Dedicado a mi amigo D. Francisco Argilagos
Ilustre camagüeyano
Que en pos de la gloria vuelas;
Tú que del progreso anhelas
Elevar aquí el pendón.
Permite que un ser oscuro,
Carente hasta de albedrío,
Te dedique asaz sombrío
Un canto de admiración.
No temas, no, que del fango
Donde el que te canta queda
Un miasma suba que pueda
Empañar tu excelsitud;
Que a menudo salir vemos,
En la tempestad temida,
De una nube ennegrecida
Breve ráfaga de luz...
¿Quién soy yo? un triste esclavo:
Sin misión, nombre ni cuna,
Hijastro de la fortuna,
Sin gloria ni porvenir:
Yo vago a merced del viento
Cual vaga la débil hoja
Del árbol que asi la arroja
Para secarse y morir.
Yo soy el hombre que sufte
Con paciencia desmedida
El huracán de la vida
Sin inmutarse jamás:
Soy la nave destrozada
que en una noche sombría,
Vaga sin timón ni guía
Sobre las olas del mar.
Yo soy el hombre que vive
En los brazos del olvido,
Miserable, embrutecido,
Falto de luz y razón:
Que lleva en su frente mustia
El desconsuelo grabado
Y el corazón destrozado
Por el dardo del dolor.
Yo soy el hombre que lleva
Agotado el sufrimiento,
Sin encontrar un momento
De benéfica expansión:
Sin encontrar esa calma
Que busco, que tanto anhelo,
Que mitigue ¡oh Santo Cielo!
Las penas del corazón,
Yo soy el hombre que espera,
Que anhela, que mucho ansía
Un porvenir de alegría
Lleno de amor y de paz:
Que quiere asentar su planta
En el campo de la ciencia,
Para ilustrar su conciencia
A la luz de la verdad.
Yo soy el hombre que nunca
Puede Ievantar la frente
Para ver si el sol luciente
Se detiene en el zenit:
Pues el destino me ordena
Que en vez de mirar al Cielo
Tenga para siempre al suelo
Inclinada la serviz.
Yo soy el hombre que marcha
Por el dolor impelido,
Que relegado al olvido
Vive de la sociedad:
Que marcha siempre impelido
Por los ámbitos del mundo,
Desdeñado, gemebundo,
Tras de la felicidad.
Yo soy el hombre que nunca
La paz contempló en el oro,
Ni encontró digno tesoro
La riqueza material:
Yo busco el bien positivo
Que brinda goces e iustruye;
El haber que constituye
La riqueza intelectual.
Cuando despliega a mi vista
Sus creaciones natura,
Acreciendo mi tristura
Multjplica mi pesar:
Pues ese alarde que hace
De sus galas y sus flores,
Mas aumentan los dolores.
Que me oprimen sin cesar.
En vano entonces le pido
Favor al castalio coro,
Pues queriendo cantar, lloro,
Inspirado del dolor:
En vano quiero buscarle
Vado a mi pesar profundo,
Pues el destino iracundo
Más aumenta su rigor.
Todo es en vano... infelice!
¿Qué será de mi existencia
Si bajo tan dura influencia
Tengo aun que continuar?
Y si por acaso un día
Me faltare el snfrimiento
¿Cómo podré del tormento
mi peso sobrellevar?
Pero no, que en este instante
Me señala en lontananza,
El dedo de la Esperanza
Un rayo crepuscular:
Y el Ser que creó los mundos
Y en lo justo se recrea
Hará que el rayo sea
Mi sol de felicidad.
Con el título ¿Quien soy yo? publicamos una poesía del vate esclavo Manuel Roblejo, cuya manumision se trata de llevar a cabo, no solo por los libertos de su clase, sino por otras personas interesadas de hacer esa obra de misericordia en favor de ese jóven. La muestra que ofrecemos, si bien carece de reglas, hay estrofas dignas de recomendación, por la belleza de pensamiento y la sencillez y fluidez que descubren el sentimiento del poeta sin arte y sin estudio. Deseamos que el infortunado Roblejo adquiera su manumisión. (El Fanal. Septiembre de 1865)
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Nota mía. Manuel Roblejo murió en febrero de 1879, luchando por la independencia de Cuba.
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