Friday, February 24, 2023

La violinista camagüeyana Marta de la Torre Campuzano, una mujer de estos y otros tiempos (por Verónica E. Fernández Díaz)


Las primeras décadas del siglo XX fueron marco propicio para la participación activa de las mujeres en el contexto social y cultural de América Latina y en particular Cuba. En nuestro país se desarrolló un movimiento feminista que logró, finalizando la segunda década, la aprobación de leyes como la Patria Potestad, la del Divorcio y luego, el derecho al voto. En ese contexto aparecieron sociedades lideradas por mujeres como Pro Arte Musical y el Lyceum que mucho hicieron a favor de la enseñanza artística, la promoción y difusión musical de alto calibre; siendo paladines de un nacionalismo cultural donde el descendiente de africanos no tenía cabida.

Es en ese entramado sociocultural en el que se suceden una serie de conciertos a cargo de la violinista camagüeyana Marta de la Torre Campuzano, quien había sido pensionada por el gobierno para estudiar en el Conservatorio de Bruselas, con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de la Habana bajo la dirección de Gonzalo Roig. Pero… ¿quién fue Marta de la Torre y cómo logró posicionarse en uno de los mejores conservatorios europeos a inicios del siglo XX?

La familia de la Torre en Camagüey

La violinista camagüeyana Marta de la Torre nació el 29 de julio de 1888 y murió en Maryland, Estados Unidos el 1 de septiembre de 1990. Fue parte de una familia de músicos y artistas que tuvieron un especial vínculo con Europa, su cultura y el arte.

Como he señalado en otras ocasiones, la cultura principeña (decimonónica) y la actual, camagüeyana han tenido en la mujer una fuerza de avanzada, tanto en pensamiento, como en obra y acción. Repasando la historia lugareña encontramos los nombres de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Aurelia Castillo en las letras -ambas con una visión del rol de la mujer en la sociedad principeña que se adelanta en muchos sentidos a los estudios de géneros actuales; Amalia Simoni, Ana Betancourt directamente en el campo insurrecto o aquellas que lucharon desde el exilio como María Luisa Sánchez. En la música, he señalado antes las posiciones de avanzada -sobre todo para el contexto latinoamericano-, que asumió María de las Mercedes Adam en la composición de grandes géneros como la ópera y la sinfonía. Terrenos en los que la mujer solo aparecía como cantante o instrumentista y este último no era tampoco muy usual; pues en lo fundamental, la mujer en la música se desempeñaba como profesora, cantante o instrumentistas-pianista y en menor medida como compositora, directora de orquesta o instrumentista de cuerda y viento. Mucho menos en la categoría de concertista, terreno destinado al hombre.

Pero Marta de la Torre nació en el seno de una familia de músicos, sus padres fueron educados en conservatorios europeos y esa formación influyó no solo en el virtuosismo y las destrezas técnicas alcanzadas, sino en la formación de todo un pensamiento musical enfocado en la milenaria música europea(1).

Aunque compuso algunas obras para piano y violín, el principal desempeño musical de Marta de la Torre fue como violinista. Al igual que sus hermanos recibió instrucción musical primaria de la mano de sus padres. Cuya academia, ubicada en el propio hogar, tuvo repercusión en el contexto musical lugareño pues allí se realizaban también los «conciertos familiares» donde tuvieron presencia, además de la música, las representaciones teatrales, la recitación y la interacción con artistas de renombre en la época como el gran Brindis de Salas, quien compartió con los discípulos de la Academia de la Torre. Estos «conciertos familiares» propiciaron a la familia de la Torre un reconocimiento y prestigio nacional que contribuyó a su posicionamiento en la capital como pedagogo y extendió las redes de socialización iniciadas en Camagüey.

A inicios del siglo XX, en 1905, Marta de la Torre fue pensionada por el Consejo Provincial de La Habana para estudiar en el Conservatorio Real de Bruselas(2). Allí recibió clases del profesor, compositor y musicólogo François-Auguste Gevaert (1828-1908); el violinista y compositor César Thomson (1857-1931) y el compositor y organista Adolphe-François Wouters (1849-1924. En este conservatorio ganó el primer premio en la clase de violín y dos premios en la de armonía.

