Wednesday, January 31, 2024

Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor" (Novela inédita de Félix Luis Viera)


“Dios y yo lo sabemos: Crucé cerca de la Gloria”.


El vestido granate de tela tenuemente gruesa. El abrigo café claro a medio muslo. Tacones que parecen erguirla todavía más. Medias igual granate, enmalladas. Los tonos de sus afeites desde este mismo color al lila suave en los pómulos. La bufanda estrecha, fina, café algo más intenso que el abrigo.

Me abraza y la aspiro lenta, intensamente. Me besa rápido en los labios; el sabor del rouge. Un perfume tenue, como de durazno, que no le conocía.

Aun en la penumbra, el azul de sus ojos reverbera.

El par de farolas a la entrada del hotel me la entregaron de cuerpo entero en la media luz: al bajar del taxi; con un paso; con dos; con tres; con cuatro quizás; hasta mí.

Dios y yo lo sabemos: Crucé cerca de la Gloria.

[“No, álamo, olvídalo: ni la primera ni la siguiente ni la última vez. Algo tan grandioso en mi vida, como lo es esto —me apunta con el índice y luego lo vuelve hacia ella— no se debe ir vertiendo en un cuarto de azotea. ¡¿Sí me explico?!”].

Erguida en toda su esbeltez —parecería redundancia— en la habitación 321 del Hotel Revolución. La cabellera corta, negra, sutilmente rizada esa noche. Erguidas igual las tetas algo más allá de la talla mediana. Los pezones sobresalientes, castaño claro; como exigiendo la libación. Estuchada en ese blancor intenso, pero enérgico. Se volvió hacia su derecha, hacia mí, y desplegó la sonrisa candorosa, la expresión de mansedumbre que acaso pareciera imposible en quien debería atesorar rencor en abundancia por el cobro que le habían destinado los conservadores durante esa etapa en que equivocara sus instintos; en quien, angustia mediante, ahora se asomaba a eso que ellos llamarían el “camino original”; con tantas cicatrices de las batallas que debió librar frente a familiares, vecinos, colegas, policías, políticos por la sola razón de no haber ejercido la razón primigenia; echada a un lado por individuos, individuas que tantas veces nos han llevado a renegar de la raza humana. A riesgo de resultar cursi, califico aquella sonrisa de angelical; y proclamo que, mientras sonreía, abrió en extremo sus ojos y, aun en medio de la semipenumbra, desbordó de azul la habitación. Sé que es cursi, pero así fue.

 







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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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