Cinthya
Se ilusionó con que le diéramos al sexo solo cuando ya estuviéramos “estables”, “reconocidos como una pareja que vive bajo el mismo techo”. Yo creí que así podría ser. Pero el sabor, intenso, a vinagre de su saliva durante ese beso largo, me lanzó, sin regreso, adonde la libido.
Hasta ahora ella tendría por seguro que mi raciocinio y mi pasión, parte y parte, continuarían paseándonos por ese caminillo de perla y remanso, especie de castidad... ¿Cómo argumentarle que hasta unos minutos antes me encontraba en ese bache personal de lirismo privativo de la libídine? ¿Cómo convencerla de que, inesperadamente, el sabor avinagrado de su aliento me había prendido de extremo a extremo? Pensé en explicarle, pero sería tarea ardua, y, de cualquier manera, seguramente no me creería...
Callados, recorremos la cuadra y pico desde el frente de Lotería Nacional hasta el cruce con la calle del fondo.
En varias ocasiones he andado por esta cuadra y siempre la he visto desolada, sea día o noche. Ahora también. Silencio absoluto. Retumba el eco de nuestros pasos. Sobre todo, el taconear de ella.
Se siente aun más frío que hace un rato. Lo comento con ella a punto de cruzar la calle. Ella no dice nada.
Ya en la acera opuesta me pide que nos detengamos; lo hago, se sitúa de frente a mí y sin decir palabra, sube a todo dar la cremallera y el cuello de mi chamarra.
Pasamos la puerta y cruzamos la explanada —con ínfulas de estacionamiento, mas ni siquiera tiene marcadas las casillas; solo unas franjas blancas confusas en el pavimento—; hay varios automóviles que guardan un orden caótico.
Ya junto a la puerta, le pido detenernos. Hago que quedemos cara a cara. El negror de sus ojos fulgura con un halo de luz que entra en diagonal. (Esto suele ocurrir en las novelas; pero también en la vida real). Se frota las manos entre sí y me dedica una sonrisa neutral; como aquella de cuando nos conocimos o estábamos a punto de conocernos, allá en las oficinas del Seguro Social. La atraigo y deja su cabeza contra mi pecho, durante quizá treinta o cuarenta segundos, cuando la aparto suavemente y la sitúo de nuevo frente a mí. “Sí, hace más frío ahora”, murmura, y se me encima y, rápido, me besa en la mejilla. He percibido su voz quizá más húmeda que otras veces. “¿Mejor lo dejamos para otro día?”, le pregunto tomándola, leve, por los hombros. Me mira fijamente, luego hacia el cielo de la noche, después hacia el pavimento oscuro de la noche. “No, vamos ahora. Adelante”, y de nuevo aquella sonrisa neutra.
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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.
En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.
En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.
Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.
Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.
En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.
Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.
Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.
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