Llegué en la madrugada. Toqué, me abrió, me pasó a un catre, el espacio (mi dormitorio en la sala) estaba rodeado de nylons que jugaban el papel de divisiones, estaba cansado, me quedé dormido.
Me despiertan voces y risas de mujeres.
La puerta fue cerrada. Silencio. Las mujeres se marcharon. Dormí algo más.
Despierto definitivamente. Aseo, ..., en la mesa del comedor durante el desayuno, comento a la anfitriona mi extraña experiencia.
Ella reía, "son las Hermanas de la Congregación de ...", están terminando de reparar su casa y se están quedando acá.
Esa noche dormí en el obispado, luego regresé al camino. (JEM)
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