“Nadie instaura una dictadura para salvaguardar una revolución, sino que la revolución se hace para instaurar una dictadura”
George Orwell (escritor, periodista y crítico británico).
“Quien quiera obtener un poder absoluto no tendrá que hacer uso de la violencia, sino de la libertad del otro”
Byung-Chul Han (ensayista y filósofo surcoreano).
Entre las diversas ofertas entregadas durante la recientemente finalizada séptima edición del Festival Internacional de Teatro Casandra, estuvo la puesta en escena de la obra “Ultimas Criadas”, un profundo trabajo de intervención dramatúrgica, sobre el texto original del francés Jean Genet, “Las Criadas”, el cual viera su estreno en 1947, que bajo la dirección de Erom Jimmy, subió a las tablas del Sandrell Rivers Theater. el pasado día 23 de Marzo, en una lamentable única función.
Como bien sabemos, esta obra del autor galo es considerado su trabajo más conocido y el de mayor presencia en los escenarios de todo el mundo. Según algunos, explora sin concesiones la dialéctica de la opresión, a su vez que explora también sin ambigüedades el odio que conduce inexorablemente hacia un crimen. Todo ello, claro está, desde una visión ideológicamente relacionada con la lucha de clases, partiendo de las propias experiencias del autor, las cuales lo llevarían a abrazar diferentes causas políticas a través de su bastante caótica existencia.
Si bien en el texto de Genet, la trama nos lleva al encuentro de dos criadas, que estableciendo un desajustado nivel de dependencia una de la otra, van a mostrar una relación envidia-odio-poder desde y hacia la señora para la que trabajan, culminando en un plan para asesinarla, algo que se verá absurdamente frustrado, dando al traste con los deseos de estas dos obsesionadas mujeres, deparando un final no imaginado, la entrega de Erom Jimmy, nos arrastrará hacia otros derroteros inesperados, aunque valiéndose de iguales soportes en la acción dramática.
Del mero conflicto privado, particular y existencial, en la obra gala, esta nueva propuesta nos sumergirá en la tragedia a la que convocan el poder, la obediencia, la sumisión, el desacato, el miedo, la represión, trasladado al conflicto entre los habitantes de un país y sus gobernantes.
El autor ha sabido re-escribir dicho texto, para sin convertirlo en un muy temido discurso panfletario, denunciar la ya demasiado extensa situación de penuria y calamidades, que bajo la presión de un régimen lapidario, ha sumergido al pueblo cubano desde hace más de seis décadas.
Si bien el escritor y dramaturgo cubano Virgilio Piñera nos habló de “... la maldita circunstancia del agua por todas partes...”, refiriéndose a la limitante situación geográfica de la isla, Erom Jimmy, retoma esa masa líquida para situarla como muro de contención, que también de prisión y de muerte, en que se ha convertido ese mar para los nacidos en esas tierras de la Mayor de las Antillas.
Tratando de poner al pre-espectador en perspectiva ante lo que verá en escena, el programa de mano nos dice: “La casa se convierte en una especie de isla diabólica donde se concentra el odio y el deseo de venganza ante un poder casi perpetuo e irrevocable...”, con lo que pretende inducirlo, desde antes que se corra el telón, a formar parte de esta lectura despiadada, agria, que de seguro removerá las entrañas del dolor de muchos, haciendo desempacar recuerdos vividos dentro de nuestra siempre añorada ‘isla-cárcel’.
La obra francesa que habla del poder, como de un juego de espejos, ha tenido siempre una dimensión que desborda sus iniciales intenciones. Desde sus renglones se desprenden lecturas variadas, adaptables a un sinfín de abarcadoras realidades, poseedoras todas ellas de premisas coincidentes y al mismo tiempo multiplicadoras de eventos que envuelven al ser humano en la lucha por su existencia. Es por ello que para nada puede resultar extraña esta nueva lectura dada a su trama, que se ha aprovechado excelentemente de su discurso original. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que pocas veces podemos estar en presencia de una re-escritura dramática que se aproveche de manera tan certera de su original.
