Wednesday, January 3, 2024

"Cinthya". Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor". (Novela inédita de Félix Luis Viera)



Cinthya

Si ella no tiene guardia en el hospital ni yo trabajo de noche en el periódico, a veces nos vamos hacia uno de esos intervalos seráficos, nocturnales que suelen hallarse en las ciudades abarrotadas.

La explanada en el frente del edificio de la Lotería Nacional, posee ese encanto que produce en los exteriores la armonía entre las partes. En este caso las bancas y sus colores de barnizado; las escalinatas; los arbustos podados y las palmeras chaparras que marcan la acera; el donaire del edificio mismo con su columna central elevada como un dedo inmenso en busca del firmamento; el cementado claro y algo rugoso del suelo, que por esa razón, en las noches de luna, parece fulgir un poquito; y en general el blancor del entorno, en una ciudad donde tanto abundan los tonos grises; agregado que el nudo de vías que se cruzan enfrente y en diagonales —en primer plano avenida Paseo de la Reforma—, permite un tramo despoblado de edificaciones ideal para observar el espacio abierto cielo arriba en la noche —a veces es posible ver estrellas.


Soy de esos hombres a los que puede sucederles en ciertos episodios con mujeres, que un intenso y largo período de ternura les anule la carnalidad. Es decir, uno queda como en el éxtasis, el alelí, el pajarillo.

Alguien podría pensar que Cinthya, por su físico, sería la menos indicada para llevarme hasta lo dicho. Sin embargo, sobre todo por esa sonrisa que al parecer ahora mismo se expandirá por varios caminos —asoma levemente su dentadura simétrica, deslumbrante, tensos a medias sus labios sin rouge y con ellos las ranuras remarcadas, proporcionadas entre sí—, el refregar tenue de sus mejillas en mí o contra mí siempre que le resulta posible... hacen su trabajo para enviarme adonde el arrullo, tapiar mis instintos.

Y se agrega el dato ya reiterado: el timbre ligeramente pastoso de su voz, afinada justo, húmeda a veces.

Y sus pestañas interminables y jamás tocadas por los cosméticos inventados por los hombres para alterar el curso del vivir.

Ella pensaría que mi aplazamiento en pedirle el sexo sería la respuesta a su proposición, desde los principios, de realizarlo cuando viviésemos juntos. “Aunque todavía no casados, pero por lo menos viviendo juntos”, había dicho, pronunciando, mirándome dulcemente.

Así, estalló el pasmo en el negror de sus ojos cuando esa tarde-noche, apenas unos minutos después de habernos sentado en una de las bancas en el atrio de Lotería Nacional, un beso largo que me supo a vinagre y que latió en mis vísceras, mi entraña, campaneó en mi pene, me envió a decirle: Ya es la hora, Cinthya, vamos.

—¿Pero adónde?— sin abandonar la expresión de asombro.

—A un hotel questacatrá —le respondí mientras con un gesto de cabeza indiqué en dirección a la retaguardia de Lotería Nacional.





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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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