Un año más, los cada vez menos escenarios que van quedando en nuestra ciudad, para permitir la expansión del movimiento teatral hispano, abrieron sus puertas para dar paso a la XXXVIII edición del Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami (FITHM), el cual para esta ocasión está contando con la participación de de teatristas de Argentina, Ecuador, España, Estados Unidos, México, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela, sobresaliendo la delegación española con cuatro agrupaciones artísticas.
Precisamente durante la primera semana del evento que corrió entre los días 11, 12, 13 y 14 de julio, subieron a escena tres espectáculos, dos procedentes de esta última nacionalidad: “Órgia” -con acento en la “ó”, palabra proveniente del griego y que significa ‘ritos, misterios’, refiriéndose de igual manera a bacanales pero que de ninguna manera tenían que ver con sexo, sino con estados danzantes en frenesí religioso o místico- a cargo de la agrupación sevillana La Rara, siendo la segunda propuesta, “Alan”, la cual llegó de la mano de la compañía barcelonesa Wecolormusic, mientras que proveniente del Ecuador, se presentó “Bruma”, un trabajo a cargo del grupo Teatro del Cielo, radicado en la ciudad de Guayaquil.
Acerca de “Órgia”, obra que se presentó en el escenario del Westchester Cultural Arts Center, es resultado de un trabajo de investigación, llevado a cabo por Julia Moyano y Rocío Hoces, sobre la situación en que vivían pacientes de un conocido psiquiátrico alrededor de la década de los ochenta del pasado siglo, administrado por monjas -o manicomio como también eran llamados- el Miraflores, situado en la ciudad de Sevilla, que para la década de los noventa, mediante una nueva ley de sanidad, fuera anexado como unidad al Hospital Macarena. Este trabajo ha recibido algunos reconocimientos, como el Premio Lorca Revelación Ex-Aqueo 2024 y una Mención Especial del jurado en la Feria de Teatro y Danza Palma del Rio 2023.
La información colectada llega a su manos a partir de testimonios de trabajadoras sociales que estuvieron presentes en los últimos años de existencia del lugar, quienes tuvieron a bien compartir sus experiencias de trabajo dentro del mismo.
Bajo esta condicionante, la temática del montaje se presentaría como un asunto de interés general, si no fuera por su desvío hacia una marcada línea argumental feminista, haciendo incapié solamente en aquellas mujeres que eran encerradas en dichos terribles centros, no producto de verdaderos padecimientos mentales, sino debido al rechazo de sus respectivas familias, por determinados comportamientos o intereses, que para estás últimas resultaban inapropiados o de algún provecho.
Resulta sin duda algo maniqueo tomar este tema y hacer dicha disección del mismo, puntualizando hacia una sola dirección, como sufrimiento solo padecido por mujeres, pues a hospitales psiquiátricos de igual manera, han ido a parar encerrados, hombres que por diversos motivos les eran incómodos también no solo a sus familias, sino a autoridades políticas, ejemplos de este tipo que muy bien se han dado a conocer salidos tanto de abundantes casos de la antigua comunidad socialista del este europeo, como de la Cuba actual o de otros tipos de regímenes policiales que han existido y existen alrededor del mundo.
Si bien queda claro que seleccionar el padecimiento femenino resulta siempre mucho más convincente y emotivo al momento de establecer un discurso denunciante de este tipo, resulta que al mismo tiempo, mirándolo desde una perspectiva de ‘mayor inclusividad’ -como es requerido en estos tiempos- tal denuncia toma un cariz marcadamente ideológico, alejándose del mensaje realmente humano que debiera encerrar, ya al final tanto mujeres como hombres somos seres humanos igualmente sometidos a maltratos y horrores, de acuerdo a la posición que cada uno tenemos dentro de las sociedades.
Con respecto al desempeño de las actrices en escena, no hay en realidad mucho que decir pues la concepción dramatúrgica de dicha propuesta se mueve principalmente por la ‘narración’ y no sobre la ‘interpretación’, abusando del rompimiento de la llamada ‘cuarta pared’ para decir sus textos de cara a los espectadores, por lo que la obra anda preferentemente por un escenario discursivo. Mucho y constante movimiento de las intérpretes de un lado al otro del escenario en busca de una justificación espacial que nunca llega, completa el trabajo de las cinco actrices.
En cuanto a la puesta en escena, conformada además de por Moyano y Heces, también por Cristina Almazán, Eloisa Cantón y Eva Gallego, la misma se convierte en ese rito que anuncia el título de la obra, donde las actrices comparten a la vez la incorporación sobre las tablas, tanto de las testimoniantes como las de las pacientes, transitando su trabajo en escena desde un desordenada naturalidad con el que se inicia, hacia un estado de enajenación orgiástico -en el sentido de la palabra griega- incluido un totalmente innecesario desnudo colectivo, el que no aporta nada al discurso dramático, para finalizar de nuevo vestidas y con toque de castañuelas incluido, en un lastimero y confuso jolgorio.
