Ha sido, sin duda alguna, un regalo para los amantes del teatro en esta ciudad la presentación los pasados días 3 y 5 del presente mes de Febrero, en el escenario del Alan and Diane Liberman Theater, en Aventura, de la obra “Doble o nada”, texto dramático de la mexicana Sabina Berman, contando con las actuaciones estelares de Miguel Angel Solá y Paula Cancio, bajo la dirección de Quique Quintanilla, lamentablemente fallecido hace solo poco tiempo.
Dicha obra, desde su estreno en el 2014, en Buenos Aires, pero bajo su anterior nombre “Testosterona” -título cambiado más tarde a solicitud de Solá- ha sido llevada también a escenarios de España, México, Colombia, Venezuela, Perú, Chile, República Dominicana, en diversas puestas, pero además de la mano de Solá y Cancio, la obra ha contado con largas temporadas tanto en Argentina como en España -2 y 5 años respectivamente- habiendo sido presentada también en Israel, llegando ahora a los Estados Unidos. Para que se tenga una idea de su continuada presencia sobre las tablas, solo para el año 2018, la obra ya contaba con trescientas representaciones.
La dramaturga, Sabina Berman, escritora mexicana de origen judío-polaco, es además guionista, novelista y periodista, habiendo obtenido diversos premios en todos los géneros literarios en que trabaja, entre ellos el prestigioso Premio de la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, en el 2013, por su novela “La mujer que buceó dentro del corazón del mundo”, traducida a trece idiomas y publicada en más de treinta y cinco países.
Esta obra ha recibido múltiples reconocimientos, como el Premio ACE al Mejor Actor, siendo nominado también a la Mejor Actriz y Mejor Espectáculo, en Argentina, en el 2017, habiendo obtenido igualmente una nominación a Mejor Actor en los Premios María Guerrero, en España durante el propio año.
"Doble o nada", es un texto que tiene la posibilidad de ser concebido como una suerte de ‘thriller psicológico’, que resume por todas partes la bestialidad que puede llegar alcanzar el ser humano en la lucha hacia el poder. La obra suele ser de igual forma vista como una experiencia inmersiva, donde el espectador va a participar casi de la intimidad de un tú a tú entre ambos personajes que llevan la trama. En ella nada es lo que parece ser, estando cargada de vericuetos y dobles lecturas.
La autora no tomará parte en el conflicto, solo nos lo va a presentar ante la vista para que seamos nosotros los que caigamos en la trampa de ir juzgando a uno o al otro, pero mostrándonos cuáles son sus discursos y objetivos. La trama podría verse inmersa como una denuncia al machismo corporativo, pero con ligereza deja ver de otra parte las armas, no siempre legales, con que el feminismo actual trata de imponerse, por lo que estaremos en presencia de una descarnada lucha de géneros, donde nadie es en realidad lo que se muestra.
A través de las casi dos horas de duración, pesquisas, sospechas, mentiras, verdades, irán confluyendo en un escenario conformado por un complejo rompecabezas, donde la desigualdad y los prejuicios son las herramientas que habitan junto al poder.
La obra pone de manifiesto amén del enfrentamiento hombre-mujer, el que concierne a la juventud-vejez, con todo el drama que este último conlleva.
En su interés por despistar al espectador, la obra propone diversas soluciones al conflicto, para llegar mediante el aumento de su intensidad dramática a un final sorprendente y no predecible.
Aunque sobre el escenario se presentan dos actores, uno hombre y otro mujer, durante todo el tiempo sobre los mismos se cierne la presencia permanente de un tercero, Beteto, el cual como el protagonista ausente ejercerá su siniestra presión sobre los acontecimientos hasta el último instante, elemento este muy bien trabajado por la autora como detonante del conflicto.
Sobre la puesta en escena, la misma se va a desarrollar sobre un sobrio pero bien logrado espacio de una lujosa oficina, teniendo como fondo sonoro, casi hasta el final, el de una fuerte tormenta que ayudará a crear cierto ambiente claustrofóbico, amén de ser de igual forma un elemento importante en el desarrollo de los sucesos narrados. La puesta va a transcurrir en un tempo pausado, donde los abundantes y prolongados silencios van no solo definiendo la atmósfera, sino dejando entrever la tensión de los sentimientos no expresados del todo.
Con respecto al trabajo de los actores, no hay mucho que decir. Miguel Angel Solá, reconocida y premiada figura internacional del cine, la televisión y el teatro, quien acumula casi un centenar de trabajos entre los dos primeros medios, ganador de diversos premios como el Goya, el Martín Fierro, el Cóndor de Plata, el Max, el Konex, el ACE, el Coral, entre muchos otros, asume el personaje de Ricardo, director de un importante medio de comunicación, obligado a buscar un sustituto que ocupe su posición como jefe de la empresa, abrumado por años de insatisfactorio matrimonio y de una fatal enfermedad, con la serenidad del actor acostumbrado a apoderarse del escenario. Su excelente dicción, adecuada y sobria intencionalidad en sus gestos, aportan a su desempeño la credibilidad con que construye un personaje que se mueve entre el ser canallesco y aquel que pudiera inspirar algo de pena debido a sus problemas íntimos. Transitando entre diferentes estados de ánimos y situaciones, Solá reitera su dominio absoluto en el difícil proceso de construcción actoral, no dejando cabos sueltos. Su presencia absoluta en la escena es un regalo para los que antes solo lo habíamos disfrutado a través de la pantalla grande.
Por su parte la joven actriz española Paula Cansio, quien es nieta del también actor Raul Cansio, y que ha desarrollado su aún novel carrera igualmente en el cine, la televisión y el teatro, entre Argentina y su país natal, incorpora a Micky, subdirectora de la empresa al igual que el personaje ausente de Bebeto, formando la dupla candidata a ocupar la silla que dejará vacía el actual director. Desde este rol, la actriz va desenvolviéndose con marcado cinismo mezclándolo a cierta dosis de ingenuidad y sinceridad, lo que la coloca en la antípodas de su jefe. No obstante en el desarrollo de la acción va sumando el nivel de la ‘aconsejada testosterona’ que se le exige como condición a su estatus de mujer para poder acceder al poderoso puesto, con lo cual su interés en llegar a ser madre en algún momento, entra sin duda también en conflicto con la posibilidad de ocupar el cargo en cuestión. La actriz asume su rol desde una ingenua sinceridad que irá transformando a partir de pequeñas reacciones, las cuales sabe desarrollarlas gradualmente con acertada inteligencia.
Resulta inobjetable que el trabajo de ambos actores se encuentra integrado más allá del escenario hasta donde llega su condición de pareja en la vida real. La química fluye de manera real y tal vez ello hace que la complicidad con el público, quien a manera de un ‘voyeur’ atisba desde la luneta, se acreciente.
Esta obra, al igual que deja ver en su título nos coloca ante las disyuntivas a la que en ocasiones nos enfrenta la vida, llevándonos a arriesgar ‘el todo por el todo’ o enfrentarnos a la dura realidad de ‘jugarlo todo o perderlo todo’ como en una mesa de póquer. Usted tomará su propia decisión asumiendo sus consecuencias. ¿Lo vale el poder?
Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Febrero 7, 2024
No comments:
Post a Comment