Wednesday, December 20, 2023

Érika. Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor" (Novela inédita de Félix Luis Viera)


Érika


Ya en el aeropuerto, se dio cuenta de que era primera vez que viajaría en avión y primera que estaría lejos de la Ciudad de México. Mirando los anuncios de viajes a Cancún, Huatulco, Puerto Vallarta, se percató de que nunca había estado junto al mar [Su mail: “Llévame a Cuba, cachorrito, a sus playas. Ojalá el primer mar que tenga cerca sea el tuyo, teca, ojalá, es lo que quiero”].

Mientras esperaba en el aeropuerto, cuando aguardaba en la sala de embarque, al arribar a Villahermosa, transitar los pasillos hasta la estera del equipaje, desplazarse por el salón de salida, esperar a su anfitrión, observar, sentir el entorno, concibió que la estadía, el ambiente, el trámite en los aeropuertos podrían quebrar los nervios del más sereno.

Hora y media en el aire le hizo ver lo pequeño que era el mundo, lo moldeable que era el ser humano, la pequeñez que por momentos mostraba la naturaleza frente al poder del hombre.

Cuando llegó a Villahermosa se percibió ridícula con su chamarra de doble forro, la bufanda plateada que era su encanto, el suéter azul de muchos de los mejores momentos conmigo, el pantalón de mezclilla gris acerado que yo tanto le celebrara. Si ya sabía que iba hacia una de las mamás del calor, ¿por qué no se fue despojando de la indumentaria durante el vuelo? ¿Por qué el ser humano, en ocasiones, carecía de los reflejos más elementales?

El Jefe le dedicó una mirada entre complaciente y piadosa al observar su vestimenta cuando se encontraron en el salón del aeropuerto.

De inmediato supo que el Jefe la cortejaría —en su devenir como lesbiana, había aguzado el “olfato” lo suficiente como para advertir, en el primer cruce, cuando un hombre, no una mujer, la pretendería, y así marcar enseguida el Detente. —Era un hombre, si no apuesto, sí hermoso, la piel tersa, blanca —acaso un poquito tostada, seguramente gracias al clima del lugar—, alto, con cierta donosura al andar, gesticular.

De camino al hotel —había decidido hospedarse en un hotel, no en la casa de invitados que le habían brindado—, en el centro de la ciudad [“Temo, papacito, ya sabes, a veces no hay promiscuidad de cuerpo a cuerpo, pero sí de vista a vista”], el Jefe, al volante, cual guía turístico le iba relatando sobre las calles, edificaciones, parques que cruzaban. Notó que él enmelaba la voz en ciertos momentos, le hablaba como si ella fuese una niña a la que le iban mostrando cómo era el mundo.

Del aeropuerto al hotel demoraron unos veinticinco minutos y él le celebró en varias ocasiones el azul intenso y resplandeciente de sus grandes ojos, dejándole claro que en toda la zona sería casi imposible hallar otros semejantes.




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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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