La propuesta se completa con proyecciones y un trabajo de sonidos, dirigido por una de las propias actrices -que constantemente toma y abandona su trabajo escénico incoherentemente- desde una mesa colocada a un extremo del escenario, enrareciendo la imagen estética de la misma, así como una percha con ropa que vestirán -después del citado desnudo colectivo- las actrices hacia el final de la obra.
Sin dudas, “Órgia” -con acento en la ó- es de esos espectáculos que llegan a los festivales teatrales de todo el mundo, con más preocupación por epatar a través de determinados mensajes, que preocupadas por sumarle a ello alguna calidad artística de interés, que pueda persistir en el tiempo, que para eso son las obras de arte.
La segunda obra venida desde tierras españolas al festival, que subió a escena en el Carnival Studio Theater, en el Adrienne Arsht Center for the Performing Arts, resultó ser “Alan”, otro trabajo basado nuevamente en hechos reales, acontecidos en la ciudad barcelonesa de Rubi, donde un joven transgénero llamado Alan Montoliu, tomara la penosa decisión de quitarse la vida ante la presión social padecida frente a su paso en la vida. La dramaturgia de la obra corre a cargo de Mar Puig y Mateu Paramiquel, contando con la dirección a tres manos entre los dos anteriores y Cisco Cruz, teniendo como elenco a Andrés Mataró (actor trans en la vida real, asumiendo el rol de Alan), Patricia Paisal (madre), Joan Vázquez (abuelo, profesor, trabajador público, psiquiatra) y la muy joven Vinyet Morral (Mia). Además la puesta presenta música en vivo interpretada sobre el escenario por Danko Compta y el propio Paramiquel, también su director musical.
Como se desprende, estamos en presencia de un teatro musical, género diverso que no solo debe remitirnos a los grandes musicales estilo Broadway, trabajo que esta agrupación, Wecolormusic, encargada de producir espectáculos escénicos y musicales, producto a la formación y experiencia de sus creadores -Puig y Paramiquel- tiene a bien llevar a cabo, para por medio de la música canalizar igualmente las emociones de las historias que se proponen contar, siempre salidas de hechos reales y cotidianos.
El escenario que se presenta ante el espectador asume el interior de la casa de Alan, donde habita junto a su madre, recibiendo frecuentemente la visita de su abuelo y en la cual se hace latente la presencia de una niña, quien en los inicios, podría llevar al público la idea de ser la hermana del protagonista, pero que una vez que va transcurriendo la acción -posiblemente solo el espectador más avezado comprenderá que dicha presencia en el escenario nos remite a la niñez de Mia -nombre de nacimiento del actual Alan antes de su conversión genérica- solución la cual que aunque interesante no queda resuelta con total claridad, siendo algo más confusa aún hacia el final de la obra, donde el cierre no logra concretarse. Es necesario destacar que los autores de esta pieza no tuvieron por premisa hacer un drama sobre las tablas, sino lanzar un mensaje de alerta ante una penosa situación de nuestra cotidianidad, permeada de la suavidad y calidez que solo la música puede ofrecer, lo que sin duda es de agradecer.
En cuanto al trabajo de los cuatro actores, el mismo se desenvuelve con desenfado, de manera orgánica y creíble, ofreciéndole la vida que exige a cada uno de sus personajes, lo que en el caso del personaje protagónico, va a estar integrada a las vivencias propias del actor, quien a pesar de estar cursando aún sus estudios artísticos, incorpora un buen desenvolvimiento escénico, así como un agradable trabajo musical con su voz. Hay que destacar particularmente a la muy joven Vinyet Morral, que con tan solo 13 años y una corta pero ya firme carrera en el teatro musical, destaca por su frescura, dinamismo e incorporación de su ambiguo y difícil personaje de Mia niña, con el cual logra una de las escenas de mayor intensidad de la pieza, agregándole a ello el control vocal y buena dicción al interpretar sus números cantados.
En el importante rol de la madre, Patricia Paisal, artista con una solida trayectoria en este exigente género teatral, muestra con su interpretación de manera clara, el amor y comprensión que su personaje está encargado de ofrecer. Su trabajo vocal resulta sin duda el de mayor relevancia, tanto en su color como en proyección, producto de su ya consolidada carrera, donde ha tenido oportunidad de trabajar en diversos y conocidos musicales tales como Mamma Mia!, Sister Act, Billy Elliot, Los Miserables, entre otros muchos.
