Como asiduo espectador de todas las dignas puestas de la Miami Lyric Opera, confieso que asistí, el domingo 2 de julio de 2023, al Dennis Moss Cultural Arts Center, de la ciudad de South Miami, con las más altas expectativas estéticas –y sentimentales–, por volver a escuchar a la aclamada soprano –y admirada y querida amiga – Eglise Gutiérrez, en el rol titular de la ópera Lucia di Lammermoor, que para ella tiene un significado muy especial, según sus propias palabras:
Fue la ópera con la que debuté; la ópera con la que descubrí que iba a ser mamá cantándola; la ópera con la que con siete meses de embarazo la estaba cantando, y la ópera con la que cuando mi bebé tenía un mes y cinco días de nacida, la estaba cantando. Este es el motivo de el porqué le puse al ser que más quiero en este mundo el nombre de Lucia.
Cantar Lucia dos veces seguidas –y sin día por el medio– es una verdadera hazaña para toda soprano, porque no solo tiene que cantar las muy difíciles coloraturas con toda la pirotecnia que requieren, sino que debe hacerlo con un desempeño dramático completamente coherente, para que sea creíble el intenso drama que “vive” durante toda la representación, y Eglise sobrepasó todas mis más halagüeñas expectativas al respecto, al centralizar, de principio a fin –y de modo magistral– el gran e inolvidable banquete operístico que constituyó esta brillante puesta de la MLO – y de su director general y artístico, el Maestro Raffaele Cardone.
Sería muy injusto de mi parte referirme y elogiar solo el “plato principal” de este “banquete”, pues Eglise estuvo arropada por un Edgardo y un Enrico también de lujo, en un perfecto equilibrio, a la altura de las mejores casas de ópera del mundo: el tenor uruguayo Martín Nusspaumer y el barítono cubano –y holguinero, al igual que Eglise– Nelson Martínez, respectivamente.
En esta parte de mi reseña debo hacer una acotación: ¿qué tiene Holguín, su aire, su acueducto, que ha dado voces líricas tan sobresalientes, no solo a ellos, sino también a la soprano María Aleida Rodríguez, al propio hijo de Nelson, el también barítono Jorge Nelson Martínez, y en el pasado reciente, a la soprano María Luisa Clark, el barítono Raúl Camayd y la soprano Náyade Proenza, quien fuera su esposa? (para mi consuelo como matancero, Nelson está casado con una flor del Yumurí, la exquisita soprano lírica de coloratura Hilda del Castillo, mi amiga querida).
Después de estos necesarios elogios y comentarios generales, toca pasar ya a aspectos más “específicos”.
En el libreto original musicalizado por Gaetano Donizetti, Lucia, enloquecida tras su forzada boda y su involuntaria traición a Edgardo, mata a Arturo, su impuesto esposo, y muere, mas como preámbulo a toda esta tragedia medieval escocesa, en la escena segunda del primer acto, “en los predios del Castillo de Ravenswood” –evocados por funcionales telones pintados– , Lucia canta la bellísima aria Reinaba en el silencio, la segunda en importancia en esta ópera, donde le cuenta a Alisa su encuentro con el fantasma de la mujer asesinada en el lugar por su celoso esposo, y Eglise la abordó –y la “bordó” – con todos los ornamentos de su magnífica voz y una actuación que la volvió a confirmar como la gran actriz que es, sin excesos melodramáticos, pero con la angustia premonitoria que esta bella aria demanda.
A continuación, en el siguiente cuadro, el barítono Nelson Martínez, como Henry Ashton –Enrico–, se apropió de tal modo de su rol como el perverso hermano de Lucia, tanto actoral como vocalmente –sobre todo en el dúo del segundo acto con Eglise y en el famoso sexteto–, que en los saludos finales, pese a su bravura vocal e interpretación, los aplausos me parecieron mermados por el rechazo a su interesado y cruel comportamiento hacia su hermana, mientras que Elizabeth Defronzo, como Alisa, cumplió dignamente su cometido como confidente y apoyo de Lucia, al igual que Jared Poroune, como Normanno; el tenor Ray González, como Arturo, y Gibson Dorce como Raimondo Bidebent –en agradecida sustitución de última hora de Mikhail Smigelski, el bajo previsto originalmente para ese rol.
A su vez, sobre el tenor Martín Nusspaumer, como el defraudado Edgardo de esta sublime Lucia de Eglise, tengo que pensar muy bien lo que voy a decir, para que mi entusiasmo por su exquisita interpretación no me haga caer en un excesivo –mas muy justificado– ditirambo. Voy:
Martín ha cantado y actuado ese Edgardo como si no fuera la primera vez que lo hace –lo cual me comentó cuando lo felicité afuera del teatro al finalizar la función–, con esa voz preciosa, afinada –y con el color además– que uno idealiza para un tenor lírico, con florituras intercaladas como adorno pero sin traicionar la partitura original, al extremo de que les confesé a Eglise y a él que fue la primera vez en mi vida como espectador que he gritado “bravo” en un teatro: “¡Bravo, Eglise!”; “¡bravo, Martín!”.
En el segundo acto –tras la forzada boda– el famoso sexteto fue reivindicado brillantemente por todos sus cantantes, y el extraordinario sobreagudo de Eglise nos preparó para el “banquete” que sería sin lugar a dudas su aria de la locura.
Ray González como Arturo, y Nelsón Martínez como Enrico. Foto: Paola Elorza.
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En el tercer acto, el aria cumbre –y realmente borrascosa– de esta ópera, fue magistralmente interpretada por mi admirada diva holguinera, con toda la pirotecnia que sus difíciles coloraturas requieren, y con un desempeño dramático completamente coherente, que hasta me recordó a Alicia en su paradigmática “locura de Giselle”, interacción con el coro de los cortesanos incluida, otro de los aciertos de esta puesta de Cardone.
Eglise, pese a situaciones extremas, no perdió una nota, ni sobreactuó la demencia del personaje, algo que a veces mella un mejor despliegue vocal, y su “muerte” también me hizo evocar la de Alicia en el primer acto de Giselle, por lo convincente.
En la escena final, Martín, con total emoción y excelente desempeño histriónico, asumió las dos arias más importantes para tenor de esta ópera, principalmente la segunda, El alma enamorada –tras conocer la noticia de la muerte de Lucia–, con toda la brillantez y la belleza vocal que ya me habían hecho gritarle: “¡Bravo, Martín”, desde antes de llegar a este final, donde sin dudas logró el paroxismo de su actuación.
Un reconocimiento agradecido para el coro, dirigido por Pablo Hernández; las luces de Kristina Villaverde, la orquesta bajo la dirección de Beverly Coulter, y por supuesto, para el principal artífice de toda esta hermosa magia: el Maestro Raffaele Cardone.
Desde la izquierda, el elenco completo en los saludos finales: Jared Poroune, Gibson Dorce, Nelson Martínez, Raffaele Cardone, Beverly Coulter, Eglise Gutiérrez, Pablo Hernández, Martín Nusspaumer, Ray González y Elizabeth Difrondo. Fotos: Abelardo Reguera.
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La próxima producción de la Miami Lyric Opera será Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni, junto con Suor Angélica, de Giacomo Puccini.
Para precisar más informacion: www.miamilyricopera.org and www.smdcac,org/events/miami-lyric-opera.
Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público.
Hialeah, 8 de julio de 2023
Fotos: Paola Elorza (cortesía de la MLO) y Abelardo Reguera.
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