Wednesday, November 27, 2024

Hemingway en un discurso olvidado... Anécdotas del día en que supo de su Premio Nobel. (por Carlos A. Peón-Casas)

Foto/ Diario de la Marina.
Octubre, 1954.
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Lo que narro lo tomo de oídas de la propia Mary(1). Fue el día 28 de octubre de 1954 y Hemingway amaneció con la noticia de que finalmente la Academia lo premiaba con el Nobel de Literatura, como debería haber hecho antes, quizás incluso antes que a Faulkner: un detalle que en su minuto Hemingway aceptó con resignación espartana, aunque era evidente que se sentía tan merecedor del lauro como su coterráneo narrador.

Papa amaneció con la noticia. La AP fue la primera en felicitarlo. Emocionado despertó a su esposa Mary y le espetó: “My kitten, my kitten, I’ve got that thing...” (“Gatita, lo conseguí”).

Pero todos los corresponsales de periódicos cubanos y foráneos con oficinas en la capital cubana se daban prisa para alcanzar la Finca Vigía y tener las primicias del incontestable hecho; cuando la Academia sueca anunciaba a Hemingway como el ganador absoluto de aquel año y le endilgaba epítetos tan merecidos como aquel de “iniciador de una nueva técnica de la ficción; o calificaban al Viejo Mar como “obra maestra.

Mary ni corta ni perezosa se puso manos a la obra preparando un bien surtido menú para recibir a los “muchachos de la prensa” que incluía apetitosos “bocaditos” de jamón inglés y español, quesos acompañados de frutas y unas cuantas botellas de vino de un Marqués de Riscal ligero, pero bien redondo en el paladar.

Hemingway los recibió con emoción y estuvo por horas atendiendo sus preguntas por toda la casa: lo mismo en la escalera de amplios escalones al frente, las terrazas y en cada mínimo espacio de su acogedora Finca.

Como a las tres de la tarde, una concurrencia de más de una docena de invitados se acomodaba a como daba lugar en la sala para escuchar al Mestro , que micrófono en mano, se disponía a compartirles sus palabras en un semi improvisado discurso del que ya tenía esbozado algunas ideas, garabateadas con su letra infantil y su infaltable lápiz desde muy temprano en la mañana.

Foto/George Leavens
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De aquellas palabras que fueron primordialmente para el consumo de sus invitados, Mary nos deja la evidencia traducida que ahora compartimos al amable lector:
Como saben hay muchas Cubas. Pero como la Galia, se puede dividir en tres regiones: la de los que pasan hambre, la de los que son frugales, y la de los que comen demasiado. Pero en este convite de hoy, todos pertenecemos a la tercera, al menos por este minuto.

Me considero un hombre apolítico. Este es un gran defecto, pero es preferible a la arterioesclerosis. Con esta limitación uno puede apreciar los problemas del Palmolivero, lo mismo que los triunfos de mi amigo Alfonsito Gómez Mena. Fui amigo de Manolo Guas, quien era primo de Felo Guas, y también amigo de Manolo Castro.

Me gustan los gallos lo mismo que la Orquesta Filarmónica. Fui amigo de Emilio Lorents, y esto no ha disminuido mi amistad con Mayito Menocal quien con Elicio Arguelles son mis mejores amigos en este país. Y Dios sabe que no peco al considerar que Antonio Maceo fue un mejor general que Barnard Law Montgomery, tampoco al esperar por la muerte de Trujillo, que muera de muerte natural, por supuesto. Es la única persona que quisiera ver partir antes que yo. (...)

Ya son muchas palabras hasta aquí, y no quiero quedarme en ellas sino pasar a la acción. Deseo ofrecer esta medalla sueca a Nuestra Señora la Virgen del Cobre.
Algunas ideas no escritas fueron igualmente compartidas por Papa, como su simpática alusión a que aun los 35.000 dólares del Premio no estaban en su mano, por lo que podría no temer ninguno fuera a venir a robarlo, igual que le gustaría compartirlo con sus amigos más desafortunados de las calles habaneras o aquellos del entorno del Floridita, pero que inevitablemente con aquel dinero debería primero honrar sus deudas.

Igual ya hacia patente a la prensa su imposibilidad de concurrir a Estocolmo a recoger su premio, porque por su reciente accidente africano, su espalda no soportaría el esfuerzo. Para cerrar su alocución, Hemingway nombraba quizás con falsa modestia, tres posibles escritores que podrían haber recibido el premio en su lugar: Carl Sandburg, Isak Dinesen, y Bernard Berenson.

La jornada fue interminable aquel día, y aun a las seis de la tarde la prensa y los invitados revoloteaban por la casa. Mary, la atenta anfitriona, ya no pudo soportar más la intrusión y el tumulto de sus huéspedes, e igualmente nos acota como se esfumaba graciosamente hacia la invitante piscina de la Finca, para solazarse en soledad y escuchar mientras nadaba sus 30 vueltas reglamentarias: “el silencio puntuado solo por los murmullos de los pájaros y los distantes ruidos del tráfico sobre la colina".




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1. How it Was. Mary Welsh Hemingway. Futura Publications,Great Britain,1978. pp.410-412.

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