Señora Presidenta del Congreso Nacional de Mujeres:
Señoras congresistas:
Señoras y señores:
Mucho he vacilado antes de desarrollar este interesante tema de ‘‘La mujer en el periodismo’’, digno por todos conceptos de ser tratado por persona de más competencia que yo, sobre la orientación que debía seguir, por ser precisamente la profesión de periodista una de las que con menos brios ha abrazado la mujer cubana, y por ello es difícil relacionarle con el avance feminista.
Si la cualidad de escritora coloca a la mujer en condiciones de llamarse periodista, podemos decir que contamos con un gran número de mujeres que pueden ostentar este título; pero si nos referimos al periodismo verdadero, al que requiere la ardua labor del reporter siempre en movimiento para obtener la noticia de última hora que ha de llevar a la redacción sin pérdida de tiempo, el que impone el comentario oportuno de cualquier suceso interesante y que trae consigo, en fin, tantas y tantas responsabilidades, entonces podemos decir que en Cuba no hay o existen muy pocas mujeres periodistas. Entre este pequeño grupo figuran Isabel Margarita Ordex, compañera muy estimada, en ‘‘La Discusión’’; María Villar Buceta, en ‘‘La Lucha’’; Yuya Martínez, cronista de ‘‘La Prensa’’; Dulce María Roberts, Jefe de Redacción de ‘‘Smart’’, y algunas otras que en estos momentos lamento no recordar; pero que estoy cierta que no hacen un número considerable. Y ¿por qué es esto? me pregunto sin poderme yo misma responder. Por qué aquí todas las mujeres cuando van a fundar un periódico se deciden por la revista literaria?... Gertrudis Gómez de Avellaneda, mujer de cerebro prodigioso, de fuerte carácter por muchos tildado de varonil, de avanzadísimas ideas impropias de su época, funda un periódico en esta capital y éste es una revista literaria, Más tarde otras siguen su ejemplo y así van surgiendo entre muchas que sería prolijo enumerar, ‘‘La Revista Blanca’’, dirigida por Luz Gay, la poetisa hoy demente y recluída tras las rejas de un manicomio. “‘La Golondrina’’, de la también poetisa Srta. María Urzais; ‘‘Cuba Libre’’, de la Srta. Rosario Sigarroa, y sucesivamente otras publicaciones de igual índole que desaparecen casi siempre tras un corto período de tiempo, como ha sucedido con las recientemente dadas a la publicidad en Matanzas, Santiago de Cuba y Guantánamo respectivamente tituladas ‘‘Albores’’, de la Srta. Oliver; ‘‘Astral’’, de Mariblanca Sabas Alomá, y “Preludios’’, de Rebeca Elía Poveda. Pudiendo considerar casi como una excepción “‘Letras Güineras’’, de Rosa Trujillo, que lleva como seis u ocho años de vida, y la ‘‘Revista de la Asociación Femenina de Camagiiey’’, que se sostiene firme hace dos años; pero que no sería arriesgado asegurar que ello consiste en que es el órgano de una Sociedad más que un periódico de circulación, es decir: que esté más bien sostenida por los miembros de la agrupación cuyo vocero es, que por el favor público.
Desde luego, no debe llamarnos la atención este fracaso del esfuerzo femenino en pro de las letras porque a infinidad de revistas fundadas por hombres les ha ocurrido igual; pero yo sólo he querido significar que el periodismo femenino ha sido casi siempre un periodismo más literario que activo y que muchas energías se han perdido sin que el éxito coronara los esfuerzos de la mujer periodista, porque el camino ha sido equivocado. Tal vez un periódico diario atendido por mujeres hubiese dado más positivos resultados, al mismo tiempo que la mujer, que casi siempre escribe alentada por un ideal, podría hacer del periodismo un baluarte poderoso para la defensa de todas las causas nobles y generosas que hoy atraen su atención y la obligan a unirse en universal clamor pidiendo un mundo mejor para las generaciones venideras.
La prensa es, indiscutiblemente, un formidable auxiliar para toda empresa, nosotras, las que sostenemos el pabellón del feminismo en esta República, lo hemos palpado: si no hubiésemos contado con su cooperación, nuestra labor hubiese sido aun más difícil de realizar porque nuestras aspiraciones hubiesen quedado ahogadas entre las paredes del recinto donde eran expuestas, con mas o menos elocuencia; pero sin resonancia alguna. La prensa ha sido la encargada de divulgarlas, de llevarlas al apartado rincón campesino haciéndolas repercutir en el corazon de la mujer selvática que no obstante su escasa cultura nos corresponde y brinda su concurso. Ella quien le ha hecho oir al legislador cubano nuestro grito de rebeldía contra los viejos moldes opresores, obligándolo a pensar seriamente en concedernos los derechos que todo ser consciente debe tener. Estos y muchos servicios nos ha prestado la prensa, pues hasta el éxito de este Congreso le pertenece en parte y ello no obstante estar monopolizada por el hombre, que si nos ha prestado su concurso, en ese sentido, ha sido casi siempre, salvo excepciones contadas, por galantería. ¿Qué no sería entonces si contáramos con periódicos propios donde nuestras ideas no encontraran objeciones de ninguna clase?
No sé si será porque soy una apasionada del periodismo, del periodismo verdadero que impone sacrificios y absorbe el tiempo obligando a indagar y a buscar siempre algo emocionante con que sorprender a los lectores; pero creo, que si nosotras penetrásemos con paso firme en este terreno casi inexplorado por nuestro sexo, el éxito mas lisonjero habia de coronar nuestros empefios, pues ellos nos brindaria oportunidad no sólo para extender nuestro campo de acción hacia una nueva actividad de positivos resultados económicos, sino que contaríamos con un fuerte lazo de unión internacional, pues nada podría crear más cordiales relaciones entre las feministas cubanas y las del mundo entero, que el canje de los periódicos por nosotras sostenidas. De esto tengo adquirida experiencia, pues recibo frecuentemente publicaciones extranjeras dirigidas por mujeres en países lejanos hasta donde el periódico ha llevado el conocimiento de mi modesta labor en pro de la causa. Asi llegan a mí, como mensajeros fraternales, por ejemplo, ‘‘El Hogar’’ de México, dirigido por Emilia Enriquez de Rivera, y ‘‘Nuestra causa’’ de la Argentina, por Lola S. B. de Bourguet. Asi puedo llamar compafieras a las otras mujeres que dispersas por el mundo, como yo piensan y como yo luchan por el progreso de todas, así conozco sus nombres, así han conocido ellas el mio y asi aprenderán ellas a amar mi patria como aprenderé yo a amar la suya.
En nombre, pues, del engrandecimiento y progreso de Cuba y de la unión universal, bello principio sustentado hoy por todos los que saben sentir, invito a las dignas compafieras aquí congregadas a aunar sus esfuerzos para que la mujer cubana incline su ánimo hacia el periodismo y sepa hallar el encanto indiscutible que tiene como propagador de la cultura y de todos los ideales que hoy alienta la Humanidad.
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