Lo anterior me atrevo a expresarlo, a pesar de no ser un convencido totalmente, como he expresado en otras oportunidades, de lo acertado de intervenir textos de otros autores que ya han demostrado su eficacia y valía en la escena mundial; pero en el caso que nos convoca, su lectura primero y su visualización sobre las tablas después, me hizo, por primera vez, analizar a fondo la validez de este acto, encontrando por el contrario, que en esta ocasión el mismo, engrandece aún más el objetivo con el que fuera escrito el texto de Genet, otorgándole al mismo reconocimientos de intemporalidad y universalidad.
Reconozco que este nuevo texto, nos provoca el continuar con un análisis de mayor profundidad y más exhaustivo; pero sin duda ese debiera ser el material para otro trabajo, tal vez más académico, dirigido tal vez a otro grupo de lectores -si es que aún existen- interesados en estos temas de reflexión conceptual teatrológica.
Pasemos pues a lo visto sobre el escenario.
De acertada manera, Erom Jimmy, desde su altura de director, tuvo la idea de cambiar la disposición público-escenario, partiendo de las variadas posibilidades que el espacio de este teatro, el Sandrell Rivers posee, utilizando las gradas como escenario para colocar al público a nivel del piso, aunque no obstante se debe decir que ello entorpeció en cierta medida la visión del escenario, debido a quedar todos los espectadores colocados sobre un mismo nivel.
Esa distribución escogida para la organización de la sala, nos hizo recordar a la de los teatros de la antigüedad clásica griega y romana, sólo que de manera inversa, como si en esta oportunidad los espectadores estuvieran sobre el escenario y los actores se movieran sobre las altas gradas que rodeaban aquellos edificios, por lo que al entrar se podía sentir una fuerte impresión teatral.
Llamativo resulta de igual manera ver todo el espacio escénico forrado de papel periódico, lo que junto a una gran ventana central -elemento primordial para el texto- y a una gran cantidad de maletas de viajes amontonadas en el centro de las gradas-escenario, conforman el conjunto del diseño escenográfico. No podemos pasar por alto la larga y simbólica alineación de barquitos de papel que separan escenario y espectador con su carga más que simbólica...
Dianet Conde
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Para llevar a cabo este trabajo, el director se ha valido de la presencia en escena de dos actrices, una con cierta trayectoria sobre nuestras tablas y otra haciendo su debut escénico en esta ciudad, Nabilah Fernández la primera y Dianet Conde la segunda, serán las encargadas de asumir los roles de las temibles criadas y hermanas: Clara y Solange. Ambas acompañadas por María Alejandra Guerra, Lorena Moll y María Victoria Machado, jóvenes estudiantes pertenecientes a la Sociedad Actoral Hispanoamericana, quienes incorporan en conjunto el rol de la Señora, en una muy acertada concepción de dirección.
En este punto debemos detenernos y agradecer la idea de concebir el personaje de la patrona, que provoca todos los odios y envidias, además de personificar el poder para aquellas que bajo su control se encuentran, interpretado por tres actrices. Al hacer esto se convierte a dicho personaje en una especie de ‘hidra de tres cabezas’, que aunque hablando a una sola voz, reforzando la poderosa e indispensable figura del coro griego, van a tener además cada una su propio momento de frontal soliloquio, destacándose el que realiza la joven Guerra, quien con potente y bastante definida voz, muestra un prometedor temperamento escénico.
Mostrando interés, en marcar el contexto de la acción con más carga simbólica, la utilización de tres niños en escena a manera de silenciosos comodines, suponen una gran responsabilidad en el trabajo escénico, reforzando el contenido intertextual del mensaje. Isabella Simón, Carlos Nazco y Caroline Sánchez, alumnos del taller de Teatro de la Compañía para Bajitos, con sus vestuarios que los identifica como estudiantes de escuelas cubanas, llevan a cabo un sorprendente, difícil y disciplinado trabajo sobre el escenario, que se sale de su rango de edad y de la posible preparación que ellos puedan poseer.
Pero volvamos la mirada nuevamente hacia las dos actrices responsables de conducir esta historia.
