Estas oraciones y cánticos pueden recitarse durante la Misa o en las Vísperas, en todos o en cualesquiera de los días de Pascuas del Espíritu Santo:
Adorado, bendito y glorificado sea Dios Omnipotente, cuyo Santo Espíritu todo lo contiene y lo conoce todo. Amén.
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Señor Dios nuestro, Unico e Infinito, Creador de todos los seres, recibid nuestras acciones de gracias y escuchad nuestras humildes súplicas, a fin de que, pues os dignásteis regenerarnos por vuestro Espíritu Santo, mediante la Redención de J. C. vuestro Hijo, concedais a esta su grey, aunque indigna, participación en la gloria del soberano Pastor, que con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
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Oh Salvador Divino, que al elevaros al trono de vuestra gloria, no queriendo dejar huérfano a vuestro pueblo, le enviásteis el Espíritu Santo por celestial consuelo, derramad sin cesar en nuestras almas los sagrados dones del mismo Santo Espíritu, para que purificadas y alumbradas merezcan -por el amor y la práctica del bien durante nuestra terrestre vida- la eterna y dichosa que nos fué prometida y conquistada por Vos.- Amén.
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Cántico
¡Ven, oh Santo Espíritu,
raudal de agua viva,
de amor llama activa,
fuente de verdad!
¡Ven, oh gran Paráclito!
de inefables dones
nuestros corazones
colme tu bondad.
Su impureza íntima
tu crisol depure;
sus heridas cure
tu divina unción:
Con tu luz benéfica
vista el ciego cobre;
y enriquezca al pobre
de tu gracia el don.
Fertiliza al árido,
¡celestial rocío!
Haz arder al frío
¡fuego abrasador!
¡Ven, huésped vivífico!
corazón no exista
que al poder resista
de tu inmenso amor.
Y del orbe en ámbitos,
que tu soplo llene,
sin cesar resuene
con feliz clamor:
¡Gloria al Padre Altísimo!
¡Gloria al Hijo Eterno!
¡Gloria a Tí, oh Supremo
santificador!
Amén.
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Bienaventurada Virgen María, que por mística operación del Espíritu Santo concebísteis y encarnásteis en vuestro purísimo seno, al mismo Verho Divino que Dios enjendra y produce eternamente; dignaos interceder por los pobres pecadores, alcanzándonos en la fausta Pascua que solemnizamos, la gracia del perdón y la enmienda; para que fecundadas nuestras almas por el mismo santificador Espíritu, produzcan frutos dignos del nombre de cristianos. Amén.
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