Fonst, como Athos. si blande la tizona,
-- moderna espada a su poder sumisa, -
trueca en gracia de acero que se irisa
la hoja dúctil y grácil e infanzona.
¡En guardia! (No es la pose fanfarrona
del viejo mosquetero) Y la sonrisa
del sapiente campeón se flordelisa
como una aristocracia que perdona.
¡Fonst! A su paso, la victoria cede
sus lauros. Todo empeño retrocede
ante su brazo con afán tendido.
Y tras él van los otros mosqueteros;
desnudos y dispuestos los aceros...
Y nos deslumbra un sólo gesto erguido!
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