“Huyo de lo que me sigue, voy detrás de lo que huye de mí”
Ovidio (poeta romano)
El Festival Internacional de Teatro Casandra, cuya motivación es destacar el trabajo de la mujer dentro de esta manifestación artística, nos ha acostumbrado a traernos propuestas diversas e interesantes de más allá de nuestras fronteras geográficas, creando con esto la posibilidad de acercarnos a trabajos que partiendo de poéticas y estilos diferentes amplíen nuestra visión sobre el teatro.
Para esta nueva edición del evento, la séptima, sus organizadores han tenido a bien invitar un espectáculo que nos llega desde la ciudad canadiense de Montreal, de la mano de una pareja de artistas interesados ambos en la investigación, cada uno desde sus respectivas áreas de creación: uno en el teatro, el otro dentro del canto lírico.
Royds Fuentes-Imbert y Marie-Annick Beliveau, componen el dueto llegado desde aquellas frías regiones, con un trabajo el cual lleva por nombre “Velocista Euridice” (Sprinteuse Eurydicce), que cuenta con la autoría del texto y puesta en escena del primero, así como la creación musical e interpretación de la segunda.
El diseño de vestuario realizado por la estilista y diseñadora de modas canadiense, pero con ascendencia en Gabón y Haití, Yann Evima Vouma, es una de las claves de acceso al espectáculo. Esta artista ha llevado a cabo la hazaña de una creación que podría describirse como un “vestuario-personaje” en sí mismo, un abrigo de piel de oso polar -falso- adornado con cabezas de caninos (lobos, coyotes o Huskys siberianos). Protección contra el frío y obstáculo a la velocidad deseada por Eurídice, el personaje. Este vestuario que toma presencia escénica sobre el escenario, obliga a la actriz a luchar constantemente contra su propio peso, confiriéndole al mismo tiempo protagonismo. La otra clave va a ser la cabaña en miniatura que la actriz-cantante lleva como una cruz sobre sus espaldas, obra del escenógrafo español David Pérez, licenciado en la escuela de Almodovar, así como también de la escenógrafa de origen polaco Joanna Pienkowski, maestra de la escuela de Bellas Artes de Cracovia. Ambos artistas producen un trabajo anclado en la visión de Taddeuz Kantor, donde existe “la posibilidad de transferir, a través de los actores, la vida a los objetos muertos”.
Al anunciarse se hace como un “espectáculo conferencia y una demostración de trabajo”, lo que nos predispone anticipadamente a participar del mismo no solo desde una actitud de espectador pasivo, por lo cual el interés en presenciarlo aumenta.
En las notas al programa, lo que siempre se agradece, se ofrece una excelente información que nos prepara para lo que posteriormente vamos a ver en escena.
Por medio de este valioso medio, se nos pone en conocimiento que nos enfrentaremos a un trabajo de concepción ‘operística’, debido a que la supuesta actriz, en realidad es una importante cantante lírica de larga trayectoria tanto en su país como en Europa, la cual ha devenido en una inquieta y tenaz investigadora sobre la relación de este tipo de artistas con su cuerpo dentro de los rígidos cánones establecidos desde hace siglos a dichos intérpretes. La artista se lanza a buscar una nueva relación voz-cuerpo-energía, que permite desembarazarse de arbitrarias ‘protecciones’ o esquemas pre-establecidos para los cantantes dentro del llamado ‘género lírico de sala’, es decir la ópera, al momento de interpretar un personaje.
Mucho se ha adelantado, de modo general, en cuanto a este tema a nivel mundial, desde los tiempos en que se asumían los personajes dentro de esta manifestación escénica, en composiciones estáticas, situaciones poco o nada creíbles para los roles que ejecutaban, con escasa proyección interpretativa, en función únicamente de las cualidades vocales del cantante. Atrás han quedado felizmente esas puestas en escena frontales, sin interrelación entre los ejecutantes, parados de cara al público; pero todavía persisten muchos aspectos que limitan un verdadero trabajo de integración del cantante lírico a los personajes que interpreta, frenando aún el compromiso del cuerpo con el movimiento, con su expresividad sobre el escenario.
Como bien se ha podido observar a través de la historia, ese cuerpo ha sido valorado solamente como un instrumento vocal, despojándose al mismo de su compromiso con el acto de ‘representar’. De lo anterior parte el hecho del pobre valor interpretativo que incluso en estos tiempos acechan a este artista. Pocos son los directores de escena que se atreven a incursionar en dicho trabajo, encontrándose por el camino incomprensión y resistencia de parte de algunos cantantes no preparados o no conscientes de que sus roles sobre el escenario serán el de actores, los cuales tendrán que comunicarse, lo que para ello sus diálogos se realizarán a través del canto.
En su afán por incursionar cada vez con mayor profundidad en la retórica que conforman el cuerpo y la voz del cantante lírico con su entorno sobre el escenario, es que esta artista llega en Julio del pasado año a asumir la dirección de la compañía Chants Libres, fundada en 1990 por la soprano Pauline Vaillancout en asociación con Joseph St-Gelais y Renald Tremblay, la cual tiene como objetivo el de trabajar desde cualquier disciplina artística, pero teniendo como punto en común la voz, explorando todas las posibilidades que ofrece a la modernidad las nuevas técnicas y aproximaciones al arte vocal.