Su carrera como violinista tomó un nuevo rumbo y desembocó en la de concertista, no solamente para ejecutar como solista acompañada de piano, sino para hacerse acompañar de orquesta sinfónica con todo lo que acarreaba a inicios del siglo XX ser líder de un grupo tan numeroso de hombres. Téngase en cuenta que en su accionar como concertista la anteceden, sobre todo, pedagogas, pianistas, compositoras y cantantes. Después de sus años de gloria en escenarios del mundo es que aparecen directoras de orquestas, violinistas y otras instrumentistas en la vida de concierto tanto europea como latinoamericana(3).

Como concertista cubana, realizó también una amplia labor en su tierra natal. Para 1910 se presentó en La Habana junto a su hermana Ángela. También realizó giras por el interior del país presentándose en escenarios de Cárdenas, Camagüey y Santiago de Cuba -donde tuvo especial acogida por el maestro Rafael Salcedo-.

En marzo de 1913 se trasladó a Estados Unidos y fijó allí residencia. Es en aquel país donde la compañía fonográfica Edison la contrató para hacer dieciocho discos que circularon con gran demanda por el mundo. Entre ellos, el musicólogo Cristóbal Díaz-Ayala ha recogido varios sencillos que contienen obras como Me’nuett de Porpora-Kreisler, Bygone days de R. Friml, “Hindoo chant” de la ópera Sadko de Rimsky-Korsakov y Canto amoroso de Sammartini-Elman grabados y publicados en 1920. Los titulados Air violin concertó y Mazurka in A Minor grabados en el mismo año pero que no fueron publicados y La Paloma acompañada por su esposo Aníbal Valencia, grabado y publicado en 1922. Grabar para la Edison en aquellos años era señal de dominio técnico y destrezas únicas. De hecho, una publicación norteamericana, New York Telegraph, dijo de Marta de la Torre luego de su debut en el Aeolian Hall de New York en 1920: “El hecho de que esta joven violinista imprime discos fonográficos de Edison, constituye una prueba evidente de su dominio de la técnica(4). Años después, en 1929, grabó junto al violinista Daniel Manso y el pianista Nilo Menéndez la obra Último recuerdo de M. Sánchez.

Asentada en Estados Unidos Marta de la Torre realizó viajes esporádicos a Europa y Cuba para ejecutar conciertos. En 1923 fue contratada en tres ocasiones por la Sociedad Pro-Arte Musical para ofrecer conciertos, junto a la orquesta sinfónica de La Habana y las batutas de Guillermo Tomás y Gonzalo Roig.

En aquellos años, una parte de la cultura musical cubana y en particular habanera debatía los estudios etnológicos de Fernando Ortiz ―Los negros brujos y Hampa afrocubana, ambas de 1906; Los negros esclavos en 1916 y Glosario de afronegrismos en 1924 por ejemplo―. Y, aunque las composiciones que muestran una asimilación de organologías, patrones rítmicos y melódicos procedentes de las culturas africanas y la defensa de estas por parte de compositores como Alejandro García Caturla y Amadeo Roldá(5) todavía no se habían escrito, ya en el ambiente sonoro se hacía sentir toda la sabia musical del descendiente africano en obras como Chivo que rompe tambó y Paso Ñáñigo de Moisés Simons, así como La comparsa de los congos y Lamento esclavo de Eliseo Grenet.