Nabilah Fernández, actriz cubana graduada del Departamento de Teatro de la Universidad de Puerto Rico, en su campus de Río Piedras, ha subido en algunas ocasiones a nuestros escenarios -no en la frecuencia suficiente, que a nuestro entender mereciera estarlo- habiendo demostrado el innegable compromiso con su profesión
Como ya señalamos, esta actriz incorpora el personaje de Clara, la criada que tanto en el texto original, como en esta re-escritura, mantiene la dependencia y supeditación a su despótica y controladora hermana, pero siendo la que al final aporta el giro dramático que impacta y define a ambos textos, que en el caso que nos ocupa, envuelve en un lamentable manto de pesimismo el futuro cubano.
Fernández se desenvuelve con agilidad por los inconvenientes niveles del escenario, añadiendo cierta plasticidad felina a sus movimientos, como si con tal incorporación estuviera encubriendo desde el inicio el sorpresivo zarpazo final que realizará su personaje. Intérprete con buena proyección de voz, dicción y fraseo, en esta oportunidad sin embargo, debido tanto a un estado gripal de última hora, como también al trastocado espacio de representación, lo cual atentaba en buena medida contra el trabajo de las voces, resultó por momentos difícil poder escuchar con claridad algunos de sus parlamentos. No obstante, la actriz propuso un trabajo de una fortaleza escénica vital y determinante para el éxito de su desempeño sobre las tablas...
Por otra parte, Dianet Conde, joven actriz cubana con estudios en el Instituto Superior de Arte (ISA), los cuales tuvo que abandonar a punto de graduarse debido a las presiones recibidas ante su inminente salida del país, quien como ya dijimos anteriormente, asumió su primer trabajo entre nosotros, mostró un desenvolvimiento en escena acorde a los requerimientos de una puesta la cual exige un extremo trabajo corporal, aspecto que define el quehacer de este director, el cual pide grandes cuotas de preparación física a sus actores. Del mismo modo incorporó su personaje con la energía y la arrogancia propia de la caracterización correspondiente al mismo.
Aunque ya habíamos hablado de las dificultades del espacio de representación en cuanto a que se pudieran escuchar bien las voces en el escenario, debemos añadir que en el caso de dicha actriz sus problemas con la voz fueron algo más allá.
Erom Jimmy, Diredtor.
Foto/Wilfredo A. Ramos
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En su caso en particular, se pudieron distinguir algunas dificultades en la dicción, exceso de velocidad al decir ciertos parlamentos en momentos de gran tensión dramática y caída del volumen de la voz en finales de frases, haciéndolas casi inaudibles en ocasiones. Dichos contratiempos, lamentablemente, son situaciones que se encuentran bastante extendidas -más de lo aceptable- en un numeroso sector de los jóvenes actores provenientes en la actualidad de la isla. Algo no se está haciendo realmente bien en aquellas instituciones que tan excelentes profesores, dedicados al trabajo de la voz, tuvieron tiempos atrás.
El que no se hubiera contado con el tiempo necesario para el proceso de montaje y ensayos de esta obra, algo que sobrepasa la normalidad en el habitual trabajo teatral de nuestra ciudad, tanto como el que ésta haya tenido la posibilidad de realizar solamente una única función, sin duda ambas situaciones, atentaron en contra de la necesaria concreción de un mejor ritmo sobre el escenario, aunque todos los implicados se entregaron, con sus mejores recursos, a lograr una puesta que debe quedar como referente del teatro de Miami.
A modo de resumen, tenemos que agregar que al disfrutar de un espectáculo de tal complejidad y fuerza en sus diálogos, producto de la interesa y testarudez de su autor, al tomar un texto considerado un clásico del teatro mundial, deconstruyéndolo, interviniéndolo, re-elaborándolo, entregando un nuevo producto, el eco del grito de denuncia se alcanza a escuchar más allá del escenario, estando en presencia de un documento de verdadera trascendencia artística y política para no perder de vista.
Fotos/Roberto Daguerre
Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Abril 3, 2023
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Fotos/Wilfredo A. Ramos
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