Wednesday, December 21, 2022

(Carteles. Abril 1922) Rosa Leda. La "Danza de la Flor" y la "Danza del Fuego". Por Gonçalo G. de Mello.


Insertadas en el libreto de "Diabluras y Fantasias", como dos cintas de seda y oro en un códice perverso, destacan dos danzas clásicas, intercaladas en la partitura por la musa grácil y alada del maestro Lecuona:

La Danza de la Flor y la Danza del Fuego

Dos bailables misteriosos. apenas alumbrados por tenues reflectores. donde triunfan la timidez graciosa y la belleza esplendente de Rosa Leda, bailarina cubana que da sus primeros pasos en la escena, casi una niña y ya formada en su arte, ágil fuerte y flexible, como una bella espada.

Discípula del gran bailarín ruso Sacha Goudine. como su compatricia la Morenowa, la debutante posee todas las facultades para brillar, en breve, como estrella de primera magnitud en las esferas del ballet clásico. Su escuela es correctísima, sin mengua de la inspiración y lleva el sello de esa individualidad irrefrenable, que es la característica del genio artístico de Tórtola Valencia y Norka Rouskaya. lncansable en el estudio. con una vocación tan intensa como su juventud sana y riente, las más halagüeñas esperanzas nimban como mariposas el nombre emblemático de Rosa Leda, que ha ofrendado al público habanero. desde el proscenio del teatro Martí, las primicias de su arte complejo y peregrino.

lrreal y alígera, Rosa Leda realiza todas las noches, en la penumbra de un decorado fantástico. con los giros sabios y complicados de sus danzas de la Flor y del Fuego. el suave milagro de florecer como una rosa y arder como una llama.

Por eso es ella, la alegoría misma, el símbolo. Flor y Fuego. Toda la gracia primaveral de las canéforas y el ardor sagrado de las piras votivas, de la remota Hélade inmortal. palpitan redivivos en las líneas de su cuerpo y en la euritmia de sus gestos. Luciente como un ascua en la tiniebla del escenario. bajo el haz eléctrico, una rosa leda, ardiente y capitosa hecha de brasas y perfumes, que brotase en rítmicas espirales de un pebetero invisible. Ella es.

Mujer y artista, flor y llama...


La Habana. Marzo, 1922.



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