Sin embargo, la prensa que se hizo eco de estos conciertos de la violinista camagüeyana Marta de la Torre aluden a otro tipo de repertorio y un trato a la mujer como otredad. Un análisis de este corpus nos lleva a las siguientes observaciones:
Califica de alta novedad la audición de violín acompañada por orquesta de esta mujer. El concierto de Marta de la Torre, dice el articulista: “es el acontecimiento del día, y acaso, el más grande de todos los acontecimientos musicales que se hayan sucedido en nuestra patria”(6), quizás por la presencia de una mujer como solista concertista, un rol destinado a los hombres.
Y es que, por esas mismas fechas se habían presentado los españoles Pablo Casals y el violinista Juan Manen junto a la orquesta sinfónica, por lo que las expectativas estaban en lo que podía hacer aquella mujer pequeña de estatura, delicada y nada robusta que tanta fama había alcanzado en el extranjero. La novedad estaba en que esta vez el concertista era mujer.
El repertorio interpretado está integrado por obras europeas, no aparecen composiciones de autores cubanos o latinoamericanos. Aunque al menos uno de esos compositores se inscribe dentro de un nacionalismo con elementos folclóricos: el polaco Henryk Wieniawski(7).
Se publican fotografías acompañadas por comentarios que tienen por objeto mostrar a Marta de la Torre como la atracción del momento por su virtuosismo en el instrumento y por traer un repertorio actualizado del concierto europeo. En ocasiones, el ser mujer no se echaba a ver ante tantas cualidades musicales. En estos artículos se resalta la maestría técnica, seguridad y limpieza en la ejecución; poder de expresión y sonido portentoso mostrado por Marta de la Torre en el Concierto No. 2 en re menor de Henryk Wieniawski(8). Un artículo en el que su autor demuestra conocimientos musicales y profesión de crítico al señalar: “Armónicos, dúos de cuerda, dicción clara y precisa, colorido perfecto de la frase, con su expresión amable y encantadora; arpegios, sencillez, elocuencia, rasgos distinguidos de un estilo propio, poses brillantes, todo, todo eso fue ayer evidentemente presentado por la dama cubana, que, lejos de su patria, nos da prestigio y aquí nos subyuga y enloquece”. A lo que se suma el criterio de Waldina Escobar de Crespo, que igual de enaltecedor asegura: “su obra de intérprete háyase caracterizada por la distinción de un arte personal, espontáneo y sincero.”
No obstante, se nota una diferenciación entre el rol del hombre y la mujer en la música, cuando el articulista continúa diciendo: “La orquesta, ha tenido, bajo la dirección acertadísima de Gonzalito Roig, las más plausibles atenciones, los más solícitos cuidados” como si el trabajo con la obra musical, su comprensión e interpretación fuera diferente en fuerza y carácter para hombres y mujeres. A ello se agrega que Luis Baralt(9) (quien escribe el artículo) en un trabajo publicado en La discusión el 23 de abril de aquel año comparó la interpretación de Marta de la Torre con la del español Pablo Casals en la sinfonía inconclusa de Schubert al señalar: “El allegro moderato de la sinfonía inconclusa de Schubert no perdió bajo la correcta y segura batuta de Gonzalo Roig, los matices delicados y la elegancia en el fraseo que le había imprimido Casals”; dando a entender que una mujer lo hace bien cuando tiene al hombre como ejemplo y no por esfuerzo, voluntad, aptitudes e inteligencia propia.

¿Cómo logró Marta de la Torre, siendo mujer, tan alta estima y reconocimiento social?

1923
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Entre otras cosas porque triunfó en Europa y Estados Unidos antes de presentarse en Cuba. Su debut como solista había sido en la ciudad de Detroit con la orquesta sinfónica de Madison. Según la prensa: “Fue calurosamente recibida y por su talento, técnica y escuela probó ser la violinista más grande de América Latina”(10). Había realizado más de 40 conciertos en diferentes escenarios del mundo: Bruselas, París, España, Puerto Rico, Santo Domingo, Estados Unidos y solo cuatro en Cuba: tres de ellos con orquesta sinfónica (2 en 1920, 1923 y 1924).

Muchas de las instituciones que se iban creando en La Habana durante aquella década del 20, tenían el objetivo fundamental de dimensionar la cultura del país y desplegar una política divulgadora de la música de concierto. Entre esas instituciones estuvo Pro Arte Musical creada en 1918 fundada e integrada en su totalidad por mujeres: “[…] educadas bajo los preceptos burgueses de la cultura musical como adorno femenino y solaz del espíritu”(11). Una cultura musical e intelectualidad burguesa para la que, bajo el gobierno de García Menocal, lo negro y lo campesino eran considerado atrasado y vulgar; donde solo tenía valor la música y la cultura diluida en moldes europeos. En este sentido, Irina Pacheco también afirma que: “Las fórmulas de cubanidad del nacionalismo burgués se hacen visibles en las estrechas relaciones de María Teresa García Montes con ideas del compositor y teórico Eduardo Sánchez de Fuentes (por tanto) el debate sobre el contenido de la música cubana de la época y la proclamación de la cubanidad de lo indígena y lo campesino, (prima) frente al escándalo que representaba la introducción de elementos africanos en la música culta"(12). Además, Marta de la Torre había triunfado en España acompañada por el pianista y compositor Ernesto Lecuona, que era uno de los músicos mejor acogidos entre los intelectuales de aquella década del 20, todavía sin esa obra rica en valores afrocubanos. Sobre esta gira comentó Lecuona al cronista musical José Calero: “Artísticamente no nos podemos quejar, pues hemos tenido muchos éxitos, y toda la crítica nos ha tratado muy bien […] Ella tocará en Sevilla, con el insigne compositor (Joaquín) Turina (en el teatro San Fernando de Sevilla entre febrero y marzo de 1925), que la ha designado entre todos los violinistas, que ahora están en Madrid, como la mejor intérprete de sus obras […] Un triunfo para Marta, y para todos los cubanos.”(13)