Por su parte Royds Fuentes-Imbert, poeta, escritor y dramaturgo cubano que ha residido por un largo tiempo primero en Francia y ahora en Canadá, es graduado de Dramaturgia y Dirección del instituto Superior de Arte (ISA) en su país natal, donde también se desempeñó como profesor de historia del teatro y escritura teatral. Desde los inicios de su vida profesional se ha dedicado a la investigación de la antropología teatral, concepto creado por Eugenio Barba junto con Nicola Savarese y Ferdinando Taviani, mediante el cual se hace hincapié en la necesidad que tiene que tener todo actor de establecer una férrea comunión entre su cuerpo y la mente, como de igual manera comprender de mejor forma los principios técnicos utilizados por los actores en las diferentes culturas, viendo como todas esa diferencias pueden ser utilizadas de manera común.
Del encuentro entre estas dos figuras es que se produjo la realización del espectáculo que hoy ha llegado a nuestros escenarios, permitiéndonos el que podamos conocer un muy interesante y elaborado proceso de trabajo artístico, el cual podríamos calificar como de laboratorio.
Partiendo de una desgarradora y verídica historia, la cual involucra a una mujer cubana, deportista, participante y ganadora en eventos internacionales, médica además, que se ve precisada a prostituirse para poder subsistir, la cual conoce a una turista canadiense iniciando una relación sentimental, pero a la vez siendo contratada como vientre de alquiler y logrando salir del país mediante una apresurada boda, es que se va a desarrollar el argumento tratado sobre las tablas. A esta historia real, el dramaturgo le añadirá otros elementos que serán los encargados de darle al trabajo el sesgo de tragedia psicológica donde se muestra la desintegración psíquica a la que puede llegar el ser humano cuando se ve expuesto ante situaciones extremas.
En este caso en particular, el trabajo va a tratar de mostrar la vulnerabilidad de la mujer cuando en su condición de exiliada se ve sometida a los más impensables rigores, llevándola a enfrentar situaciones extremas, donde de ser perseguida y acosada, se convierte ella misma, para su sobrevivencia, en un depredador más.
Es aquí donde el célebre mito de la antigüedad clásica de Eurídice se encuentra en el camino con nuestra historia, ya que si en aquel la ninfa huye en veloz carrera de su perseguidor, encontrando la muerte inesperada, en esta otra, construida sobre la realidad misma, quien trata de huir va a encontrar la muerte de su espíritu, al ver sucumbir sus valores como ser humano.
Sobre el escenario la cantante-actriz va a entregarnos un trabajo sumamente elaborado, donde el cuerpo se convierte no en el portador de la voz, sino en el elemento expresivo de aquella. Mientras realiza un exquisito trabajo vocal, donde sus amplios registros que abarcan por igual los de soprano que los de mezzosoprano, su tesitura dramática convierte las notas en palabras, en frases que se entrelazan con los movimientos de su cuerpo, con las expresiones faciales como si aquel fuera el pentagrama de las otras.
Poder haber disfrutado de la proyección escénica de esta intérprete -nos cuesta trabajo decir cantante porque su trabajo va mucho más allá- es un lujo que tenemos que agradecer enormemente.
El texto es un hermoso poema, donde lo dramático se convierte en poesía. El lenguaje es directo y ofrece una imagen cinematográfica -pensé en imágenes en una pantalla mientras leía. Eso le da al texto un vuelo distinto. La economía de palabras produce una singular fuerza a la accion, contrario a lo que se pudiera pensar.
Creo que es un trabajo que pudiera representarse en dos planos al mismo tiempo: el escénico y el cinematográfico. La idea me vino levemente mientras lo vi; pero al leerlo se me hizo más firme. La actriz en escena y al fondo una proyección en tiempo real de la actriz huyendo en la nieve, imagenes de perros siberianos corriendo, del chalet y algo a resolver que nos trasladara a Cuba por un momento, pero sin mucha fuerza, sólo de pasada, para marcar el territorio de la denuncia.
Considero que es un magnífico “performance” operático” más que una puesta teatral operática. ¿Entiendes la diferencia? El hecho que sea cantado y no hablado le imprime otra dimensión al espectáculo que le remueve los cimientos, ejerciendo sobre quién lo visualiza una particular sensación de extrañamiento, para mí necesaria, ante el drama narrado. Se puede analizar el drama más fríamente, calcularlo… sin caer en panfleto.
Un texto expresionista, sin duda alguna, pero me recordó además la concepción del movimiento “fauvista” que desarrolló la plástica y algo la literatura en los principios del pasado siglo. Texto agresivo, con las palabras precisas.
La concepción escénica de Fuentes-Imbert, así como el texto cantado, al cual se le agregó la música, compuesta también por Beliveau, se encuentra bien pensado y diseñado para permitir sobre el espacio escénico el trabajo tan desnudo y crudo, con el que se pretende ofrecer a través de un mensaje de mayor calado universal, la denuncia de la terrible situación de una pequeña nación a la cual muchos solo ven como un destino de sol y playas, pero que sobrevive en un infinito escapar de sus depredadores: Cuba.
Esta "Velocista Eurídice" ha llegado a nuestra ciudad como cruda y certera denuncia artística que no puede ser ignorada. ¡Enhorabuena!
Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Marzo 23, 2023
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