Por último Joan Vázquez, quien tiene la tarea como ya señaláramos, de incorporar a varios personajes incidentales, asume dichas personalizaciones mediante sencillos elementos de diferenciación, sin caer en fuertes caracterizaciones, pero logrando individualizar a cada uno de ellos. Este, quien es no solo un talentoso y reconocido actor de teatro musical, sino además un excelente pianista, compositor e intérprete, se ha convertido en el primer artista español de dicho género, en trabajar en escenarios del Broadway neoyorquino y el West End londinense con sus propios espectáculos, presentándose por supuesto en diversos teatros de Barcelona y Madrid. De igual manera sus discografía arropa tanto coplas clásicas -Coplas por Ocaña, del musical Ocaña, reina de las Ramblas- como piezas del jazz más vintage, en su álbum Feeling Good .
Para el final hemos querido dejar una apreciación que nos resultara poco favorable con respecto el trabajo de composición y estructura musical de la banda sonora que componen las piezas interpretadas en esta obra, las cuales nos resultaron demasiados similares armónicamente, careciendo de caracterización para las diferentes piezas interpretadas, creando cierta monotonía , que por momentos hacía difícil identificar unas de las otras, amen del demasiado fuerte sonido del set de percusión que dejaba en segundo plano casi permanentemente el necesario trabajo del teclado.
“Alan, el musical” nombre con el que también ha subido a los escenarios, es una obra embarcada en traer temas actuales a las tablas y lo hace no desde el drama, que de por sí cuenta la historia, sino desde la reflexión los valores y esperanzas de nuevas posturas ante la vida, temas estos que en ya demasiadas oportunidades, sin embargo se están convirtiendo en mensajeros de extremistas apologías hacia nuevas ideologías no siempre correctamente enfocadas, pero que por suerte en esta oportunidad se nos presenta como un concienzudo trabajo de búsqueda artística a la vez que de reclamo humano. La obra ha sido reconocida con el Premio Teatre Barcelona 2023 al Mejor Espectáculo familiar y el Premi Talent 2024 en la categoría de artes escénicas.
Como tercera opción teatral de la primera semana del FITHM, se pudo disfrutar en el Koubek Center Theatre, el espectáculo “Bruma” de Teatro del Cielo, que como ya señalamos, llegara desde Ecuador con esta propuesta con un ya largo recorrido desde su estreno ocurrido durante el 2011, en el Teatro Popular de Medellín y que ha visitado más de quince países, con dramaturgia y dirección a cargo de Martín Peña Vázquez, interpretada por este y la actriz Yanet Gómez. Ambos actores, él ecuatoriano y ella cubana, poseen una fuerte preparación en técnicas de teatro físico y pantomima, graduándose los dos en el prestigioso Theatre de L’ange Fou International School of Corporeal Mime en Londres, escuela fundada en París en 1984 por Steven Wasson y Corinne Soum, quienes fueran los últimos asistentes del conocido ‘Padre del Mimo moderno’ Etienne Decroux, centro que fuera un tiempo después relocalizado en la capital británica.
Partiendo de los conocimientos adquiridos, dichos artistas llevan a cabo su labor aprehendiendo elementos que extraen de las acciones, transformándolas en ideas y emociones, donde el ímpetu del ‘espíritu humano’ pueden convertirlas en acciones físicas. Con este teatro, la escritura del texto dramático va a encontrarse estrechamente entrelazada entre la acción y el movimiento, creando un difícil cuerpo expresivo, que trascienden los límites del quehacer escénico convencional, mostrando un lenguaje supuestamente nuevo, proponiendo olvidar -intencionalmente o no- que fue el movimiento del cuerpo y las acciones físicas, las que dieron inicio al surgimiento de lo que hoy todos conocemos como TEATRO.
Indiscutiblemente, estos dos actores, bien entrenados, conocen el camino, dominan su quehacer y muestran plena seguridad en su proyección sobre el escenario, lo que para las tablas de esta ciudad donde tal estilo de trabajo está ausente de la totalidad de los escenarios, llega como un extraño descubrimiento para nuestro bastante escaso público teatral, incluido aquel más asiduo a disfrutar esta manifestación artística. La presencia de dicha agrupación teatral ofrece la oportunidad de disfrutar del amplio diapasón de estilos y técnicas teatrales que se mueven por los escenarios mundiales, lo que debiera servir de aliciente a los teatristas de este centro multicultural, que ha resultado ser Miami, para aumentar su conocimiento y preparación profesional.
Como resumen, la primera semana de esta nueva edición del Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, como todo evento de este tipo, ha presentado puestas en escenas de variados estilos, con diversos lenguajes y desiguales niveles de interés técnico-artístico, trayendo como resultado de igual forma el plural nivel de aceptación de las mismas, sin duda como tiene que ser. Continuemos disfrutando de lo que queda por llegar en este corto tiempo de internacional muestra teatral.
Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, julio 18, 2024.
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