Lo que hoy conocemos como políticas culturales llevó a Marta de la Torre primero, a posesionarse de espacios públicos europeos y aprehender esos modelos culturales en detrimento de lo afrocubano, lo criollo y lo nacional. De esa forma, se hizo visible en la sociedad habanera y formó parte de su cultura oficial y de élite, hegemónica. El grueso de sus presentaciones en La Habana transcurre en un momento en el que el feminismo estrecha vínculos con la vanguardia literaria del veinte y se proyecta una imagen de la mujer intelectual. En el propio 1923 tuvo lugar el Primer Congreso Nacional de Mujeres, antes habían sido aprobadas la ley de la patria potestad y el divorcio. La mujer se iba haciendo visible y empezaba a ocupar un lugar en la sociedad, la cultura y la nación por esfuerzo propio. Aunque la cultura habanera de élite la haya visto como otredad, Marta de la Torre fue la violinista concertista que, desde la capital, con ese dominio de la técnica y el repertorio musical europeo, representó a las féminas de Camagüey en el cambio de época hacia su emancipación futura y definitiva.


Anexo: Cronología artística de Marta de la Torre luego de terminados sus estudios en Bruselas(14).

1910, 20 de diciembre. Teatro Nacional. La Habana. Cuba. Según la prensa: “La ovación que recibiera el martes en la noche esas señoritas (se refiere a Marta y su hermana Ángela: violín y piano respectivamente), dos grandes artistas, compatriotas nuestras, estaba prevista, tenían que recibirla, como la han recibido en el extranjero, para satisfacción y orgullo de los que saben lo que representa triunfar, como han triunfado Ángela y Marta, fuera de su patria, lejos de toda recomendación, de toda influencia, y sí solo por su gran talento, más admirable a su edad, y que tan prodigiosas artistas las hace.” Revista Bohemia, 24 de diciembre de 1910.

1911, octubre. Gran Teatro Polyteama. La Habana, Cuba.

1911, 6 de diciembre. Teatro Nacional. Junto a la Banda Municipal de La Habana dirigida por Guillermo Tomás. Según la prensa: “Sin duda. Por estas tierras de América, no se ha escuchado una artista tan notable. Sin llegar a la hipérbole, se puede asegurar que Marta de la Torre es una gloria de América en general y una inmensa gloria de Cuba. […] Esta gloria cubana debe ser impulsada y protegida por el Gobierno para satisfacción de él mismo y prestigio nacional. Guillermo Castillo. Diario de la Marina, 3 de enero de 1913.

1920. Presentación en Pro Arte Musical. La Habana, Cuba

1920, 20 de noviembre. Concierto en Aeolian Hall, New York, EEUU.

1922. Se presenta en el Town Hall, New York y en Detroit, EEUU. Según la prensa: “… Fue calurosamente recibida y por su talento, técnica y escuela, probó ser la violinista más grande de América”. The Detroit press.

1923. Comentó Isidoro Coro en la prensa habanera: “Heredera de Maud Powell (violinista norteamericana 1867-1920), recibe la crítica musical americana el dictado de «la más grande violinista de los Estados Unidos» […] No hay centro artístico de aquel gran país, pródigo en manifestaciones intelectuales, donde no se tenga a honor ser visitado por Marta de la Torre, que recorre de victoria en victoria todas las salas de concierto. Su nombre es pronunciado con respeto y veneración, como los de esos grandes virtuosos que se llaman Kreisler (violinista. Austria 1875-New York 1962), Joachim y Kubelik (violinista y compositor checo 1880-1940)”. Isidoro Corzo, Diario de la Marina, 23 de febrero de 1923.

