fue el primero en simplificar su apellido compuesto Sánchez-Pereira a Sánchez a secas. Se casó con Catalina Adán y Arteaga el 12 de Octubre de 1840 en la iglesia de Santa Ana de Puerto Príncipe. Tuvo dos hijos y tres hijas. Su hijo mayor, Bernabé sobrevivió a su hermano Joaquín. Con mucho esfuerzo y sus habilidades comerciales hizo prosperar el central Senado, hasta hacerlo uno de los más grandes y productivos de la provincia, y encabezó una notable dinastía. Joaquín mi bisabuelo se casó con Amelia de Miranda y del Castillo en la iglesia Parroquial Mayor de Puerto Príncipe el 20 de Agosto de 1868, y tras vivir en la capital, retornaron ya con su primer hijo Joaquín a Nuevitas donde nacerían otros once. Fue agente consular de los Estados Unidos desde 1873 y hasta 1890. Mi hermana insiste que él fue quien construyó el ingenio El Desengaño pero yo soy de la opinión que sólo heredó las ruinas. A no ser que un documento lo probara, yo insisto en mi teoría de que su construcción fue muy anterior.(6)
Otras circunstancias familiares llevaron a la familia a Nueva York, y la autora sigue dando aquellos pormenores:
Joaquín sufrió largamente de un cáncer que finalmente le quitó la vida, él y su esposa testaron en 1889 cuando tenían diez hijos, pero el testamento fue enmendado cuando les nació el onceno, Adolfo, mi padre, en 1891. La decisión de mudarse a Nueva York quizás se debiera a la enfermedad de Joaquín, pero igual muchas familias que se lo podían pagar lo hacían para librarse de la guerra…Otra posible razón tiene que ver con una anécdota no confirmada. Según se dice la Guardia Civil recaudaba dinero para armar una partida que capturara al famoso bandido Mirabal que aterrorizaba la región. Se dice que Joaquín la financió por completo, pero que envió a su hijo mayor fuera del país por su seguridad.
De regreso a Cuba, se asentarían en la otrora ciudad de Puerto del Príncipe, ya Camagüey. Continúan los detalles de esa nueva impronta de parte de la autora:
Los Sánchez Miranda se mudaron a una casa en Camagüey con dirección en Salvador Cisneros No 12, al casarse algunos de los hijos, la viuda y los hijos menores se mudaron a otra en Avellaneda No. 6 (…) Adolfo asistió a la escuela local, y en pocos años viajo a Nueva York con su hermano Julián.. Mi padre a quien luego refiero en mi narrativa como Papi se graduó en una licenciatura en Química en 1914…y regresó a Cuba para quedarse. De vuelta en Camagüey trabajo como químico durante la zafra primero en Central Daiquirí en Oriente, y luego en el Central Francisco en Camagüey, en el tiempo muerto tuvo otros emprendimientos y fue codueño de una colonia cañera llamada La Josefina. Igual se ocupó de un rancho de ganado de su hermana Catalina quien había vivido en Atlanta…(7)
La historia familiar volvería a conectarse con el principio cuando la herencia familiar de El Desengaño sería finalmente asumida. Los detalles de aquel minuto se nos cuentan en lo que sigue:
Los Sánchez Miranda habían salido en 1896 con la condición de españoles. Al regresar Amelia Miranda en 1902 con nueve de sus hijos después de seis años en Nueva York. Ahora eran ciudadanos cubanos. Un poco antes de su regreso se había firmado un documento legal que reconocía las propiedades de la familia y la dividía entre los herederos. Siete de los hijos eran menores entonces y fueron representados por un albacea. El inventario incluía el dinero en efectivo que sumaba 3106.85 dólares según el cambio del oro español, seguido por una lista de ocho páginas contentivas de bonos y algunas acciones en ferrocarriles. El valor total ascendía a 140, 348. 50 dólares. El valor de los animales sobrevivientes en la propiedad ascendía a 3,520. Mi padre, entonces de solo diez años solo recibió un quinto de aquel valor y ninguna participación en la propiedad.(8)
Para 1920, sigue relatando la autora:
La propiedad El Desengaño luego de algunos arreglos entre los herederos estaba en manos de los tres hermanos más jóvenes, Ernesto, Julián y Adolfo(…) De acuerdo al recuerdo de mi madre, la división de Los Desengaños fue negociada en la sala de su casa con la presencia de un notario. Julián prefirió comparar un sitio más cercano a la ciudad y dejó a sus hermanos Ernesto y Adolfo dividirse la propiedad. Ernesto llamó la suya La Amelia, en honor a su madre; Adolfo que ya había invertido en la propiedad y construido corrales y otras estructuras que se convertirían en el batey, se quedó a cargo del sitio que contenía las ruinas del antiguo ingenio, y llamó a su parte Los Desengaños, en plural.
A partir de aquel minuto la historia de la familia se cuenta en oleadas de sucesivas experiencias, la autora pone el ritmo de una narración que ensimismará al lector a lo largo de casi cuatro décadas y que cierra un poco después de 1959, marcando esos ritmos de su vital experiencia junto a los suyos con una narrativa muy bien lograda.
Al decir de la propia autora en las palabras liminares de su obra, su objetivo ha sido “preservar la memoria de un lugar que ha dejado de existir”. Y acaso con resignado gesto proclama con inconsolable espíritu:
Aquella tierra no ha sido cubierta con cemento. Y aun puede albergar una nueva vida. Quizás un campesino planta su cosecha, o un niño la hará suya. Pero el lugar que fue mío ya no existe.
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- Los desengaños. Memories of a Place. (Los Desengaños. Memorias de un lugar). Ángela Sánchez Tischler. E.O. Painter Printing Co.Inc. Florida, USA,2011.
- Ibíd. El libro es parte del fondo que sobre Camagüey atesora la Biblioteca Diocesana de Camagüey. Fue parte de los libros personales del Sr. Regino Avilés, ya fallecido, y donados atentamente por su hija.
- Encontramos las referencias pertinentes al padre de la autora y su familia en el Directorio Social de Camagüey de 1949. Allí se le registra como Ganadero, con residencia en Calle 3ra No. 256 en Garrido.
- Ibíd. pp 9-10
- Ibíd.
- Ibíd
- Ibíd. p 17
- Ibíd p 15
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