La villa de los delegados eran unos edificios que habían sido hogar de "Técnicos extranjeros" (del "Campo Socialista").
En ese Festival además de mucha teoría y mucha cultura, mucho se bebía y mucho se "vivía".
En el mismo piso donde se ubicaba el apartamento donde me alojaron, estaban los periodistas de La Habana que cubrían el evento. Segunda o tercera madrugada profunda, orilla del amanecer, les digo: "No entiendo si Uds. son tan ingeniosos, bromistas, agradables..., escriben esos bodríos que cuesta leer en vuestros periódicos y revistas". Carcajadas.
Seguimos bebiendo y compartiendo, en alguna madrugada festivalera, al regreso de la noche de cada cual. A partir de ahí, leí de otra manera eso que llaman prensa en Cuba. (JEM)
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