Cuando la alumna se adelantó para encarnar a Abbie en la escena, dejó de ser la alumna. Era el personaje. El profesor se sorprendió. Había pedido realismo y obtuvo casi naturalismo. La voz, el gesto, la expresión eran reales; el beso dado a Eben era quizás demasiado real. Con sólo una cortina, una silla y una alumna se había dado la opresiva, sensual, trágica atmósfera de O'Neill. La.obra era "El deseo bajo los Olmos''. El profesor era Rine Leal. La alumna era Miriam Gómez. Miriam aceptó poco después el segundo papel femenino de "Algo salvaje en el lugar", en Las Máscaras. La Alumna, la noche del debut, ya no era la alumna. Ahora era La Actriz. Hoy Miriam hace otro personaje terrible, pero más cerca de la niña terrible que de la terrible mujer. Ella es la Cecilia de "Buenos días, tristeza", en El Sótano. Hay un abismo de diferencia entre la délfica sureña y la seráfica francesa. Pero para muchos, Miriam puede salvar el obstáculo con gracia, arte y belleza. Es esta parte de ornato de su personalidad la que interesa.ahora a los lectores de Cine. Ahora se trata de su gracia y su belleza. Y Miriam Gómez es toda una belleza, alta cinco pies, siete pulgadas, que disimula siempre con tacones bajos , bella de ojos amarillos y labios bien dibujados, Miriam tiene ese algo feo que Degas decía que diferenciaba una mujer linda de una verdaderamente hermosa, y un aire lejano, extraño, misterioso, que hace que la gente la detenga en la calle y le pregunté si es extranjera. Su respuesta es siempre: "Sí". Ella lo explica: "Es verdad. Me siento ajena".
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