Apolo (1909-1962)
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Confieso que por mi edad, ni tan corta ni tan larga en este hic etc nunc, solo conocí de oídas, y de leídas, los avatares cinéfilos de esta ciudad que tuvo el encanto y la magia del cine desde muy temprano.
Primero en su formato mudo, y ya a finales de los años veinte del pasado siglo, la llegada del sonido incorporado, y luego el color, y los grandes formatos del CinemaScope y hasta la inigualable experiencia del Cinerama, de la que mi padre me contaba en mi primera niñez.
Social
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De esa evolución cinematográfica la ciudad fue un inédito testigo. Salas de exhibición las hubo y muy buenas, en su formato simple como las más humildes de algunos cines de barrio: el Social, el América o el Camagüey, el recordado y muy popular Apolo de tantas evocaciones...
También aquellas con doble funcion: cine y teatro, todo en uno.
Casablanca, o Casa Blanca
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En el centro urbano, en ese downtown más clásico, que acá los camagüeyanos bautizaron como " el pueblo", el término lo usaba aún mi padre en mi infancia, se contaron unas cuantas: Avellaneda, Encanto, Casablanca, el Principal, Guerrero... luego el exquisito Alkázar...
Avellaneda
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De oídas, igual le escuché a mis mayores, de aquellas infinitas tandas corridas que disfrutaban los pequeños de casa, igual de los innumerables delicatessens que degustaran los muchachos de entonces: los refrescos de producción local y los importados de muchos sabores y marcas, los cucuruchos de rositas de maíz, y un largo y muy dulce etcétera.
Alguna vez me fue referida la anécdota quizás contada por mi inolvidable padre, de una muy popular y divertida costumbre de su infancia y acaso primera adolescencia: hacer rodar por el piso inclinado de la sala de marras, las botellas vacías, que con inusitado estrépito y susto para los más concentrados, se rompían al llegar a la zona más próxima a la pantalla de exhibición. cuántas otras de aquellas travesuras muchos que ya peinan más canas que yo podrán recordar.
Alkazar
(cuando todavía era cine-teatro)
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Igual recuerdo de lo que me fuera referido, lo que serían las grandes producciones que llegaron a los circuitos de aquel Camagüey cinéfilo a todo trapo, provenientes de las grandes casas y estudios de fama hollywoodense y mundial, cito solo algunas como botón de muestra: la francesa Gigi con Gaby Morlay, las también oscarizadas: La vuelta al mundo en ochenta días, El Rey y yo, Anastasia, Gigante, La Strada, El Hombre que sabía demasiado....
O todas aquellas con premios en Cannes, Berlín o Venecia: El Mundo del silencio, Otello en una versión soviética, Mañana Lloraré con Susan Hayward, Invitación al Baile, la inglesa Ricardo III, la inolvidable Trapecio con Burt Lancaster, la cinta española Calle Mayor, o la india Father Panchali.
Guerrero
(a un costado de la Popular)
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Ir al cine, sumergirse en el rito y la magia de la sala oscura, era entonces una fiesta, inombrable al decir lezamiano, pero además una experiencia celebrativa y con un signo de neto provecho espiritual.
El clásico formato de 35mm, la sala oscura y los grandes proyectores hacian el resto. Aún la era analogica nos mantenía a salvo de los formatos de esta hora digital, inevitables en los tiempos de internet y Netflix, pero igual carentes de esa patina que extrañamos...
Aún en mi infancia citadina de los años 70's, el cine tenía esa coordenada de los grandes rollos de celuloide, que a veces se velaban, por accidente o vaya ud asaber, y que de pronto alcanzaban la rechifla general contra el esforzado y anónimo proyeccionista.
Luego ya en los ochentas y los tempranos noventa, aún recuerdo la misma experiencia hasta que un buen día ya fueron escasas las proyecciones y llegó el final, se impusieron las video casseteras, y luego los DVD's y the rest was silence... parodiando a Shakespeare.
Encanto
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No recuerdo cuál sería la última cinta en el formato clásico que viera en algún cine de esta ciudad, si alguien memorioso tiene el dato, que me lo comparta, y se lo agradeceré.
Creo y lo digo sin tapujos, que la última vez que fui al cine como lo concibo y lo recuerdo, no fue precisamente por estos lares.
Me sucedió en Chile, en un pequeño y animado cine de pueblo, en la quinta región chilena, cerca de Valparaíso. El filme fue aquella inolvidable Antz en el año 1998.
"Calle de los cines"
Camagüey
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Con notas de la Guía Cinematográfica. 1956-1957. Centro Católico de Orientación Cinematográfica.Litografica Ramallo La Habana , Cuba, 1957.
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