El sábado 13 de agosto de 2022 tuvo lugar, en el Adrienne Arsht Center, la Gran Gala Clásica de las Estrellas del XXVII Festival Internacional de Ballet de Miami, que comenzó con las palabras del Maestro Eriberto Jiménez, director artístico del Festival, quien remarcó en su discurso de apertura el compromiso con el legado de Pedro Pablo Peña, el fundador del Festival hace ya 27 años, y su mentor y maestro.
A continuación, se procedió a la entrega del premio “Una vida por la danza” –una estilizada estatuilla del artista plástico mexicano David Camorlinga, inspirada en la prima ballerina Maya Plisétskaia– a la Maestra Gloria Castro Martínez, quien en su emotivo discurso de agradecimiento rememoró los difíciles inicios de su batalla por la difusión y el apoyo al ballet clásico en su natal Colombia.
Eriberto Jiménez / Eriberto Jiménez, Gloria Castro y David Camorlinga en la entrega del premio. Fotos: Abelardo Reguera
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La función comenzó con el ballet Aguas primaverales, presentado por la Compañía Colombiana de Ballet –cuyo director artístico es José Manuel Ghiso–, con coreografia de Asaf Messerer y música de Serguéi Rachmáninov, interpretado por Nicole Nathalia Duque y Andrés Felipe Vargas, quienes supieron imprimir juvenil énfasis, amén de un cuidado trabajo, tanto técnico como interpretativo, a este chispeante ballet.
Nicole Nathalia Duque y Andrés Felipe Vargas
en Aguas primaverales. Foto: Simon Soong
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La compañía Unblanche, de Japón, con Rainer Krenstetter como director artístico, presentó a continuación el pas de trois de las Odaliscas, del ballet El corsario, coreografía de Marius Petipa y música de Adolphe Adam, bailado por Natsuki Tsunoda, Eri Kusakabe y Shun Nagasue, quienes con elegancia, musicalidad y acople salieron airosas de su encomienda.
Natsuki Tsunoda, Eri Kusakabe y Shun Nagasue en el pas de trois de las Odaliscas, del ballet El corsario. Foto: Simon Soong.
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De nuevo Unblanche –pero ahora aliada al Miami City Ballet–, salió a defender otra de sus propuestas para este festival: Adagetto, coreografía de Renato Zanella para una partitura de Gustav Mahler, con Tricia Albertson (MCB) y Rainer Krenstetter como impecables ejecutantes, realzados por un enigmático vestuario de negro de ambos –el de ella, con un peto remarcado con una doble línea dorada, con una figura en el medio del mismo color, de ahí lo de enigmático.
Tanto Tricia como Rainer evidenciaron lo cómodos que se sienten bailando esta coregrafía tan intimista, desde la sutil sujeción de los brazos de ella sin lucir apresada, hasta las medias cargadas de fuerte contenido erótico sin provocarle rechazo. En fin, una verdadera joya coreográfica, excelentemente bien interpretada.
Tricia Albertson y Rainer Krenstetter en Adagetto.
Fotos: Simon Soong/Abelardo Reguera
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El pas de deux del tercer acto de Coppélia, coreografía de Arthur Saint-Leon y música de Leo Delibes, fue la selección de Arts Ballet Theatre of Florida, dirigida artísticamente por Vladimir Issaev, para su participación en este festival, interpretado por Saaya Okada y Remina Tanaka, donde, como si fuera un ballet de la Escuela Danesa –al estilo Bournonville, me refiero–, el hombre se destacó mucho más que su compañera, con entrechats six, saltos y giros sin fallos, mientras que ella no terminó los fouettés y los dio desplazándose de lugar, con el atenuante de problemas de salud en una pierna que provocaron la acertada cancelación de su presentación en la Gala de Clausura.
Saaya Okada y Remina Tanaka en el pas de deux del tercer acto de Coppélia. Foto: Simon Soong
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Nota: Aclaro que el estilo con que se debe bailar Coppélia no tiene nada que ver con el Bournonville, pero tiene sus peculiaridades “eslavas”, como la mano detrás de la cabeza en algunos momentos, como énfasis de que estamos en un pueblo de la Europa Central, algo que los dos debieron tener presente.
