De cepa revolucionaria y nacido en la legendaria tierra de los Agüero, Agramonte y Cisneros.
De corta edad y casi un niño ingresó en las filas del Ejército Libertador de gloriosa actuación por la independencia de Cuba y compuesto por una minoría exigua de cubanos, pero de corazón y vergüenza que con sus arrestos, valor, sacrificio y heroísmos nos dieron la independencia.
Comenzó su labor de soldado y terminó la contienda en la Quinta de los Molinos de capitán.
Este guajirito siempre risueño y modesto, perteneció durante nuestra lucha guerrera del 95 al 98 a la escolta del libertador q. h. Máximo Gómez, General en Jefe del E. L. Estos grados y el lugar o fuerza donde operó son bastante para decir quién fuera Subil.como valiente, disciplinado y buen compañero.
Su recorrido de Camagüey a Occidente está lleno de hechos que con recorrer la odisea de la Invasión, allí está su mundo de actividad y valor, de joven y cubano de un sentimiento y corazón noble y generoso por cuanto en favor de la libertad de Cuba hiciese falta.
Saratoga en Camagüey, Juan Criollo en las Villas, y cuánta escaramuza y tiroteos al enemigo contó a "Subilito", como le decíamos en el campamento, entre uno de sus más decididos, disciplinados y valientes.
Nos parece aún verlo en su caballito moro, que por tan gordo que era se le hacía difícil a veces sujetar la montura, que se deslizaba por la suavidad del pelo brillante de ese jamelgo criollo y tan mantecoso, propio para comérselo en días de verdadera hambre, como las que pasamos muchas veces, tan distinto a como luego se paseara por pleno Paseo de Martí, en vida civilizada, como contrastes de emoción, antes la de casi salvaje que llevaba el mambí, sin ropa, sin comida y sin armas, en su gran caballo del Cuerpo de Policía y solamente con un corazón grande y la esperanza fija en el porvenir que no tardó en llegar, aunque con la gratitud, sinsabores y contrariedades naturales de toda lucha por las buenas obras, y sobre todo por la libertad de Cuba.
Queremos presentar a este tipo como otro de los soldados del Viejo Gómez, que como los Bayate, los Gallo y otros tantos, así se portaron; éste ya hoy en la paz todo un padre de familia, que ha sabido constituir un hogar, educar sus hijos, ser un buen y honrado como cumplidor sargento de la Policía Nacional de la Habana, de la Sección de Tránsito, y honrado además con ser Maestro Masón de la Logia "Hijos de la Patria".
Que siga siendo premiado por sus virtudes nuestro compatriota, compañero de armas y hermano masón, que bien lo merece quien se ha sacrificado por la patria en momentos de peligro y honra a Cuba en la paz, trabajando y siendo un ciudadano digno de nuestra sociedad, como lo es Emilio Subil.
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Texto incluido en el libro Con sombrero de yaguas, de Angel E. Rosende y de Zayas. La Habana, 1932.
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