La Iglesia ruega públicamente en este día por todos los hombres sin excepción, a fin de mostrar que Jesucristo ha muerto por todos.
Concluidas las oraciones se quita el velo que envuelve la Cruz, para indicar que rasgado el velo del templo a la muerte del Redentor, el santuario apareció descubierto.
Primero el clero y después el pueblo adoran respetuosamente el signo de Redención; pero entendiendo que no adoran el madero, lo cual - segín la expresión de S. Ambrosio sería un error de idolatría -sino al Salvador que en él ha sido enclavado. Tal es la intención de la Iglesia y la doctrina de los Padres y de los Concilios.
No se ofrece este día sacrificio de la Misa, y el secerdote comulga bajo la sola especie del pan que fué reservado ayer.
Se despojaba antiguamente los altares a la consumación del sacrificio; y esto se practica todavía el Miércoles, Jueves y Viernes de la santa Semana; sea vestigio de la antigüedad, sea misteriosa ceremonia que nos recuerda que Jesucristo, figurado por el altar, fué despojado de sus vestiduras: al menos así lo indica el que se recite el salmo de David , -que predice esta circunstancia de la Pasión. -al desnudar los altares.
El espíritu de la Iglesia es que meditemos profundamente este dia los sufrimientos y la muerte de nuestro Salvador. El padece, dice S. Agustín, no por una necesidad digna de compasión, sino por un poder lleno de misericordia: él sufre y muere porque nos ama... ¿y podremos nosotros no corresponder a este divino amor, que nos ha dado pruebas tan extraordinarias? ¿No miraremos con horror el pecado, que fué causa de la Pasión y muerte de Jesucristo?
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