Te ataste a otro destino sin quererlo.
Fabricaste los diques
que luego te separaron del rebaño.
Safaste el nudo que te ataba a la ventana.
Ahora irrumpes estrepitoso, petulante.
Te debates entre la sumisión y la violencia.
No es demasiado tarde, la trampa está activada;
juegan las voces indagatorias con tu nombre!
Retrocede un segundo, mira desde lo alto.
La estructura ideal se desmorona,
se está gestando el fín la osadía.
Regresa, no te espongas.
El entusiasmo termina en repulsión:
Todo deslumbramiento es una estafa.
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