Karina Moreira y Norton Fantinel, de Arles Youth Ballet Company/Compañía Ballet Joven de Arlés, Francia –cuyo director artístico es también Norton Fantinel– se presentaron a continuación con Reminiscencias, coreografía de Craig Davidson, música de Olafur Arnalds, vestuario de Kate Venables y luces de Salvatore Scollo; dos jóvenes hermosos, en forma, poseedores de una técnica evidente, al servicio aquí de una inquietante coreografía que nos deja pensando, en un dueto con Norton a torso descubierto y una falda negra nada ajustada –y al parecer plisada–, en contraste con la gris y casi tubular de Karina, cual mensajes subliminares de un relación que, ya por el título, tuvo y tiene sin dudas un pasado.
Karina Moreira y Norton Fantinel
en Reminicencias. Foto: Simon Soong
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A continuación, el Ballet Teatro Alla Scala, con Manuel Legris como director artístico, presentó el pas de deux del ballet Silvia o la ninfa de Diana, coreografía de Manuel Legris y música de Leo Delibes, bailado por Martina Andruino y Marco Agostino.
Martina Andruino y Marco Agostino
en el pas de deux del ballet Silvia o la ninfa de Diana.
Foto: Simon Soong.
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Equivalente a lo dije al comentar la actuación de los chicos franceses de la Compañía Ballet Joven de Arlés, en la Gala Contemporánea del 7 de agosto de 2022, me contenta muchísimo que en el país donde comenzó la historia del ballet como tal – la Italia del Renacimiento en los siglos XV y XVI– la danza clásica siga gozando de tan buena salud, evidenciada por el exquisito desempeño de Martina y Marco, tanto técnico como interpretativo, léase excelente partneo, sincronización, cargadas, giros y arabesques; todo ello con suma elegancia “italiana”.
Del Templo de Diana con su ninfa Silvia, la magia del ballet dio continuidad –¿sin querer? – a este tema mitológico para disfrutar de Diana y Acteón, un pas de deux con música de César Pugni, coreografiado e incorporado por Petipa en 1886 a su versión del ballet Esmeralda, coreografía de Jules Perrot (1844), pero que el Ballet Clásico Cubano de Miami ha montado con la de Agripina Vagánova.
Yaman Kelemet (SNG Opera & Ballet de Slovenia), si bien satisfizo la exigente coreografía con fuerza y vitalidad en su baile, con arabesques, balances y jettés elegantes y precisos; y unos fouettés intercalados con pirouéttes en la apoteosis de su variación, no debió estar sonriente durante toda su actuación, pues la diosa Diana está furiosa con el pastor Acteón y lo que quiere es herirlo con sus flechas como venganza por su voyeurismo.
Yaman Kelemet y Ihosvany Rodríguez
en el pas de deux Diana y Acteón.
Foto: Simon Soong.
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Yaman Kelemet en el pas de deux Diana y Acteón.
Foto: Simon Soong.
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Ihosvany Rodríguez, como el perseguido pastor, supo hacer girar a su compañera con total verticalidad –como debe ser–, y a sus saltos no les faltaron altura ni volteretas acrobáticas, pero sus giros sí carecieron de la velocidad y la cantidad a las que este talentoso bailarín nos tiene acostumbrados, amén de que debe tapar esos ostensibles tatuajes que no tienen nada que ver con su rol de humilde pastor de ovejas.
Ihosvany Rodríguez en el pas de deux Diana y Acteón.
Foto: Simon Soong.
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Al desfile de arte de la gala se sumó el Miami City Ballet (Estados Unidos), bajo la dirección artística de Lourdes López, con Amorada, coreografía de Ariel Table Rose y, como música, Birthday Variations, de Giuseppe Verdi; a cargo de Jennifer Lauren y Renan Cerdiero, quienes evidenciaron, desde el inicio, el gran gusto y la delicadeza con la que bailan, sin descuidar en absoluto la técnica, que en ellos estuvo completamente supeditada a la interpretación de sus personajes de felices –y hasta ingenuos– enamorados.