1923. Gira por Puerto Rico.

1923. Gira por República Dominicana.

1924. Gira a España con Ernesto Lecuona y Aníbal Valencia. Contrato con la Sociedad de Conciertos Daniel.

1925, febrero-marzo. Teatro San Fernando de Sevilla. Representó a Cuba en Exposición de Artes Decorativas de París.

1925-1927. Conciertos en varios escenarios de Francia como la sala Gaveau.

1927, junio. Funge como profesora de la cátedra de violín de la academia de su padre. La Habana, Cuba.

1929. En Cuba musical se dice: “Marta de la Torre […] es una de las máximas estrellas del violín que actualmente brillan en el mundo y una de las artistas más puras y completas que ha producido Cuba, para gloria de la misma patria”

1940, 12 de noviembre. Se presenta en Unión Panamericana. EEUU.

1942, 29 de marzo. Realiza concierto en el Teatro Auditorium. La Habana. Para el Círculo de Amigos de la cultura francesa. Al respecto se expresa en la prensa: “… excelsa virtuosa, una de las más extraordinarias que ha producido Cuba y cuya fama en el extranjero ha prestigiado durante veinticinco años el nombre de nuestra patria”. ¡Alerta!



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  1. Los padres de Marta de la Torre: Lina Campuzano y Gabriel de la Torre, fueron músicos y pedagogos muy reconocidos en Cuba a inicios del siglo XX. Su madre fue Primer Premio de Piano en el Conservatorio de París en 1886. Su padre fue discípulo de los músicos españoles Felipe Pedrell e Isaac Albéniz. Este último lo calificó como un pupilo “… dócil, estudioso y obediente”. Gracias a él, Gabriel de la Torre publicó sus primeras composiciones en Barcelona. Una vez de regreso a Cuba, el matrimonio de la Torre-Campuzano se asentó en Camagüey donde creó una academia de música, ofreció veladas y formó una pequeña orquesta. A inicios del siglo XX, el matrimonio se trasladó a la capital para dedicarse por entero a la pedagogía. En tal sentido destacan varios artículos, conferencias y métodos de estudio que tuvieron una importante repercusión en la época. Entre ellos: “Cómo debe estudiarse la música” 1914, “Cómo debe estudiarse el solfeo” 1928, Método Elemental para la Enseñanza del Piano 1931 y “Nuevos procedimientos pedagógicos para la enseñanza del piano” 1935.
  2. Este conservatorio se establece oficialmente en 1832 y fue desde esa época el más importante centro musical y teatral de Bélgica gracias a la obra de su primer director François-Joseph Fétis y profesores como François-Auguste Gevaert —profesor de Isaac Álbéniz, quien a su vez instruyó al padre de Marta de la Torre durante sus estudios en Barcelona— y Joseph Jongen.
  3. En la historia de la música aparecen varios casos excepcionales de mujeres destacadas, entre ellas: la compositora nacida en Constantinopla conocida como Kassia (810-867 aprox); la trovadora provenzal Beatriz de Día (finales del siglo XII -mediados del XIII); la compositora trovadora Leonor de Aquitania (1120-1204); la cantante, compositora e intérprete de laúd Maddalena Casulana (154-1590); la organista, clavecinista, compositora y directora de coros Vittoria Aleotti (1575-1646); la cantante, profesora y compositora Francesca Caccini (1587-1640); la veneciana Barbara Strozzi (1619-1677) compositora y cantante destacada durante el Barroco. Ya en el siglo XIX tenemos a la pianista y compositora Clara Wieck de Schumann (1819-1896); la parisina de origen español Pauline Viardot-García (1821-1910) quien destacó como mezzsoprano y compositora; la pianista, organista y compositora sueca Elfrida Andrée (1841-1929) que también fue una importante activista del movimiento de mujeres de Suecia; la parisina Augusta Mary Anne Holmes (1847-1903) destacada pianista, cantante y compositora; la pianista venezolana Teresa Carreño (1853-1917), con una carrera de concertista de fama internacional iniciada junto a la Orquesta Filarmónica de Berlín dirigida por Gustav Kogel; la compositora