Memorias del subdesarrollo
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Hoy estuve pensando en las historias de amor desarrolladas en el cine cubano.
En sentido general, los cubanos asociamos el amor a lo que se enciende de modo violento y lo devora todo de modo (melo)dramático: a la pasión sin límites, al deseo que todo lo consume en segundos, incluyéndose él mismo, a la tragedia que después los bolerones con olor a aguardiente se encargarán de simplificar.
Yo tengo otra manera de pensar en el amor: más bien lo vinculo a la calma que, no importa los años que pasen, permite entender la vida como un todo adictivo, con sus opuestos que se necesitan, y se funden en algo que trasciende la atracción del instante.
Santa y Andrés
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¿Cuántas veces ha logrado reflejar eso el cine cubano?
Supongo que cada cual tendrá su propia selección. Yo tengo la mía, que seguro cuestionarán algunos, y dejará indiferente a otros, lo cual hablará bien de esa selección, porque las cosas que tienen que ver con las emociones deben responder a lo que vemos desde nuestra ventana espiritual, y no a lo que establecen las convenciones sociales.
Pienso, para empezar, en ese segmento de Memorias del subdesarrollo (1968), de Tomás Gutiérrez Alea, donde el personaje evoca a Hanna, y asegura, entre otras cosas, “Hanna es lo mejor que me ha sucedido en la vida”, y más adelante, “Hanna querida, un día ya fue tarde. Te busqué, te buscaré siempre. ¿Dónde estarás ahora? ¿Qué pensarás de mí?”. Y la música de Leo Brouwer impregnándose en nosotros, como si fuera la extensión de la lluvia que acompaña la última conversación que sostienen esos amantes.
Una novia para David
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No sé los demás, pero yo veo allí una historia de amor interminable. ¿Y si mañana alguien nos cuenta la historia de Hanna en Nueva York? Al final, sería la historia del nunca acabar, como lo es la historia de Ernesto y Nereida en Clandestinos, o de David y Ofelia en Una novia para David, o del propio David y Diego en Fresa y Chocolate, o de Santa y Andrés, en la película que lleva por título los nombres de ellos, o de Carmela y Chala en Conducta.
Fresa y Chocolate
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¿Y qué tendrían de común todas estas películas? Que detrás de la Historia con mayúsculas en las que se mueven los personajes, está el deseo de reconocer al “otro”, que es a mi juicio, la mejor manera de amar. Porque “amor” sería sobre todo esa dimensión que nos permite experimentar lo afectivo como algo ciertamente complicado, pero al mismo tiempo, enriquecedor. De allí que el amor y la amistad sean realmente cosas más bien raras de encontrar en una época donde todo lo dicta la prisa, y el ruido ambiente.
Mirando desde ese punto de vista, anoto a continuación diez películas cubanas donde aprecio el esfuerzo de los realizadores por dejar a un lado el cliché del “amor platónico”, mostrándonos ese sentimiento (el amor, entendido en su dimensión más amplia, que incluye a la amistad) con gran eficiencia dramática.
Clandestinos
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Por supuesto, que cada cual hará su propia selección. Esta es la que yo hago:
1. Memorias del subdesarrollo
2. Algo más que soñar
3. Madrigal del inocente
4. Clandestinos
5. Una novia para David
6. María Antonia
7. Fresa y Chocolate
8. Conducta
9. Santa y Andrés
10. A media voz
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