Jennifer Lauren y Renan Cerdiero en Amorada.
Foto: Simon Soong
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Esta variada Gala de las Estrellas ofreció su escenario a continuación a la Compañía Colombiana de Ballet, con José Manuel Ghiso como director artístico, para que Nicole Nathalia Duque y Andrés Felipe Vargas “revivieran” el pas de deux del tercer acto de El lago de los cisnes, conocido como “El cisne negro”, coreografiado por Marius Petipa y la maravillosa música de Piotr I. Tchaikovski.
Para empezar, la Odile de Nicole Nathalia careció, ya desde el casi nulo maquillaje, del drama de engaño y maldad que ella lleva implícito, porque la sola técnica sin interiorización del personaje no basta en absoluto, amén de que tampoco convenció en lo técnico, pues los fouettés no los dio clavada en el lugar ni tampoco los completó, aunque sí le alabo el port de brass evocatorio de Odette para confundir a Sigfrido, quizás el mejor momento de su Cisne negro.
Nicole Nathalia Duque y Andrés Felipe Vargas en el pas de deux El cisne negro. Foto: Simon Soong.
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Andrés Felipe Vargas, en cambio, fue mucho más convincente como Sigfrido en lo interpretativo, y un partenaire muy solícito y entregado, con lucimiento en su variación.
Dimensions Dance Theatre of Miami, la innovadora y refrescante compañía creada por Jennifer Kronemberg y Carlos Guerra, sus también directores artísticos, tomó a seguidas el escenario “por asalto”, con sus muy bien entrenados bailarines Chloe Freytag, Brian Gómez, Kevin Hernández, Maikel Hernández, Mayrel Martínez, Alexey Minkin, Miranda Montes de Oca, Selah Jane Oliver, Calista Olson, Yanis Eric Pikieris, Massiel Valderrama, Daniel White y Paulina Zambrana –todos de blanco–, quienes lo “invadieron” para bailar la dinámica, refrescante y muy movida Lluvia ligera / Light Rain” (3er Movement), con la estupenda coreografía de Gerald Arpino y la no menos rica –y muy rítmica– música de Douglas Adams & Russ Gauthier, que casi me puso a bailar en el asiento, como nunca me había pasado viendo un ballet; staged por Cameron Basden y vestuario de Dance Now Miami.
Selah Jane Oliver,
de Dimensions Dance Theatre of Miami, en Light Rain.
Foto: Simon Soong
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Dimensions Dance Theatre of Miami
en Light Rain.
Foto: Simon Soong
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Dimensions Dance Theatre of Miami
en los saludos de Light Rain.
Foto: Abelardo Reguera
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Y para finalizar esta gala tan estelar, Marizé Fumero, del Milwaukee Ballet (Estados Unidos) y Jorge Oscar Sánchez, del Ballet de Washington, nos trasladaron al Medio Oriente, con el Pas d’Esclave del ballet El corsario (coreografía de Petipa y música de Adolphe Adam), en el que, tras un adagio bordado y muy bien partneado, con giros totalmente centrados, ambos se lucieron también en sus variaciones y cerraron con una coda impecable; en fin, un cierre digno para esta Gran Gala de las Estrellas del Festival Internacional de Ballet de Miami, en su vigésimo séptima edición.
Marizé Fumero y Jorge Oscar Sánchez en el Pas d’Esclave del ballet El corsario. Foto: Simon Soong.
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Marizé Fumero y Jorge Oscar Sánchez
en el Pas d’Esclave del ballet El corsario.
Fotos: Simon Soong (iluminadas por el autor de la reseña).
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Gracias, maestro Eriberto Jiménez, por tanta entrega y devoción por el ballet y el arte en general, fiel continuador del legado del inolvidable Maestro Pedro Pablo Peña.
Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO & ACE Miami
Hialeah, 20 de septiembre de 2022.
Fotos: Simon Soong & Abelardo Reguera
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