Con mayor frecuencia de la deseada, nos vemos obligados a despedirnos de algún artista cubano, no importa en cual manifestación haya desarrollado su carrera. Cada vez son más los que por sus años nos van dejando atrás, con el recuerdo de sus logros y éxitos, con las imágenes que de cada uno de ellos nos hicimos, con la relación que con cada uno de ellos entablamos.
En esta oportunidad, nuestra palabras de recordación van dirigidas a un actor, que con gran amor por su trabajo y mucha disciplina, supo hacerse un lugar en la radio, en la televisión, en el cine, en el teatro, siendo recordado por muchos de los personajes a los que le diera vida.
José Antonio Coro Chineo, vino al mundo un 4 de julio del año 1941, en el poblado de Consolación del Sur, de la provincia de Pinar del Río, lugar donde realizó sus estudios hasta el bachillerato, comenzando además allí su preparación para ser maestro en la Escuela Normal, los cuales tuvo que abandonar por trasladarse su familia hacia Ciudad de la Habana, donde se graduaría como contador público.
Durante los primeros pasos de su vida laboral trabajó en el Instituto del Libro, en una empresa de servicios al cuerpo diplomático, como auditor del Banco Nacional de Cuba... pero algo dentro de él le decía, desde hacia mucho tiempo, que su camino tenia que ir por otros derroteros.
En algún momento de 1963, mientras sobrevivía entre números, hubo de integrar un grupo de teatro aficionado que bajo la dirección de Hilario Ortega tenia vida en la Escuela de Comercio.
Con esa breve experiencia curricular en 1966 comienza a participar con pequeños papeles en obras de teatro en la recordada Sala IDAl, dirigida por el gran actor y humorista Idalberto Delgado.
Cuatro años más tarde, ante una convocatoria lanzada por el Instituto de Radio y Televisión (ICRT) en busca de actores, se presenta, comenzando de dicha manera su incursión en este medio y para 1970 matricula en la Universidad de la Habana la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana.
Durante todo este tiempo se dedica a obtener una mejor preparación actoral, por lo que asiste a talleres impartidos por destacadas personalidades del medio, tales como Vicente Revuelta, Roberto Garriga, Verónica Lynn, Armando Soler, Carmen Solar, Raul Selis y Antonio Vázquez Gallo, siendo este último -según sus propias palabras- quien lo llevó a la pronunciación correcta del español, ensenándole a pronunciar las ‘c’ y las ‘z’.
También recibió cursos de voz y dicción, expresión corporal y técnicas de canto para poder desarrollar de igual forma que para los cantantes, el tan necesario trabajo de los resonadores físicos.
Gracias a Raul Selis se introdujo en la radio, donde participó en novelas, programas humorísticos e infantiles.
Dentro de la televisión integró los elencos de seriales, telenovelas, el espacio juvenil Aventuras y en muchos programas dedicados a los más chicos de la familia como Caritas, A Jugar, Toqui, Amigo y sus amiguitos y Tia Tata, dentro del cual fue el centro del espacio ‘Las aventuras del Viejo Jotavich’, en el cual se hizo famosa la frase de dicho muñeco que decía: “...me arranco un pelo de la barba..”, haciendo aparecer o desaparecer por arte de magia personajes o escenas, ante los ojos de los espectadores infantiles.
Participó dentro del cine cubano en las cintas Clandestinos, El hombre de Maisinicú y Se permuta.
Aprendió el trabajo con muñecos al lado de grandes figuras cultivadoras del género, por lo que no resultó extraño que con 52 años de edad abandonara su país en dirección a México, cargando en su equipaje con algunos de ellos, entre los cuales se encontraba aquel que tanta alegrías en su trabajo le había regalado: el Viejo Jotavich.
En esta nueva aventura se lanzó al ruedo sin miedo, logrando introducirse en el competitivo mundo de la televisión de ese país, formando parte de los elencos de varias telenovelas en Argos TV, Azteca y Televisa, llegando a participar además en alrededor de 112 comerciales. De igual manera junto a sus hijos de madera y trapo continuó su trabajo con la grey infantil en cualquier plaza done fuera solicitado, siendo recibido siempre con el mismo cariño que lo hicieron los niños en su isla natal. La radio, los audio libros y el siempre necesario teatro fueron otras plazas mexicanas por donde este actor cubano dejara su huella.
El año 2007 lo pone frente a un nuevo camino en su vida, llega a Miami a reunirse con familiares, tratando dentro de las posibilidades poder continuar con su carrera, pero lamentablemente, el mundo teatral y televisivo en esta ciudad no es tan fecundo como el de otros lares, aunque la televisión le permitió seguir incursionando alguna que otra vez en comerciales, de los cuales en su Cuba decían que era el ‘rey’.
Nuevamente estamos de luto, llorando a un estimado colega, pero seguro estamos que lo seguiremos recordando en el lobby de algún teatro o en los salones de otro evento cultural de la ciudad, saludando con esa suave sonrisa que lo caracterizaba.
Me gustaría terminar esta líneas con unas palabras del propio José Antonio Coro, “Corito” como le decíamos sus amigos, en las que él parafrasea a otra dichas por su inseparable amigo, el Viejo Jotavich:
“... Si crees en la gente, si amas la vida, si le pintas alas a tu fantasía, se puede volar... Se puede volar!’.
A lo que agrego sin duda alguna, sí que volarás..!
Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, febrero 26, 2024.
Fotos/Flickr de José Antonio Coro..
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