francesa Cécile Chaminade (1857-1944); la norteamericana Amy Marcy Cheney Beach (1867-1944) pianista y compositora; Ana Merkje Cramer (1873-1968) compositora y pianista holandesa; la compositora de ópera y pedagoga norteamericanas Mary Carr Moore (1873-1957). Preceden a la violinista cubana Marta de la Torre la compositora y violinista polaca Grazyna Bacewicz (1909-1969); la violinista, compositora y docente venezolana Ana Mercedes Azuaje; la neerlandesa Antonia Brico, primera mujer directora de orquesta con su debut a los 28 años en 1930 y otra larga lista de compositoras, pianistas, cantantes y pedagogas. Como se puede apreciar muy pocas violinistas como Marta de la Torre.
  4. Revista Pro-Arte Musical Año VI, No. 1. La Habana, 15 de enero de 1928.
  5. Alejandro García Caturla escribe sus obras afrocubanas más importantes después de 1923. Entre ellas, No quiero juego con tu marido (1924), Danza del tambor, Dana Lucumí, Tres preludios (1925). Y Amadeo Roldán a partir de 1925: Obertura sobre temas cubanos (1925); Tres pequeños poemas: Oriente, Pregón, Fiesta Negra (1926); La Rebambaramba, ballet de 1928, Rítmicas (1930) y Motivos de son (1932), entre otras.
  6. “Arte Musical”, El Mundo, 22 de abril de 1923. MNM
  7. El repertorio estaba integrado por: Der Freischutz, Obertura de C. M. Weber; Capricho Vasco de Sarasate; Allegro moderato de la sinfonía incompleta de Schubert; Hejre Katy de Hubay; Aria de J. S. Bach; Concierto en re menor de Wieniawski; Allegro moderato, Romance: andante non troppo (a lla zíngara). Cfr. Heraldo de Cuba, 20 de abril de 1923. MNM.
  8. Henryk Wieniawski (1835-1880) compositor y violinista polaco de la época en que Polonia estaba gobernada por Rusia. Su concierto No. 2 es una obra de madurez y el más importante de su producción musical.
  9. Luis A. Baralt: profesor, médico y diplomático cubano (1849-1933). Ejerció el periodismo en publicaciones como el Heraldo de cuba, El Ateneo de La Habana (1902) y el periódico neoyorquino The World. En su mayoría, artículos dedicados a la vida cultural.
  10. Compilación de opiniones sobre Marta de la Torre publicado en diferentes periódicos norteamericanos como el New York Telegraph, New York Tribune, New York Time, Musical courrier y The Detroit press. Publicadas en la revista Pro Arte Musical, 1924.
  11. Sigryd Padrón: La Sociedad Pro Arte Musical. P.12.
  12. Irina Pacheco Valera: La sociedad Pro Arte Musical. Testimonio de su tiempo. P. 37.
  13. Orlando Martínez: Ernesto Lecuona. Pp. 28-29.
  14. Elaborado a partir del texto Ernesto Lecuona. Cartas. Selección y anotaciones de Ramón Fajardo Estrada. (2 Tomos)




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Verónica E. Fernández Díaz. Nació en Camagüey, el 28 de enero de 1972. Doctora en Ciencias sobre Arte, Profesora Titular e investigadora Auxiliar de la Universidad de las Artes y el Centro de Estudios Nicolás Guillén. Premio Anual de Investigación Cultural 2007 con “Diccionario de la música camagüeyana. Siglo XIX” y 2015 con “Música e identidad cultural. Puerto Príncipe 1800-1868. Premio CUBADISCO 2014 en Producción de Investigación Musical con el CD Páginas de vida. Música camagüeyana del siglo XIX. 3er Premio de Musicología Argeliers León de la Uneac 2017 con el estudio de la obra de José Marín Varona.

Tiene publicado el libro Diccionario de Música camagüeyana. Siglo XIX, y varios artículos en Cuadernos de Historia Principeña de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, el Anuario de la Universidad de las Artes y la revista Antenas de su ciudad natal. También tiene trabajos publicados en la revista Videncia de Ciego de Ávila, Sic de Santiago de Cuba y Clave de Ciudad de La Habana, así como artículos en varios libros. Otros trabajos suyos se han publicados en Lisboa, Portugal; Baeza, España y Santiago de los Caballeros, República Dominicana.

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