Wednesday, September 20, 2023

Un poema africano de Hemingway. En "True at First Light". (por Carlos A. Peón-Casas)



La segunda y última incursión de Hemingway por tierras africanas entre 1952 y 1953 en plan de safari completo, legó al autor las suficientes coordenadas literarias y no, que conocimos como su memoria ficcional True at First Light(1), editado póstumamente por su hijo Patrick en1999.

La intensidad de esta narración que Hemingway acometiera en su Finca Vigía, lleva una impronta singular de reminiscencias anecdóticas, pero igual bien regada con otras de inequívoco signo literario; y otras coordenadas inevitables de celebrados escritores; lecturas favoritas, y hasta alusiones muy personales al acto escritural en sí mismo, y al rol del escritor a la hora de discernir sobre la verdad, lo fáctico, o lo ficcional.

Nuestra mirada pormenoriza algunos de aquellos, pero se centrará en una composición poética que Hemingway gustara desgranar en su memoriosa relación de la anécdota mayoritariamente cinegética, y otras hierbas.

La encontraremos a la altura del capítulo décimo de ese bojeo africano. Y sin crearles mayores expectativas al lector, diremos solo de pasada, antes de recrear sus coordenadas, que es un texto aunque ciertamente muy menor, entre su variopinta producción poética; muy digno, como todo ese singular corpus, de tenerlo en cuenta.


Viene precedido de alusiones a otro texto de igual coordenada, que su esposa Mary proyectaba escribir, un poema otro, ciertamente ilusorio, y adornado con las inevitables “texturas del paisaje, las de la caza, y las complejidades de la vida marital”(2). Y que repetía en un estilo ciertamente demasiado a lo Gertrude Stein, una sola y primitiva frase:

“Los días corren a hacerse otro y otro y otro día más…”(3)

Hemingway aprovechaba no sin cierta sorna, a explicar al lector de que iba aquel intento poemático de su esposa, a la par que explicitaba otros detalles de sus particulares y lecturas en aquel periplo africano:
Miss Mary estaba escribiendo un gran poema sobre Africa pero el mayor problema era que lo hacía a ratos en su mente y jamás lo transcribía y acababa olvidándolo como los sueños. Había confiado algo al papel pero no se lo mostraba a nadie. Todos teníamos una gran fe en aquel poema, y aún yo la tengo, pero preferiría verlo definitivamente escrito. Estábamos leyendo las Geórgicas en la traducción de C. Lewis. Teníamos dos ejemplares pero siempre se extraviaba, nunca he visto un libro con una predisposición tan grande a no estar jamás a mano. La única falta que yo pudiera atribuirle al mantuano (Virgilio) sería la de hacer sentir a toda la gente normalmente inteligente, que pudieran escribir excelente poesía. Dante sólo se lo hacía sentir a los locos. Eso realmente no era cierto, pero para entonces casi nada era verdadero, y especialmente no en África.(4)
Todo el leit-motiv del poema africano de Mary, hace la continuidad de la historia, que se matiza con otras alusiones al libro extraviado de Virgilio. Hemingway precisa el detalle sugerente de venir acompañado de una introducción a cargo de Louis Bromfield, de quien precisa, con igual sarcasmo, su pedigree literario ante la pregunta de uno de los contertulios:
Es un escritor que tiene una granja muy conocida en Estados Unidos, en Ohio. Y como es muy conocido de esa otra granja: Oxford University, le encargaron escribiera la introducción. Hojeando las páginas el pudo admirar la granja de Virgilio, y sus animales y su gente, y aún la propia austeridad y rudeza de los hechos o las figuras ya olvide cuáles. Debieran ser figuras rudas si fuera un campesino. De cualquier modo Louis lo podía ver y dice forma un gran y eterno poema de poemas cualquiera sea el lector.
Entre unas y otras alusiones domésticas de aquellas jornadas, y algunas indirectas con carga sarcástica y provocativa de Mary sobre otra de las preferencias lectoras de Papa, esta vez en la lengua de Verlaine y Diderot; y alusivas a la producción de Simenon, de la que Hemingway se había traído desde Paris un set completísimo de sus obras; surge como por ensalmo, el texto poético de Papa, al que hemos ya aludido en nuestros preliminares.


Mary había dado el pie forzado a Papa, al declararlo en estado de “desaseo mental y desesperanza”, en alusión a las por entonces “incalculables bajas del matrimonio”; en el minuto en que la esposa buscaba con obsesión desesperada su anhelado trofeo: el león que hasta ese minuto se le hace esquivo.

Mary acusaría entonces a Papa con una frase que tiene en Inglés original una carga aliterativa difícil de construir en Español: “Lying about a lion”(6).

Hemingway le remataría con otra perla: “Eso suena a aliteración. Déjalo solo en mentir”(7).

Y desgranaría a renglón seguido, last but not least, su poema africano:

Ahora me tiendo para dormir
Conjuga el verbo yacer y quién, y con
Y cómo amorosamente esto pueda ser.

Conjúgame cada mañana y cada anochecer
Y fuego, no aguanieve ni candelero
La Montaña fría y cercana cuando estás dormida.

Los oscuros cinturones de los árboles no son tejos
Pero la nieve sí es nieve todavía
Conjúgame otra vez la nieve.

Y por qué la Montaña se hace más cercana
Y se aleja.

Conjúgame amor conjugable
¿Qué clase de manjares me ofreces(8)

Y es que de entre tantos affaires de aquel viaje africano, que ciertamente pudo haber sido el último, dados los conocidos avatares de los dos sucesivos accidentes de avión, y casi mortales por necesidad, que experimentó la pareja; emerge de entre aquellas memorias, este texto poético subyacente, que puede sin dudas, considerarse una marca en los procesos creativos del autor, o al menos uno de esos atisbos que confirman las intermitencias y los entresijos de toda obra creativa, entre uno u otro género escritural: entre la prosa mayestática del narrador hemingwayano, y la poesía de signo algo menor, pero no mínimo, y de la que que no se cumple de ningún modo, aquel adagio borgiano dedicado a un poeta condenado a no perdurar, y que reza: “La meta es el olvido, yo he llegado antes.”(9).



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  1. True at First Light. Ernest Hemingway. Scribner. New York, 1999.
  2. Ibíd. Palabras en sobrecubierta.
  3. Ibíd. p.189
  4. Ibíd.
  5. Ibíd. p.190
  6. Mentir sobre el león.
  7. “That’s sort of alliterative. Just say lying.”
  8. “Now I lie me down to sleep/Conjugate the verb lie and who with/And how lovely it can be// Conjugate me every morning and every night/And fire, no sleet, no candlelight/ The Mountain cold and close when you’re asleep//The dark belts of tres are not yews/ But the snow’s still snow./Conjugate me once the snow//And why the Mountain comes closer/And goes farther away//Conjugate me conjuagable love./What kind of mealies do you bring?”
  9. Poema "Quince monedas", Jorge Luis Borges.

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