Monday, September 12, 2022

(Carteles. Mayo 1923) In Memorian, Enrique Díaz Quesada. Por Oscar H. Massaguer.


La  cinematografía cubana está de duelo. 

Ha bajado a la tumba, entre el dolor de sus deudos y amigos, el primer cubano que en nuestro país dedicó sus actividades al arte que inmortalizó a Lumiere: Enrique Díaz Quesada.

Su juventud entera, incansable e inteligente, fue una dedicación constante al campo de la creación cinematográfica. En él comenzó hace cerca de veinte años su labor entusiasta, y en él le sorprendió el mal, artero y repentino, que le arrebató la existencia en la flor de la vida. Como el soldado heroico al pie de su bandera, Enrique Díaz Quesada murió víctima de su profesión y de su ideal, filmando la última de sus bellas cintas, que era un canto a la Dicha y a la Esperanza.

La obra artística del malogrado Director y Cameraman abarca toda la historia del arte cinematografico en Cuba. Cuando Francia e Italia monopolizaban casi la producción, y los Estados Unidos estaban en los comienzos de su prodigioso desarrollo en la pantalla, Díaz Quesada hizo el milagro de presentarnos su película "Manuel García' seguida poco después de "La Manigua" y "El Capitán Mambí". Cuando se piensa en que todo lo tuvo que improvisar, inclusive los actores, se comprenderá el enorme esfuerzo que tuvo que realizar, y maravilla considerar la perfección de esas cintas, insuperadas por las que entonces visitaban nuestro mercado.

A ese notable tríptico siguieron "El Rescate de Sanguily", "Sangre y Azúcar", "En Poder de Los Ñáñigos" "La Careta Social", "El Tabaquero de Cuba", "La Brujería en Acción", "El Genio del Mal", "Frente a la Vida", "El Bandolero Sentimental" y otras más, hasta veinte, que forman un verdadero romancero popular gráfico, rebosante de verismo  en que se evocan todas las fases y modalidades de la vida criolla. Toda la obra de nuestro infortunado amigo fue así, una propaganda cultural y cívica, un himno al Bien y a la Patria.

La fortuna no le sonrió, como siempre ocurre en nuestra amada tierra a los que al trabajo intelectual se dedican. Pero ello no le hizo nunca desmayar. Ni el más leve gesto de despecho turbó jamás la serenidad de su espíritu, cuando viera a la mediocridad triunfante, representada por las fortunas levantadas gracias a la invasión extranjera de millares de películas, detestables y amorfas... ¡Admirable Enrique!

Buen hijo, amante esposo y ciudadano ejemplar, Enrique Díaz Quesada ha bajado al sepulcro prematuramente, arrebatado al cariño de los suyos y al afecto de los innumerables amigos que en él adorábamos. Su muerte constituye una gran pérdida para nuestra sociedad, y un vacío difícil de llenar, entre nosotros, en el arte al cual sacrificó las más bellos años de su vida. 

Descanse en paz el benemérito cubano y caballeroso amigo, y reciban su viuda, la señora Estela Dacal, hermanos y demás familiares, la sincerísima expresión de nuestra más sentida condolencia.

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