Wednesday, May 15, 2024

Noticias de Puerto Príncipe en el "Diario de la Marina" del 5 de Septiembre de 1844. (por Carlos A Peón-Casas)


Una añosa publicación del Diario de la Marina, tan peninsular y habanero como se pudiera, recogía estos interesantes apuntes que tomaba de su coterráneo informativo El Fanal, de amplia tirada local, y que hoy recreamos para el curioso lector.

Agosto mes del verano de aquel año era propicio a las fiebres continuas remitentes entre los pobladores de la antigua porción camagüeyanensis, sus síntomas eran variopintos, y a veces resultaban nefastos.

El diario mentaba otros pormneores del estado sanitario de la ciudad donde otras afecciones como la disentería o la temible “viruela verdadera”, junto a casos de tétanos, amigdalitis y hasta escarlatina, se reportaban entre los vecinos de la otrora ciudad de entre ríos.

Pero entre tantas, una afección tan común y siempre molesta como la colitis diarreica, campeaba por sus respetos. Al parecer la causa del problema estribaba en lo que el redacor calificaba como :
la constitución atmósferica que se ha notado reinar desde el mes prócsimo hasta la fecha... pues aquella ha sido siempre cálida y seca, y las aguas tan escasas que no alcanzan a refrescar la temperatura, ni de consiguiente apaciguan los soles tan fuertes de la estación.
La explicación para cualquier camagüeyano rellollo, denotaba ciertamente el calor abrasador de los agostos tierra adentro, los ríos reducidos a meros hilos de agua, y quizás excusa perfecta para llegar hasta el lejano mar en busca de consuelo a la canícula más insoportable.

En otro aparte informativo se hacía constar de la llegada a la ciudad de la segunda máquina de vapor en la jurisdicción, destinada al ingenio Atalaya de los Señores Anglada, Ribas y compañía. Procedía de Nueva York y desembarcaba en el puerto de Nuevitas a bordo del California.

En verdad ya no era noticia la presencia entre los camagüeyanos de aquellla potente maquina de progreso. Un poco antes en el propio año, había llegado la primera para para trabajar las minas de D. Jorge Ditson en el cercano villorio minero de Bayatabo, y ya en operación desde finales de aquel Junio de 1844.

Junto al dato se consignaba la presencia de varias Compañías Anónimas que “se han realizado en el país para la elaboración de las minas y prosiguen sus trabajos con orden y actividad”. Paralelo a ello, se hacía notar la presencia de una fundición para beneficiar los minerales en hasta tres nuevas minas en el citado distrito de Bayatabo, en el area del cercano poblado de Las Minas.

La llegada de una tercera máquina de vapor se conectaba con la ya casi inminente puesta a punto del ferrocarril de la ciudad a Nuevitas, obra que anunciaban como para inaugurarse antes del cierre de aquel año. Para entonces daban por seguro que estaba asegurada toda la línea de ferrocarril hasta Puerto Príncipe.

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