Monday, May 27, 2024

Desde Ecuador nuevamente Casa Toledo en escenarios de Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


“Soy descendiente del Barón de Carondelet; por lo tanto, soy noble, no como ustedes mocosos sinvergüenzas...”
(Palabras de La Torera a los niños que le gritaban por las calles de Quito)




Como parte de la quinta edición del Solo Theater Fest, evento centrado en la presentación de espectáculos unipersonales, organizado por Artefactus Cultural Center, la ciudad de Miami tuvo la oportunidad de disfrutar nuevamente de la participación del Centro de Arte y Cultura Casa Toledo, institución radicada en la ciudad de Quito, la cual que además de subir a su escenario obras teatrales, se preocupa en realizar exposiciones de artes plásticas, conferencias, conversatorios, talleres y otras actividades como organización que dirige su trabajo hacia la comunidad que la rodea.

Valentina Pacheco y Manolo Morales, columna vertebral de dicho centro cultural, quienes se han convertido en artistas reincidentes en nuestra ciudad, una vez más se presentaron ante nuestro público, él en calidad de director general y ella como actriz, para mostrarnos el unipersonal “La Torera”, el cual cuenta con dramaturgia y dirección de la reconocida y premiada escritora, directora teatral, de cine y televisión ecuatoriana, Viviana Cordero.


Con este espectáculo, autora y actriz se propusieron rendir tributo a uno de esos personajes extravagantes y pintorescos que deambulan por cualquier ciudad, convirtiéndose en parte de ella y llegando a ser identificados por sus habitantes como elementos propios del acervo cultural. Todos estos personajes poseen siempre una historia mitad real mitad inventada por la propia imaginación colectiva de los que cotidianamente conviven desde la distancia con ellos. Tales individuos con el paso del tiempo se convierten en mitos, pasan a formar parte de diversas historias, que provocan en ocasiones risueños recuerdos y en otras triste veneración, al estar ligados a recuerdos de otras épocas.


La Torera -Anita Bermeo, su nombre real- fue uno de estas desdichadas personas que vivieron una desfavorable vida desde su más temprana niñez, la cual sin querer la fue arrastrando por caminos de majestuosas ilusiones, de hermosos desequilibrios de grandeza, conduciéndola a convertirse en la ‘presuntuosa y elegante dama’ que recorría las calles de su amado Quito hasta altas horas de la noche, cerciorándose que todo en la misma se encontrara en perfecta calma y orden. Tanto amó a la ciudad que le pertenecía desde sus desvaríos de reina, que en algún momento de su vida recibió el homenaje de ese mismo pueblo al que ella protegía y que decidió entre globos y guirnaldas floridas rendirle su merecido reconocimiento, para que por una vez siquiera, se sintiera al fin como la soberana que desde su cálida locura pretendiera ser.


Tal criatura ha despertado el interés no solamente de este dúo de artistas -Cordero-Pacheco-, sino que igualmente ha encontrado lugar en el trabajo de Carmen Elena Jijón -autora, directora y actriz-, así como también en el de la dupla formada por la actriz María Luisa González y el director Jorge Mateus. Con respecto a la visión que cada una de estas tres actrices le otorgan a La Torera, una crítica y periodista ecuatoriana ha señalado, que la de Valentina es la realista, la de González la romántica y la de Jijón es la postmoderna.


Como se desprende de la acotación hecha más arriba, la incorporación que de dicho personaje pudimos apreciar en esta oportunidad, va dirigida a mostrarnos al ser de carne y hueso, con todos sus avatares por los que transcurrió su accidentada vida, por lo que el trabajo de la actriz se enmarca dentro de una concepción de caracterización naturalista del mismo, tratando de retratar la imagen del ser humano, lo más definida y cercana posible.


Para contarnos la historia, la actriz se vale de la ‘reencarnación escénica’ de múltiples personajes – creo recordar alrededor de nueve- teniendo por tanto que enfrentar la arriesgada tarea de hacerlos diferenciables unos de otros, lográndolo no solo con una minuciosa labor con la adaptación de las voces, sino a la vez, valiéndose de un sólo elemento de utilitaria -un largo palo forrado de cintas de colores- con el cual obtiene un muy efectivo trabajo de singularización de cada escena.


Al acierto del desempeño vocal, habría que agregarle la eficacia en la manipulación de los muy pocos objetos con que cuenta en la escena -una taza, una naranja, una larga tela y algunas piezas de vestuario- los cuales cuelgan del techo y con los cuales irá interactuando de manera natural.

La actriz poco a poco se transformará sobre las tablas al unísono que su personaje lo hace en la vida real, para finalmente encontrarnos frente aquella mujer, que con su estrafalaria vestimenta de añorada realeza, enfrentada a su agrandada sombra proyectada sobre las paredes a medida que hecha a nadar con lentos pasos, abandona el escenario como si así se perdiera por entre las callejuelas de su querida ciudad.


No podemos dejar a un lado el excelente diseño de luces, en manos de Eddy Díaz Souza director del evento, que logra arropar la soledad de esta actriz en el escenario, logrando atmósferas y ambientes precisos y hermosos.

Este trabajo, nos trajo a la mente esos otros recordados personajes que en aquella, nuestra Habana de tiempos pasados, daban color y simpática calidez humana a las calles de la ciudad como lo fueron La Marquesa, La China, Bigote de Gato y el más emblemático de todos, nuestro igualmente señorial Caballero de París, inspirador, de melodías, poemas, pinturas, esculturas, narraciones y piezas teatrales también.

Con “La Torera” Valentina Pacheco nos ha traído a Miami, no sólo la historia de un personaje local, sino que nos ha brindado la oportunidad de ver reflejada sobre el escenario la historia de cualquiera de nuestras ciudades, con su gente, sus transformaciones, convirtiendo dicho espectáculo en un canto intemporal a nuestras raíces.





Texto y fotos: Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, mayo 25, 2024

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