El domingo 5 de noviembre de 2023 asistí al Dennis Moss Cultural Arts Center, de la ciudad de South Miami, para ver una puesta doble de la Miami Lyric Opera, dirigida con encomiable talento y tesón por el Maestro Raffaele Cardone: Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni, y Suor Angelica, de Giacomo Puccni, fresca aún en mi memoria la exitosa puesta de Lucia de Lammemour, el pasado mes de julio, con un elenco de lujo en ese mismo escenario, la cual reseñé muy elogiosamente.
Yo acostumbro a dar detalles históricos de las óperas a las que asisto cuando las reseño, pero en este caso voy a prescindir de ello, debido a la premura –casi urgencia– que me compulsa a escribir esta reseña, que mejor dicho, considero un necesario contraste de la que el señor Lawrence Budmen escribió y publicó en la página digital South Florida Classical Review, el 6 de noviembre de 2023, sobre las mencionadas puestas.
Voy a comenzar por Cavalleria Rusticana/ Caballerosidad rústica, con un elogio para los telones pintados de la escenografía, el adecuado vestuario de los protagonistas y el coro, así como para la acertada iluminación, a cargo respectivamente de Stivanello/ Sormani de Nueva York; Carmen Musteliers y Mercy Romeu; y Kristina Villaverde.
Ahora paso a comentar los aspectos menos afortunados de la puesta, como el pobre desempeño del coro, dirigido por Pablo Hernández, en el Himno de Pascua conocido como Regina Coeli, uno de los coros de ópera más bellos que existen, que no tuvo el impacto ni la fuerza que el mismo requiere, al punto de que no recibió grandes aplausos del público al finalizar, y también considero que el director Leo Waltz le pudo haber sacado más brillo a la exigua orquesta, porque en Suor Angelica Beverly Coulter la hizo sonar mejor.
Si bien la soprano Natalie Ávila actuó de modo muy convincente su Santuzza, su cuerda no es la más adecuada para este rol, pensado y escrito por Mascagni para una mezzosoprano o soprano dramática –y además, como ya es costumbre designar para este papel tan dramático–, que en el mencionado coro lo hubiera reforzado con una voz menos lírica, que, sin embargo, fue la adecuada para la Mimi de La Boheme, la Tosca de la ópera homónima y la Micaela de Carmen, roles donde brilló sin la menor objeción, tanto en lo vocal como en lo actoral.
La soprano Natalie Ávila como Santuzza
en Cavalleria Rusticana.
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Antes de pasar a comentar el desempeño del tenor Alessio Borraggine, quiero dejar bien claro que Natalie estuvo muy decorosa como Santuzza, no así Alessio como Turiddu, cuya voz es cualquier cosa menos “robusta”, el adjetivo que le adjudicó el señor Budmen en su reseña, y para colmo, sus agudos fueron bastante desiguales, mientras que a su actuación le faltó el carácter que sí le imprimió Nelson Martínez a su Alfio, que en su aria Il cavallo scalpita (El caballo patea) ratificó una vez más su categoría como barítono de clase mundial.
El tenor Alessio Borraggine como Turiddu
en Cavalleria Rusticana.
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Raquel Rubí “cumplió” como la casquivana e infiel Lola, aunque no vi a la Angela Didier de El Conde de Luxemburgo con Grateli, rol en que sí estuvo brillante y deliciosa, mientras que como Lola “palideció” y sé que pudo haberse lucido más.
Con la Mamma Lucia de Lauren Frick sí que no tengo punto de comparación como con Raquel, pero le aconsejo que estudie ese rol en lo que a interpretación se refiere, ya que en lo vocal se limitó también a “cumplir”, por lo menos en la cuerda adecuada a su papel, pero Mamma Lucia no es una mesera bonachona ni condescendiente; sino una madre sufrida que intuye la tragedia que se avecina, porque conoce bien a su hijo Turiddu y sabe o se imagina en lo que anda.
