La historia de estos hombres y mujeres de los que poco se cuenta, tuvieron en nuestro Puerto Príncipe realce principal desde la primera insurrección armada iniciada en 1868, y luego en 1895
Su misión era transmitir a las tropas mambisas, noticias y confidencias desde la ciudad sobre el movimiento de las fuerzas españolas. Igual colaboraban con el envío de lo imprescindible para el sustento de los mambises.
Hay un referente interesante de aquellos esforzados colaboradores agrupados ya para la gesta del 95 en los llamados Clubs Auxiliares de la Revolución.
Citamos hoy para el lector, detalles al respecto desde un artículo homonimo firmado por Sarita de las Casas, en el imprescindible compendio El Camagüey Legendario, obra colectiva de antiguos alumnos del Instituto camagüeyano aupados por la eminente catedrática, la Dra. Angela Pérez de la Lama en la década del cuarenta del pasado siglo.
En la ciudad de Camagúey funcionaba el Club Hatuey presidido por don Carlos Gouraige... Poseía un depósito de pieles e iba a Nuevitas a comprarlas regularmente. Realizaba una empresa muy arriesgada, ya que dentro de esas pieles iba la correspondencia que salía de este modo en vapor hacia La Habana... Su campo de acción era muy amplio y trabajaba con muchos auxiliares, entre los que se encontraba Don Porfirio Betancourt, quien usaba el pseudonimo de Quijote...
Otros detalles dan cuenta de otro Club, conocido como Consuelo, bajo las órdenes de una dama, la Srta. Dolorita Batista, con el pseudonimo de Dalia. Más tarde lo tendría a su cargo otra mujer, Clemencia Emilia de la Torre, educadora y patriota camagüeyana.
Otro famoso Club era el Agramonte que dirigia Federico Castellanos, colaboraban con el su esposa Carmelina Montejo, y el Sr.Abel Olazabal.
Otra conocida colaborante fue la Sra. Eva Adan, que se firmaba como Ave María, y la Sra. Eliana de Varona que tenía dos nombres de guerra: Fedora y Yucateca.
Detalles muy reveladores compartimos ahora sobre la figura de un sacerdote y patriota el popular Padre Gonfaus quien tenía para entonces a su cargo la extensa parroquia del Cristo.
El popular sacerdote camagüeyano, Padre Gonfaus, presto valiosos servicios. Muchas veces sacaba cartas debajo de la sotana. Otras se valía de sus propios feligreses para saber la salida de las tropas españolas. Alquiló además una Quinta en la Sabana del Padre Porro y puso a su cuidado a un campesino de apellido Rivas, quien venía a diario a la población en sus acarreos de viandas, siendo tan familiar a la Guardia Civil que ya ni le miraban el pase.
Reveladores resultaban los ardides con que estos arriesgados patriotas citadinos se las ingeniaban para ejecutar sus labores. Veamos algunas de sus peculiares prácticas según se nos narran en esta intetesante rememoración, y con las que cerramos esta tan interesante historia nuestra.
Llevaban los paquetes a casa de determinadas personas quienes los colocaban en la basura que era luego recogida por un campesino que venía a caballo y supuestamente la llevaba como abono de su quinta. Por las noches las fuerzas cubanas iban a esas "quintas" y recuperaban esos paquetes.(...) Otro procedimiento era la venta de mazos de yerba. Como sabemos las casas antiguas tenían grandes patios donde pwrmanecían los caballos... No llamaba la atención que a las casas llegara el yerbatero y dejara varios mazos de yerba, en uno de los cuáles venía un paquete de correspondencia. A veces, el buen hombre regresaba a su carretón con un mazo que tiraba entre los otros y donde se camuflaba correspondencia para los mambises. Muy conocido fue un carretonero de apellido Nápoles que tenía un carretón tirado por un buey, en el que andaba todo el pueblo ganandose la vida y sirviendo a la patria.
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