Antes de pasar a reseñar Suor Angelica, para hacerle la merecida justicia a la soprano Marinel Cruz en el rol titular, como mi indignada respuesta a la inexplicable y negativa opinión del señor Lawrence Budmen, publicada en la página digital South Florida Classical Review el 6 de noviembre, como ya había mencionado al inicio de esta reseña doble, quiero reafimar mi admiración y mi agradecimiento al Maestro Raffaele Cardone, por su amor a la ópera y su incansable trabajo para que este género se mantenga vivo en Miami, y hacer constar que mis señalamientos son desde el amor y siempre con el deseo de mejorar sus entregas. Quien ha leído mis anteriores reseñas, comprobará que la de Cavalleria ha sido hasta ahora la primera y la única en que he señalado aspectos negativos, y con mucho respeto y cuidado. La crítica, como tan bien escribió nuestro José Martí, debe “señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella”.
Afortunadamente, en Suor Angelica solo puedo alabar la puesta, de nuevo desde el telón pintado de la escenografía, el vestuario y las luces, todo ello con los mismos créditos de Cavalleria, y sobre todo, la atmósfera tan real de convento lograda, en que todas las artistas participantes parecían monjas de verdad.
La soprano Marinel Cruz, a cargo del rol titular, amén de actuar su personaje con todo el drama, el sufrimiento y la angustia por su obligada renunciación a su familia y a su hijo, como “castigo” a su “pecado”, logró la interpretación más sublime y perfecta de la doble función, con el aria cumbre de esta ópera: Senza mamma (Sin madre), que cantó de manera exquisita, arropada por una orquesta a la que su directora Beverly Coulter sí le pudo sacar en esta ocasión la belleza que esta aria demanda.
La soprano Marinel Cruz
como Suor Angelica
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Marinel nos deslumbró con sus agudos limpios, sin el menor trémolo lento y con sus pianissimos impecables, sostenidos hasta desvanecerse casi en el infinito, y la escena de su firma a la renuncia a la herencia familiar, a favor de la hermana que se casa, tras enterarse de boca de su tía (rol a cargo de una “tenebrosa” mezzo Katiuska Rodríguez) –que la visita después de siete años sin hacerlo– de la muerte de su hijo debido a la fiebre, tuvo una intensidad totalmente verista, cinematogáfica, como demanda esta propia ópera de Puccini y el tríptico a la que pertenece, junto con Gianni Schicchi e Il tabarro.
La ópera concluye con el suicidio de Suor Angelica por envenenamiento, y la visión de la Virgen que con el niño la recibe en el cielo, algo que ya se aparta del verismo de la obra, pero que bien vale como consuelo por su muerte.
Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público.
Hialeah, 7 de noviembre de 2023
Fotos: Howard Hahn (cortesía de la MLO)
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Cavalleria Rusticana and Suor Angelica, by the Miami Lyric Opera
By Baltasar Santiago Martín
On Sunday, November 5, 2023, I attended the Dennis Moss Cultural Arts Center, in the city of South Miami, to see a double performance of the Miami Lyric Opera, directed with commendable talent and determination by Maestro Raffaele Cardone: Cavalleria Rusticana, by Pietro Mascagni, and Suor Angelica, by Giacomo Puccni, with the successful production of Lucia de Lammemour, on last July –with a luxury cast on that same stage, which I reviewed very glowingly– still fresh in my memory.
I usually give historical details of the operas I attend when I review them, but in this case, I am going to do without it, due to the haste almost urgency – that compels me to write this review, which, better said, I consider a necessary contrast to that which Mr. Lawrence Budmen wrote and published on the South Florida Classical Review website, on November 6, 2023, about the aforementioned settings.
I am going to begin with Cavalleria Rusticana/Rustic Chivalry, with praise for the painted curtains of the scenery, the appropriate costumes of the protagonists and the chorus, as well as the successful lighting, by Stivanello/Sormani of New York; Carmen Musteliers & Mercy Romeu; and Kristina Villaverde, respectively.
Now I will comment on the less fortunate aspects of the performance, such as the poor performance of the choir, directed by Pablo Hernández, in the Easter Hymn known as Regina Coeli, one of the most beautiful opera choirs that exist, which did not have the impact nor the strength that it requires, to the point that it did not receive great applause from the audience at the end, and I also consider that the conductor Leo Waltz could have made the meager orchestra more shiny, because in Suor Angelica, Beverly Coulter made it sound better.
Although the soprano Natalie Ávila performed her Santuzza very convincingly, her vocal register is not the most suitable for this role, conceived and written by Mascagni for a mezzo-soprano or dramatic soprano – and also, as is used to designate for this very dramatic role –, that in the aforementioned choir she would have reinforced it with a less lyrical voice, which, however, was appropriate for Mimi in La Boheme, Tosca in the opera of the same name and Micaela in Carmen, roles where she shone without the slightest objection, both vocally and acting.
The soprano Natalie Ávila as Santuzza
in Cavalleria Rusticana
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Before commenting on the performance of tenor Alessio Borraggine, I want to make it clear that Natalie was very decorous as Santuzza, but not Alessio as Turiddu, whose voice is anything but “robust”, the adjective that Mr. Budmen gave him in his review, and to make matters worse, his high notes were quite uneven, while his performance lacked the character that Nelson Martínez did give to his Alfio, who in his aria Il cavallo scalpita (The horse kicks) once again ratified his category as a world class baritone.
The tenor Alessio Borraggine as Turiddu
in Cavalleria Rusticana
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Raquel Rubí “accomplished” as the clumsy and unfaithful Lola, although I did not see Angela Didier from The Count of Luxembourg with Grateli, a role in which she was brilliant and delicious, while as Lola she “pale” and I know that she could have shined more .
With Lauren Frick's Mamma Lucia I do not have a point of comparison as with Raquel, but I advise her to study that role in terms of interpretation, since vocally she also limited herself to "fulfilling", at least in the right vocal register for her role, but Mamma Lucia is not a good-natured or condescending waitress; but a long-suffering mother who senses the tragedy that is coming, because she knows her son Turiddu well and knows or imagines what is up to.
Before going on to review Suor Angelica, to do the deserved justice to the soprano Marinel Cruz in the title role, as my indignant response to the inexplicable and negative opinion of Mr. Lawrence Budmen, published on the South Florida Classical Review website on December 6 November, as I had already mentioned at the beginning of this double review, I want to reaffirm my admiration and my gratitude to Maestro Raffaele Cardone, for his love to opera and his tireless work to keep this genre alive in Miami, and to state that my comments are made from love and always with the desire to improve his deliveries. Those who have read my previous reviews will see that Cavalleria's has so far been the first and only one in which I have pointed out negative aspects, and with great respect and care. Criticism, as our José Martí wrote so well, must “point out with noble intent the black mole, and banish with a pious hand the shadow that darkens the beautiful work.”
Fortunately, in Suor Angelica I can only praise the staging, again from the painted curtain of the scenery, the costumes and the lights, all with the same credits as Cavalleria, and above all, the very real convent atmosphere achieved, in which all the participating artists looked like real nuns.
The soprano Marinel Cruz, in charge of the title role, in addition to acting her character with all the drama, suffering and anguish due to her forced renunciation to her family and her son, as a “punishment” for her “sin”, achieved the performance most sublime and perfect of the double function, with the crowning aria of this opera: Senza mamma (Motherless), which she sang exquisitely, supported by an orchestra whose director Beverly Coulter was able to bring out the beauty on this occasion that this aria demands.
The soprano Marinel Cruz
as Suor Angelica
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Marinel dazzled us with her clean treble, without the slightest slow tremolo and with her impeccable pianissimos, sustained until fading almost into infinity.
The scene of her renunciation signing to the family inheritance, in favor to the sister who is getting married, after knowing from her aunt (a role played by a “dark” mezzo Katiuska Rodríguez) –who visits her after seven years without doing so – about her son's death due to fever, was totally veristic, with such cinematographic intensity, as demanded by this own opera by Puccini and the triptych to which it belongs, along with Gianni Schicchi and Il Tabarro.
The opera concludes with the suicide of Suor Angelica due to poisoning, and the vision of the Virgin with the child in heaven, who receives her, was something that departs from the verismo (truthfulness) of the work, but well worth as consolation for her death.
Baltasar Santiago Martín
APOGEO Foundation for Art Public
Hialeah, November 7, 2023
Photos: Howard Hahn (courtesy of MLO)
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